Capítulo 9 - "Mal Augurio"

241 52 18
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Primero fueron los Hernández, luego los Morales, luego los Montoya y luego otros y otros y otros.

La nevada había sido demasiado, los secuestros aterrorizaban a cualquiera y nadie estaba dispuesto a morir en manos de aquel "presunto" asesino. Por aquellos días casi un centenar de familias que habían llegado a Kuntul con la idea de probar suerte terminaron por abandonar sus hogares en busca de horizontes más seguros.

Las investigaciones infructuosas no ofrecían tranquilidad, ni los mejores expertos eran capaces de descubrir el origen de los males: los gritos agonizantes en plena noche, las extrañas figuras avistadas en los alrededores, las desapariciones, las muertes... Una nevada en pleno verano podía llegar a explicarse pero no los hechos que anteriormente se detallan.

Las calles estaban invadidas por el silencio sepulcral del abandono y por carteles que portaban escrituras como: "cerrado por duelo", "nos mudamos" o "volverá a ocurrir", estos últimos pertenecientes a una campaña llevada adelante por los Tilches. No había quién comprendiera a qué se referían, en general, casi nadie los podía entender, pero valía la pena prestarles atención, sobre todo últimamente que estaban actuando de aquella forma tan inusual. La escasa cantidad que aún persistía en las tierras vivía agrupada en grandes carpas y modestas casillas río arriba, muy cerca del límite del pueblo. Se resistían a la modernidad en lo absoluto. Solían sembrar y cosechar sus propios alimentos, eso era algo normal de ver. No frecuentaban casi nunca las calles céntricas y mucho menos compartían palabras con los vecinos que no fueran de su grupo. Pero en Kuntul los últimos meses nada estaba sucediendo como debería y este ítem no sería la excepción. Cada vez que alguien se cruzaba con uno de ellos escuchaba la misma frase "wataku manchay", lo que traducido al español podría entenderse como "peligro, wataku", siendo "wataku" el mayor de sus temores. Según ellos, llevaba más de ochenta años sin aparecer y temían que al hacerlo, volviese con más sed de sangre que nunca. Quizás esto pueda explicar los extraños rituales que practicaban por las noches dónde armaban enormes fogatas y sacrificaban animales mientras interpretaban singulares canciones en quechua.

Pero eso no era todo... también estaban las aves, algo terrible les ocurría. Volaban en bandadas desorganizadas y de vez en cuando morían de a grupos de diez o más. Cantaban sin cesar, noche y día. Pero su canto no transmitía alegría, sino más bien terror. Parecían estar dando aviso sobre lo que ocurriría o sobre lo que estaba sucediendo.

Las pequeñas granjas locales que aún permanecían en actividad estaban traspasando por la peor cosecha en años. Luego de un beneficioso período anterior llegó el invierno para arrasar con todo el verde a manos de la nieve y una vez recompuesto el clima nunca pudieron retomar el camino de la prosperidad. Ya nada crecía en aquellas tierras que antes eran tan fructíferas, las pérdidas resultaban insostenibles.

El sheriff Benítez ya había perdido la cuenta de las denuncias tomadas sobre extraños casos de desaparición. La comisaria local estaba a punto de ser derogada y relevada por los federales. De hecho, en un último contacto con sus superiores en Buenos Aires, Benítez tuvo que disfrazar los números. Si se llegaran a enterar de las cifras reales no sólo intervendrían el cuartel sino que además y de seguro lo removerían del cargo.

Este era el primer caso que le demandaba tanto tiempo y esfuerzo develar. El comisario era un tipo de armas tomar, su bigote lo decía todo.

Nunca se conformaba con un "no" como respuesta, él siempre estaba un paso por adelantado y nunca tuvo mayores dificultades en encontrar a los responsables. Aunque esta vez era diferente, y más allá de sus ganas y su fuerza de voluntad él sabía que algo extraño ocurría.

El día después de la nevada fue de los peores momentos en la vida de Maca. No sólo tuvo que lidiar con la terrible desaparición de su padre sino que además, justo en el momento en que le tomaban la denuncia, la policía local recibió un fatal reporte. Los diecisiete desaparecidos, entre los cuales se encontraba su padre, habían sido hallados sin vida.


Fragmento Artículo Periodístico "el patagónico"

Finalmente se confirmó que la severa tormenta de Kuntul ha dejado diecisiete víctimas fatales. Durante la mañana del día de hoy se han hallado a orillas del río Neuquén los cuerpos sin vida de las personas desaparecidas.

Por el momento se desconoce el modo en que llegaron hasta allí y varios familiares se hicieron presentes en la comisaría local en busca de una investigación precisa sobre los hechos. La causa quedará a cargo del Fiscal Lauriente y el sheriff Benítez.

Como periodistas y comunicadores que somos sólo podemos ofrecer nuestro pésame para cada uno de los integrantes de las familias afectadas. Lamentamos el desastre, sobretodo para un pueblo tan bello como nuestro acogedor Kuntul.


El último llamado que Eli había recibido fue la noche de la fatídica nevada y la frase que aquella voz le transmitió se repetía una y otra vez en su mente: "Corre ahora que puedes, vete ahora que sabes. Pronto, tú tomarás mi lugar". Cada vez dudaba más sobre si realmente quién llamaba era quién decía ser.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Los Sucesos de KuntulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora