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Tanto Si como Shancai habían sido dados de alta del hospital debido a la protesta de hambre que estaban haciendo ambos, sin embargo no podían verse debido a que la Señora Daoming seguía con su terquedad a pesar de ver a su hijo casi al borde de la...

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Tanto Si como Shancai habían sido dados de alta del hospital debido a la protesta de hambre que estaban haciendo ambos, sin embargo no podían verse debido a que la Señora Daoming seguía con su terquedad a pesar de ver a su hijo casi al borde de la muerte, no tenía límites, al punto de haber incrementado no sólo la seguridad de su heredero si no también mantenía vigilada a la estudiante de nutrición.

A pesar de la situación la esperanza era lo que moría al último; el resto del grupo de los cinco grandes trabajaba arduo para poder cumplir con su elaborado plan que creían salvaría el destino de la adorable pareja.

—Se que se hará cargo—dijo un pelinegro viendo los últimos detalles con su compañero de trabajo—Si me disculpa.

El asalariado asintió con la cabeza dejándolo ir, este empezó a andar tranquilo después a prisa hasta que en la calle pudo correr a donde su corazón lo dirigía haciendo una parada antes. Allí la pudo ver despampanante en aquel vestido azul con detalles blancos, se encontraba esperándolo leyendo un libro del cual no podía ver su cubierta.

—¡Mei!—le sonrió cuando elevó su rostro, guardo el libro en su bolso acercándose a este—Me alegra verte bien.

—Gracias por esperarme—sonrió de lado dándole aquel ramo de peonías por las que había parado, las recibió gustosa entrelazando sus manos.

—A ti por apurarte, a pesar que te dije qué no tenía prisa—olio las flores mientras caminaban entre las concurridas calles—¿Cómo esta todo en la empresa?

—Mi Padre sigue con el mismo tema—resoplo, haciendo que ella negará con la cabeza—También me preocupo por la compañía, y mi futuro pero es...

La pelinegra le dio un leve apretón a su mano cuando perdió su mirada al tratar de encontrar las palabras a su sentir, todo lo que pensaba con respecto al tema.

Era consciente que era el único descendiente que su padre tenía, algo común en China por la taza de natalidad, por eso mismo lo presionaba tanto en cuestión a su desempeño laboral como personal.

Siempre lo dejo ser libre con respecto a su tiempo y decisiones debido a que había sido de los herederos más destacados, había cumplido con sus expectativas pero las cosas habían cambiado desde que empezó a estar más involucrado en la empresa familiar.

—Tienes todo mi apoyo—dijo calmada su novia acercando su cuerpo ligeramente al suyo, casi quedando de frente—En lo que decidas, porque recuerda que nadie más puede tomar tus decisiones, ni siquiera yo.

Le sonrió abiertamente apreciando la hermosa mujer en la que se había convertido. Se conocían desde que eran unos niños en donde siempre llevaba la delantera en calificaciones, deporte, música, cocina realmente en cualquier actividad en la que se desempeñaba destacaba; aún así sabía ocultar muy bien las marcas no sólo físicas sino mentales que sus padres le daban al exigirle tanto. A el jamás le importó que lo superara es más le daba gusto cada que llegaba con su sonrisa despampanante que ocultaba tanto dolor.

En ese entonces sólo podía ser expectante debido a que siempre Dian ponía a los demás sobre de ella, nunca fue abierta con nadie hasta que llegaba a un límite en donde no podía esconder más su pesar, dolor y cansancio. Allí era cuando aparecía para darle un hombro en donde llorar al igual que los castaños, porque Si a pesar de que era muy inteligente tenía la capacidad de un niño emocionalmente, y no podía protegerla como ella lo solía hacer.

—Mei—sacudió levemente su mano enfrente de él, volviendo a la realidad. Se enterneció por cómo sus ojos rasgados lo veían preocupada.

—Tranquila—agarro con las dos manos la suya besando sus nudillos, logrando relajar sus facciones—Todo va a salir bien.

—Lo sé—suspiró, volteo hacía un lado de la calle. Le encantaba verla de perfil porqué sabía que se perdía en su propio mundo, al igual que sabía que podía sentir su mirada por lo que tal vez también podía ser parte de este—Aún así no puedo evitar preocuparme, siempre los termino arrastrando a mis ideas.

—Y estoy agradecido—sonrió viéndola perderse en sus pensamientos, le dio un ligero apretón a su mano—Al menos así puedo detenerte de hacer alguna locura.

No solo se había dado la oportunidad de conocer mejor a Dian, una mujer que era tan diferente a las demás que había conocido y no sé refería a que fuera mejor, respetaba a cada ser que había atravesado su camino. Si no en qué era la única que le interesaba saber absolutamente de ella, que sabía que nunca se cansaría de ella ni de estar a su lado que lo sentía como la octava maravilla del mundo, también aunque la heredera parecía ajena de aquel pensamiento, no era consciente que gracias a ella se conocía mejor a sí mismo, ella sacaba lo mejor de el.

Ambos siguieron caminando un rato más, después llegaron a casa de los Yan en donde los esperaban los demás, revisaron una y otra vez el plan sin perder el detalle.

—Mañana es el día—suspiro conteniendo sus nervios—Que la Señora Daoming se apiade de nosotros.

—Nosotros tendremos que apiadarnos de ella—dio un paso adelante el de baja estatura haciendo que todos se rieran—Y por fin los dos podrán estar juntos.

Ambos se sorprendieron ante las palabras de Lei que solo los miraba divertido al igual que Ximen que no paraba de reír.

—¿Cómo?—se cubrió la boca Dian sin ocultar su sorpresa.

—Desde el día del hospital confirmamos lo que sospechábamos—hablo el de lentes apoyando a su amigo. Se acerco a ambos apoyando sus manos en los hombros de ambos—Desafiaron las leyes de la física.

—¿A que te refieres?—susurro quitando su hombro extrañado.

En cambio la muchacha negó con la cabeza divertida al parecer entendiendo el humor de su mejor amigo.

—Lo importante es qué mañana será un comienzo para todos—lo miró, allí estuvo seguro que todo saldría bien.

Sería caótico.

DIANTHE (SEGUNDO ACTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora