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Los días, las semanas, los meses pasaron, hasta el punto en que ya su desaparición no estaba de boca en boca de las personas de su país natal

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Los días, las semanas, los meses pasaron, hasta el punto en que ya su desaparición no estaba de boca en boca de las personas de su país natal. Se podría decir que se volvió una leyenda urbana en donde los chismes ya ni siquiera la alcanzaban, fue cuestión de tiempo para que su mejor amiga volviera a Francia, pero aún así los chicos se las ingeniaban para que nunca se quedará sola, a pesar de que el Señor Bong era su principal acompañante y las personas de servicio qué habían contratado, sabía gracias a ciertas situaciones que muchos de ellos tenían un historial médico por lo qué se podría decir siempre estaban atenta a ella.

En cambio, los chicos trataban de despejarla de diferentes maneras; Ximen había convencido al Señor Bong y a Mei de que la dejaran salir a recorrer el pueblo en donde ahora ya era conocida por los mismos habitantes, Si jugaba toda clase de juegos de mesa con ella a la orilla de la playa o en la terraza, Lei la había convencido de retomar la música por lo que sus practicas con instrumentos de todo tipo eran presentes en la casa, incluso sus propias voces. En cambio con Mei era todo muy distinto, siempre se la pasaba sonriendo con el, incluso la consentía en todos los sentidos, pero al igual que los demás podía percibir en su mirada el temor de que en cualquier momento se rompería, como si fuera una muñeca de cristal.

—¡Y de nuevo te ganeeee!—el grito de su amigo la hizo regresar en sí misma, festejaba sacudiendo los brazos en un baile extraño—¡Soy el rey del ajedrez!

Sonrió para sus adentros.

Si se había mudado con su hermana después de que la empresa Daoming se declarará casi en quiebra, fue cuestión de que la matriarca de la familia moviera sus relaciones para que el legado no se hundiera, como consecuencia volvió a China dejando a sus hijos en otro país.

No sabía lo que había pasado entre su amigo y la Señora Daoming pero lucía más relajado, incluso podría decir qué ya no se encontraba a la defensiva todo el tiempo.

Tal vez aquella muchacha insolente lo había cambiado para bien, aunque se le hacía extraño que su amigo no la llevara al pequeño pueblo. Si pasaba incluso semanas enteras con ella, y la pelinegra no se había dado ni sus luces.

—¿Por qué no has traído a Shancai?—fue directa, veía como acomodaba las piezas en el tablero. Su curiosidad no pudo aguantar más—Se que le encantaría conocer el pueblo...

—Dian—interrumpió su parloteo—Ella y yo ya no estamos juntos.

Le sorprendió lo calmado que estaba pero aún más aquella noticia, no podía entender del todo. Desafío a su propia madre para poder estar con ella, por el amor que tenían.

—¿Qué sucedió?—pregunto preocupada, este solo suspiro y se reacomodo en su asiento.

Su semblante cambio, suspiro acomodándose en su lugar. Se quedo un momento en silencio antes de verla.

—Cuando te hospitalizaron me fue a buscar a mi casa pero no estaba en las mejores condiciones, desquite mi enojo en ella—se rasco la cabeza apenado—Estaban pasando muchas cosas que no podía actuar con claridad, ella insistía en verme, pero siempre volvíamos al mismo ciclo vicioso.

DIANTHE (SEGUNDO ACTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora