EL CAMPING
Fui a recogerla a su casa en un caluroso jueves de finales de julio. Me fumé un cigarrillo esperándola en su portal. Me fijé en su corto vestido blanco de verano mientras bajaba los últimos escalones. Qué bonita se veía.
Me dio un largo beso en los labios y me agradeció una vez más la pequeña escapadita que nos íbamos a dar. Me había costado lo mío reservar un lugar en ese camping al borde de la playa. Tan tarde a esas alturas del verano, fue toda una hazaña, pero por mi novia haría lo que fuera.
Verla tan bonita disipaba cualquier duda sobre el valor del esfuerzo realizado. Cinthya cargaba una mochila bastante pequeña. Cualquier chica de dieciocho años que se prepara una maleta, habría intentado llevarse medio armario, aunque solo fuera para ir a la playa. Pero mi novia era realista, tan solo necesitaba un par de vestidos de verano y algún que otro bikini.
Nos dirigimos a la estación de autobuses. Ya por el camino me daba cuenta de cómo otros hombres miraban a mi niña. Era perfectamente entendible. Tenía un esbelto cuerpo con delicadas curvas, unos firmes pechos, y piernas torneadas. Era el centro de todas las miradas de muchos envidiosos hombres.
El viaje en autobús fue de lo más normal, y a decir verdad, dormimos durante la mayor parte del trayecto. Gracias al aire acondicionado, no pasamos calor. Lo único es que a Cinthya se le marcaban los pezones debajo del vestido por el aire fresco que nos llegaba. Al parecer que no llevaba sujetador. Menos mal que dormía, porque la pobre hubiera pasado mucha vergüenza por las constantes miradas indiscretas de los hombres sentados a nuestro alrededor.
Llegamos felizmente al pueblo donde se encontraba el camping. Una vez allí me dispuse a montar la tienda de campaña mientras Cinthya se fue a comprar unos refrescos. Estuve intentando descifrar la posición de esos tubos de plástico, vi que a nuestro lado había un grupo de tres chicos tocando la guitarra mientras se fumaban unos cigarrillos y tomaban unas cervezas.
Cuando por fin llegó Cinthya yo ya lo había dejado todo montado. Los chicos del camping vecino, por supuesto, se quedaron mirándola embobados. No era para menos; Cinthya venía completamente empapada. Me contó que se había pasado por la piscina del camping, explorando el recinto, y que se había puesto a hablar con el socorrista. Parece que este, que le había tomado confianza muy rápidamente, la había empujado al agua para hacerle una broma.
No le di mucha importancia, pero la verdad es que estaba bastante bonita con toda la ropa pegada al cuerpo. Se adivinaban sus pezones de color rosa pastel a través de la tela blanca, y el resto del vestido se pegaba a su piel contorneando perfectamente su figura. Me daban ganas de meterla en la tienda y hacerle el amor, aunque fuera en pleno día. Le dije que me iba a echar una siesta porque estaba cansado, pero ella prefirió quedarse fuera dando vueltas y ordenando nuestras cosas.
A pesar del ruido que hacían los chicos del camping vecino, me quedé profundamente dormido durante unas horas. Cuando desperté, noté cómo el sol de verano pegaba con fuerza sobre la tela de la tienda, convirtiéndola en un horno. Salí rápidamente, sudando, como hace mucho que lo hacía y me puse a buscar a Cinthya. Tras unos minutos sin verla, escuché su risa proveniente de la tienda de campaña vecina, la de aquellos chicos ruidosos que vimos desde que llegamos.
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Demasiado Inocente (+18)
Teen FictionComo una persona puede estar tan ciega de amor y confianza que ve las acciones de su pareja como algo de lo más normal. Mientras que uno de ellos descansa de una borrachera y se recupera de un accidente en la playa, el otro disfruta de aventuras sex...