Una pregunta inesperada

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Vicent Brown se fortalecia día con día y poco a poco se reincorporaba a sus actividades.

Unos días atras Cookie planeaba una pequeña reunión para celebrar el cumpleaños de Dorothy en su casa. Había invitado a algunos de los jóvenes que trabajaban en la compañía del señor Brown y que se podría decir que eran cercanos de alguna manera a la joven. Después vendría el gran reto: convencer a Vicent para que les permitiera a las chicas asistir.

— Este fin de semana estaré en la Isla de Man en una convención de empresarios, y no me gusta que las muchachas anden solas.

— Nosotros las cuidaremos - se adelantó Cricket a responder-.

— Bien, bien. Eso espero y pobre de ustedes si algo les sucede, soy responsable por ellas- con aspecto serio-.

— No se preocupe señor. Le damos nuestra palabra - decía Charlie con seguridad-.

— Albert, por favor. Te encargo que las lleves de regreso a casa. A una hora apropiada. Aunque ya son adultas mientras estén en mi casa soy responsable de su seguridad.

— Esta bien, señor. Yo las llevaré.

— En ese caso, las chicas iran - decía  contagiado por la alegría de los jóvenes que les acompañaban-.

Aquella tarde, se reunieron varios jóvenes de entre dieciocho y veintiocho años de edad aproximadamente. Albert y Candy llevaban prácticamente dos años de convivencia en el trabajo y de a poco la joven se había apoderado de su mente y su corazón, esa tarde lucía tan bella y femenina se habia alisado el cabello y eso le daba un aire sofisticado que había logrado quitarle el aliento con solo verla.

— Albert, necesitamos más refresco y como tú no estas bailando, me pregunto si ¿nos harías el favor de ir por unas gaseosas?

— Claro, Charlie. ¿Algún sabor en especial?

— Del que gustes, es que tenemos de manzana pero Dorothy lo está usando para el clericot.

— ¿Clericot?, quedamos que las chicas no probarían ningún tipo de licor -hablando con autoridad-.

—Las chicas, tu lo has dicho. Los demás somos punto y aparte- replicó Charlie-.

— Bien. Regreso en unos minutos.

Rondaban las diez de la noche, la tienda de conveniencia mas cercana estaba a unas cuadras de la casa de Cookie. Unos veinte minutos después Albert regresaba con los refrescos, Candy apareció más efusiva de lo que habitualmente era.

🎶Anyway I'm just gonna sing and play
Um, and I'm gonna play a song that you may know
That you may know🎶 (música en la fiesta)

—¡Albert!, ¡Ven a Bailar conmigo!- dijo tomandolo de la mano en el acto- ¿Dónde estabas?

— ¿Estas bien, Candy?- decía preocupado

—¡Me siento de maravilla! ¡Esa canción me encanta!

—Es que estas diferente. Iré por Dorothy, esperame aquí.

—¡No!. Vamos a bailar, o ¿es qué no te parezco linda?- decía haciendo puchero-.

Esa pregunta lo tomo por sorpresa.

— ¿Probaste el Clericot?

— No estás respondiendo a mi pregunta- le respondió mientras rodeaba su cuello con su brazos

— Eres hermosa Candy. Pero no debiste probar esa bebida. Tú no estás acostumbrada.

— Ya, ya...dime...¿te gusto o no?- decia en un tono bajito

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