Capítulo 14 – La vida me odia.
Gimnasia, te odio.
O mejor, odio la profesora que nos da la clase.
Mi organismo está muerto, devastado. No podía ni siquiera caminar hasta el hotel. ¿Por qué tenía que caminar? Porque mi hermano salió antes del instituto y no iba a venir a recogerme, así que gateé hasta el hotel, que por cierto, quedaba más lejor que mi casa.
Mientras gateaba hacia el hotel, una anciana se me quedó mirando. En un momento creí que podría llegar a ser una pedófila lesbiana, y todavía sigo considerando esa teoría.
La anciana se acercó a mí y yo dejé de gatear.
— ¡Tú eres un demonio del diablo! — gritó la anciana.
Esperen. ¿Qué me acaba de decir?
Intenté de levantarme del suelo, y con ayuda del bastón de la anciana lo logré. Ella, por quitarle el bastón, empezó a golpearme con la cartera.
Y así fue como llegué hasta el hotel. Golpeada por una anciana que creía que estaba endemoniada.
Y mi cuerpo ahora dolía mucho más por culpa de la vieja. Si tendría que luchar con ella, definitivamente me hubiera ganado.
Cuando llegué a la habitación que compartía con los sin cerebro, sin darme cuenta me quedé dormida en la cama matrimonial.
** ** **
Sentí, en mi doloroso cuerpo, más peso de lo normal.
Abrí lentamente los ojos y me encontré mi cuerpo entre brazos.
Y esos brazos no son de mi mamá.
Como pude, giré lentamente mi cuerpo hasta llegar a ver quién era que me tenía así.
Matthew Sanders.
El muy idiota me estaba abrazando como si fuera un oso de peluche. Suspiré e intenté de salir de sus brazos.
Minutos y minutos luché por salir de los brazos de Matt, pero no funcionó.
—Matt, Matt— lo llamé. Él no se inmutó y siguió durmiendo como un oso que inverna.
Mordí mi labio y miré el techo. No se me ocurría ninguna manera de salir en sus brazos. Si ustedes creen que estoy cómoda, pues no. Justo mi oído da a su boca y puedo escuchar demasiado cerca sus ronquidos.
Digamos, que ronca muy fuerte y me rompió el tímpano izquierdo.
— ¡Que lindos tortolitos! Yo siempre creí que ustedes dos harían una linda pareja. — mi hermano entró en la habitación y se sentó en la cama mirándonos.
— ¡Ayúdame pedazo de idiota! — le grité a mi hermano.
Él me miró y luego sonrió. Sacó de su bolsillo trasero su celular y oh...
La vida me odia.
El flash de la cámara se activó indicando que sacó una fotografía.
Definitivamente, la vida me odia.
— ¿Me ayudas?— le rogué a Derek.
—Por supuesto que no, eres mi hermana. Nunca te ayudaría. — dicho esto, se levantó de la cama y se fue de la habitación dejándome con el señor ronquidos a mi lado.
Derek, estás en mi lista negra.
n/a:
Acá les dejo un nuevo capítulo... es corto, lo sé. Mi mente está en blanco, pero tengo que decirles que no falta mucho para que esta historia llege a su final! ¡Sí, como ustedes leyeron! Es una pequeña historia, por lo tanto... no va a ser muuuuuy larga. Va a ver una secuela, pero desde el punto de vista de uno de los personajes mencionados en esta historia.
¿De quien cree que puede llegar a ser la secuela?
* En multimedia es como Matt abrazaba a Alice.*
Con eso las despido, mi gente.
Besos xx.
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Diario de una típica adolescente
HumorAlice Robinson es otra chica más del instituto, con la excepción de que ella posee algo que ninguna chica tiene a los diecisiete años: un diario. Desde su noveno cumpleaños, no ha parado de escribir y dibujar en él. Diario se había convertido en su...