La muerte, solitaria y aleatoria, circunda por las noches de Añelo desde aquella vez.
El atardecer palidece en el horizonte y los cerrojos se aseguran tras la puesta de sol. La maldición se extiende bajo la tierra, desde las entrañas del bosque hasta dónde se le antoje cazar.
Ella no descansa, sabe que ha dejado cabos sueltos y es incansable en la búsqueda. La leyenda se hace eco entre los árboles, la bestia se hace nómade. Los pájaros le susurran al viento que el horror se aproxima.
Las rocas se amontonan en las puertas, cada ritual lleva su nombre, cada nombre lleva su roca.
La comarca abandonada de la que todos hablan es una señal de advertencia para quienes opongan resistencia. Las calles agrietadas dejan entrever la mala hierba que alimenta al silencio. La iglesia profanada esconde un secreto demencial.
Los niños de Añelo la invocan en sus cantos y ella los observa en el parque.
El corazón de Kuntul late a kilómetros pero por las noches la distancia se acota, el tiempo se detiene y la muerte silenciosa recorre las calles entre los sueños de quienes aún no han despertado.
Ella te está buscando, ella sabe lo que sabés.
LA SEGUNDA PARTE ya está en proceso
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Los Sucesos de Kuntul
HorrorEl viento barre las hojas de otoño y descubre la ruta provincial Nº17, aquel viejo y olvidado tramo que durante mucho tiempo conectó al pueblo de Kuntul con el resto de la Patagonia, ahora yace oculto bajo el abandono y el horror. Sólo algún que otr...
