CAPÍTULO 4

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EL VIAJE A LA PLAYA

Narra él:

Ese día decidimos ir a la playa todos juntos, mi novia y nuestros nuevos e inseparables amigos. Como éramos cinco, cabíamos perfectamente en su auto, de manera que, encima debemos estarles agradecidos de por vida por habernos llevado. A mí me dejaron ir delante, de copiloto, mientras mi novia se sentaba justo detrás de mi asiento, perdiendo así el contacto visual con ella. El camino fue corto y me lo pasé todo el rato preparando unos cigarrillos para los chicos y también para mi novia, que resulta que ahora también fumaba.

Ella se había puesto muy guapa para ir a la playa; un bikini azul oscuro que le sentaba genial. A mi novia le debían estar haciendo mucho efecto los cigarrillos, porque no paraba de reírse nerviosa. Uno de los chicos, Luis, no paraba de bromear con ella. Al llegar me sorprendió que, a pesar de que el viaje en auto fue corto y con pocos baches, mi novia acabó con la ropa descolocada completamente.

Narra ella:

Me senté atrás con estos chicos que habíamos conocido. La verdad es que me cayeron muy bien y me lo estaba pasando genial con ellos. No parábamos de bromear mientras compartimos unos cigarrillos que mi novio había preparado. Pero entonces, algo pasó que me resultó un poco embarazoso; se cayó un cigarrillo debajo de mí y Luis, que no se molestó en preguntar, simplemente metió la mano ahí abajo. Empezó a tocar entre mis piernas y sin querer empezó a tocarme directamente los muslos y la parte inferior del bikini.

Yo le miraba incrédula preguntándome cómo podía tener tal atrevimiento. Pero por otra parte, sabía que el chico solo intentaba encontrar su cigarrillo, así que decidí ayudarle. Me recosté sobre él, apoyando mis brazos en sus fuertes piernas para que tuviera mayor facilidad para encontrar lo que buscaba. Le pregunté si andaba cerca y me dijo que sí, que ya lo había localizado pero que me quede así para poder alcanzarlo.

En esa posición aproveché para pedirle un cigarrillo a mi novio, que me lo puso en la boca y me lo encendió. Menos mal que me tapó la boca con el cigarrillo en ese momento, porque justo Luis se confundió y sin querer me pasó la mano por toda la rajita de la vagina, metiéndo un poco el bikini hacia dentro. Me enfadé un poco y le dije que qué hacía. Luis sin parar de restregar su dedo respondió que el cigarro se había quedado entre las costuras del asiento, y creyó que era por ahí que estaba buscando.

Vaya error, confundirme a mí con el asiento, pero no podía negar que me estaba dando placer, aunque fuera por accidente. Tampoco quería decir nada más delante de mi novio para que no se molestara. A mí me hacía gracia y me entraba la risa por la situación, porque era cómico que confundiera mi bikini con el asiento. Aunque por otra parte, me pude fijar en el bulto que empezaba a crecer bajo su bañador y no quise que la cosa pasara a mayores. Así que me puse bien sobre mi asiento y le dije que ya encontraríamos el cigarrillo cuando llegáramos.

Cuando por fin nos estacionamos cerca de la playa, nos pusimos a buscar una zona libre lo que resultó sencillo porque estaba casi vacía. Parecía mentira que hubiera tan poca gente, quizá, porque era un lugar un poco más apartado y había que llegar en auto. Además a esas horas y con ese sol de justicia, poca gente se atrevería a pasar por allí.

Nos instalamos en la orilla y uno después del otro, todos empezaron a mostrar sus cuerpazos, quedándose solo en bañador. Se pusieron crema ayudándose entre ellos ya que yo me negué a hacerlo. Le pedí a mi novio que me ayudara a mí con la crema, pero el tonto no quiso, ya que parecía un poco enfadado por alguna razón.
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Demasiado Inocente (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora