Capítulo 3 — La búsqueda y un trato.
—¡Despierta!— escuché un gritó y luego un balde de agua fría cayó en mi provocando que me estremeciera.
— ¿Qué se supone que haces idiota? — Grité enojada. — Estoy empapada. ¿No podrías haberme despertado de otra manera?
—Intenté de todas las formas y no te despertabas.
—Salte, me voy a dar una ducha.
—No hay tiempo para eso, ¡estamos llegando tarde! Apúrate.
—Entonces, ¡vete! Tengo que cambiarme. — dije haciendo señas para que se vaya.
—Si quieres puedo ayudarte. Así hacemos más rápido. — contestó Matthew mordiéndose el labio inferior.
—Vete a la mierda, Sanders. Ahora vete.
—Nunca olvides de mí propuesta, Robinson. — dijo esto y se fue.
¿Y a este que mosca le pintó?
Tomé un jean nevado, mis converses negras y una remera color gris y rápidamente me lo puse. Tomé una camisa cuadrillé roja y la até a mi cintura. Me peiné dejando mi pelo suelto y me puse un poco de brillo labial.
¿Qué? Es lo máximo que voy a ponerme de maquillaje para ir al instituto.
Bajé corriendo las escaleras y ahí estaban Derek y Matthew esperándome en la puerta principal.
— ¿Por qué tienes el pelo mojado?— preguntó mi hermano una vez que subimos al auto los tres. Yo en el asiento de atrás, Derek en el asiento del piloto y Matt en el asiento del copiloto.
—Pregúntaselo al estúpido sin cerebro número dos.
— ¿Qué quieres que haga, Derek? Tu hermana no se despertaba. — se defendió.
—Eres mi ídolo, Derek— chocaron puños y yo abrí mi boca en forma de O.
— ¡Oye!— le dije a mi hermano.
—Igual te quiero hermana.
Comenzó a manejar en dirección al instituto y luego de cinco minutos llegamos. Entramos en el instituto y fui directo hacia mi casillero a buscar mi libro de historia. Lo saqué y cerré el casillero. Fui hacia el salón y todavía el profesor no había llegado por lo que tenía unos minutos libres.
En este momento, estaría escribiendo en mi diario, pero lo perdí.
Suspiré y observé a mis compañeros. Todos estaban separados por grupos. Las populares al fondo del salón, los nerds al frente, y luego los normales ocupando el resto que quedaba. Mi vista se fijó en una chica que escribía en su libreta y vestía de negro. Miré bien su rostro y pude reconocerla que ella era la chica que estaba ayer en el castigo. Al notar que no había nadie cerca de ella, me levanté de mi asiento y me dirigí hacia a ella.
—Hola. — dije una vez que estaba frente a ella.
Ella levantó su vista y al verme sus mejillas enrojecieron.
—Hola— dijo ¿nerviosa?
— ¿Me puedo sentar?— le pregunté señalando el asiento vació al lado de ella.
—Hay más asientos vacíos por allá—señaló detrás mío el asiento en el que estaba sentada— No hace falta que se arruine tu reputación sentándote junto a mí.
— ¿Reputación?— reí— No tengo ninguna reputación y si la tengo ni me interesa. ¿Puedo sentarme?
—Como quieras. — me senté junto a ella y ella siguió dibujando algo en su libreta algo que no pude distinguir.
ESTÁS LEYENDO
Diario de una típica adolescente
HumorAlice Robinson es otra chica más del instituto, con la excepción de que ella posee algo que ninguna chica tiene a los diecisiete años: un diario. Desde su noveno cumpleaños, no ha parado de escribir y dibujar en él. Diario se había convertido en su...