Capítulo 16 - "Tilches"

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Fragmento de la declaración testimonial de Cinthia Martínez por el caso de desaparición de Elizabeth Martínez

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Fragmento de la declaración testimonial de Cinthia Martínez por el caso de desaparición de Elizabeth Martínez.

FISCAL— Volvamos a la primer parte de su testimonio. Usted menciona que fueron al campamento tilch...

CINTHIA — Sí señor, per...

FISCAL — Interrumpe — aguarde señorita, no terminé. Le decía usted afirmaba haber visitado el campamento aborigen junto a Macarena López, Gerónimo Díaz, Nicolás Hoffman y su propia hermana, Elizabeth Martínez. Dígame entonces, ¿Por qué lo hicieron? Que yo sepa... aún no habían iniciado las clases por lo cual dudo que hayan estado realizando un trabajo grupal. Por otro lado, ninguno tiene parientes, al menos cercanos. Así que... dígame por favor señorita. ¿Qué hacían ahí?

CINTHIA — Fuimos a solventar unas dudas.

FISCAL — ¿Qué clase de dudas señorita?, sea específica por favor.

CINTHIA — Creíamos saber dónde encontrar a Lucy y a mi padre y sospechábamos que ellos podrían tener algún indicio.

FISCAL— ¿Qué clase de indicios?, necesito que sea clara, sus respuestas no tienen solvencia.

CINTHIA — Es difícil de explicar...


Aquella tarde, luego de visitar la biblioteca, los cinco jóvenes tomaron el único colectivo del pueblo y no bajaron hasta llegar al final de su recorrido, casi en los límites de Kuntul dónde estaba armado el campamento tilche.

El cielo se había nublado y la lluvia se veía cada vez más próxima. Desde allí, todo resultaba muy descolorido y "atrasado". Casi no se avistaban viviendas, sólo alguna que otra casilla de madera y chapa junto a un gran número de carpas. El piso era de tierra y por sectores dónde la lluvia se acumulaba sólo había barro.

Al descender pudieron ver a dos niños pequeños jugando en la entrada. Ambos con el torso descubierto y con un pequeño pantalón de arpillera. Correteaban de un lado al otro mientras se derretían a carcajadas. De fondo, se oía el cantar de una decena de ellos, recitaban las estrofas de una de sus canciones sagradas. Verlos era casi imposible, estaban muy lejos. Aquella imagen grisácea de abandono junto al horrendo cantar no incitaba a otra cosa que al mismísimo demonio.

Pronto, una mujer robusta y con pronunciadas facciones aborígenes se asomó a la puerta y se dirigió a los críos que estaban jugando con un gritó hablado en un extrañó idioma... Era de suponer que les habría impuesto que entraran ya que ni bien oyeron el reto corrieron hacia dentro del campamento.

Tímidamente, siguieron acercándose a la entrada. En la cerca, dos jóvenes que estaban reemplazando el alambre de la puerta los observaban con detenimiento sin dejar de hacer su trabajo.

Una vez dentro, notaron que salvo esos dos, allí ya no quedaba nadie. Las carpas estaban vacías y las casillas también lo estaban.

A medida que avanzaban por el terreno el volumen del canto se intensificaba más y más. Pronto descubrieron que el bullicio provenía de una enorme choza a la que se acercaban lentamente. Por aquellos instantes estaban a casi cincuenta metros del campamento y desde allí los gritos se volvían ensordecedores. Era difícil reconocer lo que estaban diciendo, por momentos hablaban en quechua y por momentos en español, aunque había una palabra a la que recurrían una y otra vez... "WATAKU".

Los Sucesos de KuntulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora