Querido Diario:
Hoy es otro día en el aburrido instituto. Sigo contando los días para que termine – que por cierto son 76 días – pero siento que se me está haciendo eterno, más conviviendo con el estúpido de Matthew Sanders.
¿Cómo describirlo? Es irritante, egocéntrico, idiota, pero hay que admitir que es atractivo.
Pero no me gusta.
No, no me gusta.
Diu, con solo pensar en él, vomito.
¿Por qué estoy pensando en él?
Agh, necesito que me respondas, diario.
—¡Alice! ¡Baja ya a desayunar! ¡Vas a llegar tarde! — gritó armoniosamente mi mamá.
Aunque creo que con ese grito, despertó a todos los habitantes de este país.
Seguramente estoy exagerando, pero esta es mi narración por lo tanto, exagero lo que yo quiero.
—¡Ya voy! — grité como anteriormente como lo había hecho mi mamá.
Cerré el diario y lo guardé en mi mochila. Lo tomé y bajé las escaleras.
—Buenos días hija. Apúrate que llegarás tarde.— me senté en la silla y comencé a comer rápidamente mi desayuno.
—¿Y el sin cerebro?—pregunté refiriéndome a mi hermano.
—No le digas a si a tu hermano, Alice.— reí— Él ya se fue.
—¿Y no me esperó? Y después no quieres que le diga sin cerebro...
—Yo te llevo hija. Además tenía que ir a buscar a Matt para ir al instituto.
—Agh. Así que prefiere al sin cerebro numero dos antes que su hermana. Típico.
—Alice, tu sabes bien que harías lo mismo. Apúrate que también tengo cosas que hacer.
Terminé el desayuno y empujada por mi mamá salí de la casa. Subí al auto y mi mamá hizo lo mismo. Ella arrancó el auto, y yo rogaba en mi interior que no prendiera la radio.
No es que no me gusta la música, todo lo contrario. Me encanta la música, pero mamá, cada vez que prendía la radio cantaba cada canción que pasaban. Y la combinación del canto con mi madre no trae buenos resultados para mis oído.
Mis ruegos fueron en vano ya que mi mamá prendió la radio y la música comenzó a sonar.
Y ahora es cuando comienza la tortura.Por eso me gustaba ir al instituto con mi hermano. Estúpido sin cerebro que me dejó por el estúpido sin cerebro de Matthew.
Los odio a ambos.
—Mamá, por favor. Deja de cantar. Ya es suficiente tortura con esta música a esta hora de la mañana.
ESTÁS LEYENDO
Diario de una típica adolescente
HumorAlice Robinson es otra chica más del instituto, con la excepción de que ella posee algo que ninguna chica tiene a los diecisiete años: un diario. Desde su noveno cumpleaños, no ha parado de escribir y dibujar en él. Diario se había convertido en su...