Capítulo 12 - "BASTA"

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Fragmento declaración testimonial por la muerte de Tomás Méndez

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Fragmento declaración testimonial por la muerte de Tomás Méndez

FISCAL — ¿Dónde estaba usted cuando su hijo desapareció?

MARTA — (Rompe en llanto) De vacaciones con mi esposo.

FISCAL — ¿Estaba al tanto de lo que investigaba Tomás?

MARTA — Algo me había comentado, honestamente con el trabajo y las obligaciones casi no me quedaba tiempo para prestarle demasiada atención.

FISCAL — De modo que usted sabía que planeaba invadir la propiedad privada de los Ellen.

MARTA — ¿Qué dice? ¿Cómo iba a saberlo?, me enteré luego de que lo hizo.

FISCAL — ¿Llegó a mencionar algo sobre su investigación? ¿Un detalle? ¿Una pista?

MARTA — No, de ninguna manera, no me dejaba preguntar. Según él, era un trabajo de literatura escolar.


Amanda y Cinthia habían salido de compras para preparar la cena, mientras tanto Maca dormía la siesta a un lado de Eli, quien leía un libro desde la comodidad de su cama en compañía de una taza de té. Durante las primeras páginas la lectura había sido nítida y placentera, pero por aquellos instantes comenzaba a darle batalla al sueño. Sus párpados querían caerse para descansar pero su mente curiosa se resistía a dejar de leer la historia. Necesitaba seguir y a la vez necesitaba dormir. La ventana tampoco ayudaba, los rayos de sol que se traslucían por las cortinas invitaban al descanso. El silencio de su cuarto, sólo interrumpido por la respiración de su amiga dormida, era otra perfecta excusa para marcar la página y cerrar los ojos por unos minutos.

Cerca de las seis, el teléfono de su casa comenzó a sonar. No sabía con exactitud qué hora era pero se podía orientar por el notable cambio en la luz solar. Se había quedado dormida y el teléfono sonaba con insistencia. Temerosa, casi sin querer hacerlo se erguió, fue hacia el tubo y lo levantó.

— ¿Hola? — consultó entredormida.

— Beth, tienes que ayudarme — era la extraña voz latosa y por primera vez se oía desesperante — Beth te necesito cuanto antes — insistió.

— ¡Oh Lucy! ya no creo que pueda hacerlo — le contestó refregándose los ojos.

— Interrumpe con tono imperativavo — ¡NO!, no puedes dejarme — se serena y rompe en llanto — No sabes cómo es aquí, ayúdame.

— ¿Cómo te ayudo Lucy? – preguntó sorprendida.

— Tienes que ir a la calle Hudson 213, es la biblioteca, necesito un libro — ordenó.

La joven había quedado helada, no sabía qué hacer ni cómo reaccionar. Llevaba más de dos meses sin llamar y ya la creía muerta, otra vez.

— No Lucy, no iré, lo siento — y cortó el teléfono.

Casi de inmediato, el teléfono vuelve a sonar. Eli decide que esta vez no atendería. Pese a su negativa por levantar la llamada, el tono no paraba, seguía sonando, lo hacía insistentemente y ella, cansada de todo, se levantó y tomó el tubo con brusquedad.

— Deja de llamar maldita muerta, déjame en paz — gritó y cortó nuevamente mientras arrancaba los cables de la línea. Maca que se había despertado la observaba boquiabierta.

Esa noche se volvieron a escuchar los solitarios gritos que merodeaban por el bosque.


Fragmento del diario de Liliana Ellen, encontrado entre las pertenencias de Elizabeth Martínez.

"Mamá está cada vez peor. Intenté llamar al padre Benítez para que la ayudara pero parece que empeoró las cosas. El monaguillo que lo acompañaba, Nahuel Pérez, logró escapar. Con el padre no sé qué habrá hecho. A mí me tiene encadenada atada por los pies,. No puedo salir de la casa. La última vez que le pregunté algo me hirió un brazo con un cuchillo. No sé cómo seguir, ni cómo escapar. Estoy atrapada con un monstruo..."


En casa de Tommy, mientras tanto el teléfono sonaría misteriosamente.

— Hola... ¿Marta? — se oye decir de una joven voz.

— Sí, ¿Quién habla? — contestó ella con intriga.

— Gero, amigo de Tommy. ¿Cómo le va? Me preguntaba si podría pasar por su casa para hablar con usted.

— Sí, por supuesto Gero, ¿Sobre qué quieres hablar? — preguntó extrañada.

— Lo siento Marta, será mejor que sea en persona — Luego cuelga.



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Los Sucesos de KuntulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora