El viento barre las hojas de otoño y descubre la ruta provincial Nº17, aquel viejo y olvidado tramo que durante mucho tiempo conectó al pueblo de Kuntul con el resto de la Patagonia, ahora yace oculto bajo el abandono y el horror.
Sólo algún que otr...
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"Luego de la tormenta siempre sale el sol"
La nevada había dejado secuelas terribles en Kuntul. Muchos hogares quedaron vacíos y muchos otros casi deshabitados. Pero también marcó un antes y un después. Desde aquel terrible suceso pareció ser que todo se había normalizado. No más desapariciones, no más gritos, ni muertes, ni macabros hallazgos. Todo aparentaba estar en su lugar.
Aun así, muchos vecinos seguían asustados, se había perdido la confianza. Pero tampoco quedaba alternativa, había que seguir adelante.
Los días de sol se apoderaron de las tardes y las máquinas de cortar el césped comenzaron a trabajar cada fin de semana. Los recuerdos del invierno se habían agotado.
Los pocos habitantes que aún permanecían volvieron a salir de sus casas y como cada verano, comenzaron a recibir algunos visitantes. Justo lo que Kuntul tanto necesitaba. Nada mejor que una inyección de alegría del turista para aliviar los males.
Cada época vacacional los esperaban con el centro comercial adornando y redecorado, siempre con un motivo diferente. Aquel verano no había podido realizarse con el mismo esmero y preparación que los años anteriores pero aun así los vecinos depositaron hasta su última dosis de esperanza en ello para superarse y salir adelante.
El teléfono del sheriff Benítez llevaba casi más de dos meses sin sonar o al menos por nada de la índole que antes lo hacía.
Todos añoraban la vieja tranquilidad del pueblo y volverla a tener era un obsequio a disfrutar.
Luego de la muerte de su padre, Maca quedó sola. No tenía abuelos, ni hermanos. Sólo contaba con sus tíos de Rosario con quienes había acordado mudarse desde el invierno próximo cuando ellos terminaran las reformas que habían emprendido en su lote. Mientras tanto, permanecería en casa de Eli, con quien aprovecharon todo ese tiempo de "paz" para leer e investigar aquellos extraños artículos que habían hallado en el caserón abandonado.
Se llevaban muy bien y tanto una como la otra sabían lo mucho que se echarían de menos luego de que Maca se fuera. No podían entender la crueldad del destino, la vida las había cruzado y convertido en mejores amigas pero la misma vida se encargaría de separarlas por mucho tiempo.
Una tarde, mientras leían juntas la quinta parte de las historias de Lemony Sniket's algo llamó la atención de Maca.
—Por Dios, mira eso Eli — señalando hacia la ventana.
—Wou... ¡Qué estupendo! — dijo ella con asombro.
Ambas corrieron hacia allí y abrieron las cortinas de par en par para poder asomarse a contemplar un increíble cielo despejado y adornado por el efecto crepuscular del sol que producía una especie de luz entre anaranjada y rosada.
—El cielo rosado— dijo Eli.
—Papá me decía que siempre que apareciera sería signo de buenos deseos — recordó Maca en voz alta.
Eli la miró con ternura, la abrazó y le dijo — Ojalá Maca, ya verás que sí.
Sobre el cachete de Maca se deslizaba lentamente una espesa lágrima que dejaba su rastro húmedo a medida que recorría su rostro. Se sentía sola y vacía. Su vida le había arrebatado su propia alma y en su interior sólo podía albergar una profunda sensación de tristeza y desolación. ¿Qué sentido tiene la fe cuando uno ya lo ha perdido todo?
Fragmento del diario de Liliana Ellen, encontrado entre las pertenencias de Elizabeth Martínez.
Todo ha cambiado este año. Si bien siempre supe que mamá ocultaba algo... todo empeoró luego de visitar la biblioteca de los tilches. Ha estado leyendo sobre sus viejos rituales y hasta incluso creo que ha participado de uno de ellos. Desde la noche en que llegó luego de la madrugada y papá desapareció... todo empezó a cambiar.
Los animales se enfermaron repentinamente, incluso algunos ya han muerto, las cosechas se secaron sin ningún motivo y las aves comenzaron a anidarse en el techo de a bandadas. Jamás la noté preocupada por la ida de mi padre y cuando le consulté simplemente se limitó a responderme que de seguro habría conocido a otra "chiruza" y se habría escapado con ella.
Desde entonces sólo la veo encerrada, leyendo, estudiando aquellos extraños y antiguos libros...
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