Capítulo 22 - "El Viaje"

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Estaba oscuro, a esa altura los árboles eran tan altos que tapaban la luz del sol. Ella corría desesperada, Nico la seguía. Con cada paso que daban se escuchaba el crujir de las hojas secas del bosque. Podían sentirlo. Alguien los estaba observando y los seguía.

De pronto se escuchan los gritos, estaban cerca, más que nunca. Ellos no se detienen, apuran el paso y corren tan de prisa como pueden. A lo lejos, entre los árboles, divisan una vieja cabaña inmersa en las profundidades de las tinieblas. Corren hacia allí, gritando, pidiendo ayuda.

Antes de que llegaran, la puerta comienza a abrirse y ellos se detienen. Alguien sale de allí y los observa, la suciedad de su rostro y la palidez de su tono de piel los confundieron pero finalmente lo notaron, era Lucy. Los aguardaba allí, en la puerta. Eli sentía que no controlaba sus pies y que en cualquier momento podría aparecer la bruja y asesinarlos a todos. No podía dejar de mirar a su amiga y por un segundo sintió que todo andaría bien, pero sólo fue un segundo. De repente, la tierra tembló y Eli comenzó a escucharlo. Era el tren, el tren con el que Maca los había abandonado. Se acercaba a toda máquina y antes de que llegaran a Lucy, ella despertó. Temblorosa y sudorienta, aún no eran ni las tres de la madrugada, faltaban pocas horas para partir y estaba muerta de miedo.


Fragmento de la declaración testimonial de Amalia Di Santo por el caso de desaparición de Elizabeth Martínez.

AMALIA — No sólo es Eli, también está Lucy, Gerónimo, Nicolás, Sebastián y muchísimas personas más.

JUEZ — Otras personas cuyos casos ya han sido investigados y esclarecidos con el justo aval de su familia. La única que pareciera no entender qué sucedió fue usted.

AMALIA — Dígame entonces qué sucedió. ¿Qué sucedió con mi hija? Dígamelo.

JUEZ — Su hija se fue de su casa junto a su padre quien posee la tenencia y quien no ha efectuado ninguna denuncia por desaparición. En cuanto a usted, está pasando por un shock post traumático por la pérdida de su pareja y no logra comprender que no puede culpar al estado provincial por no brindarle seguridad cuando claramente no ha sucedido nada fuera de lo común.

AMALIA — ¿No puedo culparlos? ¿Acaso es una broma? Benítez estuvo meses enteros, completamente perdido sin saber ni siquiera por dónde empezar a investigar y ahora nadie sabe dónde está. Luego llegó Gutiérrez pero resulta que él tampoco ha sabido solucionar los problemas. ¿Y yo no puedo culparlos? Miren lo que hicieron con el pueblo, está casi deshabitado, no queda nadie. Es claro que esto se les fue de las manos y que debían haberlo dejado a cargo de la policía federal. Además, señor Juez, esa teoría es incomprobable.

JUEZ — Le concedo sus opiniones con respecto a Benítez y a Gutiérrez, es por eso que han sido desafectados de la fuerza. No creemos necesario la presencia de los federales para solucionar algo que ya está solucionado. Si el pueblo está vacío no es por culpa nuestra, son realidades que suceden a menudo en las pequeñas comarcas de la Patagonia. En cuanto a mi teoría no creo que sea incomprobable nuestro argumento, de hecho, hasta no dar con su ex marido, nuestra hipótesis es la más consolidada. Por el contrario, la de usted es la más irracional que he escuchado en mi vida, una absoluta burla al sistema judicial.

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