Capítulo 20. Sorpresas en el cuarto

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20: Sorpresas en el cuarto

20: Sorpresas en el cuarto

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Kayla

Esa noche no pude escapar de mamá, me arrastró al jardín junto a la piscina para sentarnos todos a cenar, aunque le dije que ya había cenado. Me sentó al lado de Elliot, que de milagro no estaba borracho en algún sitio, y mis ojos se clavaron en Hodeskalle, sentado frente a nosotros, con la máscara puesta y hecho un invitado perfecto y educado.

Observé a toda mi familia reír y cuchichear, bebiendo sangre con calma, y me pregunté qué dirían si supieran que el objeto de mayor adoración que tenían ahora en la casa se cogía a su princesa.

Capté una mirada de Skalle, cuando él alejaba su silla de mí y bebía de su copa por primera vez en un rato largo, y ahí me di cuenta de que, a pesar de que estábamos al aire libre y obvio eso implicaba más ventilación, ni siquiera la brisa me traía el aroma de la sangre. Entonces entendí porqué me miraba. Quería que notara el favor que me estaba haciendo al bloquear el olor a mi alrededor.

Me forcé a no sonreír.

—Entonces, ¿está todo bien en clases, Kay? —preguntó el tío Sam, sobresaltándome—. Ayer parecías muy alterada.

Mi abuela asintió y se giró hacia mí, dispuesta a escuchar todo. Elliot se reclinó en la silla y se concentró en su teléfono, el cual mamá se lo quitó de los dedos de inmediato.

—Está todo bien —dije, sin mirar a Skalle—. Es solo que estoy cansada, la verdad. Los exámenes por suerte se terminaron, pero tendré que ir a recuperatorio de al menos uno y eso me tiene intranquila.

—Queremos pasar más tiempo contigo —dijo la abuela—. Pero tampoco queremos agobiarte.

—Ya sabes que, si necesitas ayuda en clases, yo te puedo ayudar —dijo el tío Allen, que tenía como cinco carreras ya.

—No, está bien —repetí—. Lamento haber sido tan maleducada anoche.

—Quizás sí sería un alivio para Kayla que tuvieran más bebés —se metió Elliot, de pronto. Como no podía ver su teléfono, le tocaba molestar—. Así dejarían de acosarla como si fuese un bebé.

Mamá le dio un manotazo. Papá y el abuelo, que hasta ese momento habían estado callados, le echaron una mirada mortal que mi hermano ignoró olímpicamente. Hodeskalle continuó mudo como una roca.

—Cierra el pico —le espeté, pero tenía mucha razón. Me investigaban, me mandaban a seguir y me ocultaban cosas como si no fuese capaz de manejar sus verdades.

—Aunque hubiese otro bebé —dijo la abuela, estirándose para acariciarme el cabello—. Kay siempre será nuestra niñita.

—¿Lo ven? —Elliot se rio—. La tratan como si fuese una inútil. Hacen todo esto para forzarla a participar de nuestro mundo cuando a ella no le interesa formar parte.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora