El viento barre las hojas de otoño y descubre la ruta provincial Nº17, aquel viejo y olvidado tramo que durante mucho tiempo conectó al pueblo de Kuntul con el resto de la Patagonia, ahora yace oculto bajo el abandono y el horror.
Sólo algún que otr...
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Fragmento del diario de Liliana Ellen hallado entre las pertenencias de Elizabeth Martínez.
Logramos bajar pero fue un error. Ella volvió. Abajo no quedaba nadie con vida. Los mató a todos, hombres, mujeres, niños. Llegamos a ver al padre Fernando, tenía una cruz clavada en el pecho, fue aterrador. Algunos estaban desmembrados, Dios mío. Nahuel no pudo salir, ella le rompió el cuello. En cuanto a mí, Intentó matarme pero corrí mejor suerte y pude escapar. Logré encerrarme en mi cuarto y atracar la puerta, la protegí con una oración que me había enseñado Nahuel, ojalá funcione. Aunque no me ha salido del todo bien, en el forcejeo tuve que hacer una sobre fuerza y terminé abriéndome la herida que jamás sanó del todo. Si salgo de aquí ella me matará, pero si me quedo así moriré a causa de la infección. Intentaré aplicando algo de lo que tengo en el maletín.
Luego del violento episodio de la casa de Eli, los cinco jóvenes habían quedado conmocionados. Amanda estaba destruida por la pérdida de Emiliano. El sheriff Benítez se había comprometido en averiguar quién o qué había sido el responsable de su muerte pero llevaba días sin aparecer, nadie sabía dónde estaba. Muchos vecinos lo dieron por muerto y muchos otros estaban seguros de que había abandonado un barco que llevaba meses de hundido.
Los días eran cada vez más acotados y las temperaturas bajo cero se empezaban a hacer presentes. De vez en cuando, las calles amanecían nevadas. El otoño estaba arrasando con toda señal de verde, Kuntul se había vestido de sepia. La pequeña comarca funcionaba, pero eso no sería por mucho. Cada vez era más frecuente el caminar por las calles y toparse con vehículos cargando equipajes, listos para abandonarlo todo, listos para no volver.
Maca observaba desde la ventana del living de Eli como los patrulleros iban y venían, mientras su amiga se concentraba en el noticiero local que transmitía el canal 5 de TVsur.
— ¿Habrá pasado algo? — preguntó Maca con una mano en la cortina.
— ¿Por qué? ¿Viste algo extraño? — curioseó Eli.
— No, es decir, no es nada del otro mundo pero los patrulleros se mueven de forma inusual. Como si algo hubiera pasado — explicó ella.
— Entonces puede ser, a estas alturas es muy probable que sí — contestó Eli mientras hacía zapping desde el sofá.
— ¿A qué hora habíamos acordado juntarnos? — consultó Maca con tranquilidad.
Eli se alteró al escuchar aquella pregunta e instintivamente dirigió su mirada al reloj — ¡Por dios! A las 15. Ya es hora — dijo sorprendida — Le avisaré a Cinthia, aguárdame aquí, ya bajo.
Eli se levantó de un salto del sofá, acomodó sus pantalones y subió las escaleras camino al cuarto de su hermana. Al llegar a la puerta la encontró cerrada y el detalle la hizo estremecer, por un segundo la imagen le recordó a su pesadilla frecuente. Pero no había tiempo que perder, debía hacerle frente a sus miedos.