CAPÍTULO 8

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DE VUELTA AL CAMPING

Pasamos un rato tomando el sol pero ya como a las tres de la tarde nos dio mucha hambre y decidimos volver. Ya en el camping nos encontramos con nuestro amigo el socorrista, que había venido hacia nuestras tiendas diciendo que nos estaba buscando todo el día. Le contamos que habíamos ido a la playa y que era una pena que él no hubiera podido venir.

Después de comer mi novio quería tomar una siesta. Me fui con él a nuestra tienda y me ofrecí para que hiciéramos el amor, porque la verdad después de todo lo de la playa me había quedado un poco excitada. Al sacarme el bikini me fijé que se me había impregnado todo por dentro con los fluidos de mi vagina.

Pero el idiota de mi novio me dijo que estaba cansado y que quería dormir un rato. Me quedé desnuda sobre mi saco de dormir un rato intentando descansar también, pero no conseguía relajarme. Al oír las risas de mis amigos hablando con el socorrista en la tienda de al lado, agarré el primer vestido que encontré y me fui a visitarlos mientras mi novio se quedaba roncando.

Al verme noté que cambiaron de conversación muy rápido, no sé porqué. Me picó la curiosidad así que sin más les pregunté de qué hablaban. Luis respondió con evasivas diciendo que era privado. Yo me decepcioné un poco porque pensaba que ya tenían suficiente confianza conmigo, así que se lo dije y al final me respondieron.

—Cinthya, es que nos da vergüenza, nada más. —Dijo Luis para animarme.

—¿Por qué te iba a dar vergüenza? 

—Bueno, si insistes. Comentábamos lo gracioso que es que no tienes ningún pelito en tu vagina.

—¡Ay! ¿pero cómo hablan de eso? —Pregunté un poco alarmada.

—Bueno, es que le estábamos contando al socorrista lo bien que nos lo hemos pasado jugando en la playa y lo divertido que ha sido cuando hemos conseguido robarte el bikini. 

—La verdad que ha sido divertido, y es verdad que es gracioso que yo lo tenga depilado porque ustedes lo tienen al revés.

Nos reímos todos de la situación. Me fijé que mis amigos seguían con los mismos bañadores de la playa e iban sin camiseta para que les diera el sol en sus músculos. Excepto el socorrista, que llevaba la camiseta blanca de uniforme.

—Vaya, qué pena habérmelo perdido.

—Bueno, ¿por qué no te vienes la próxima vez? Pregunté inocente.

—No podré porque tengo que trabajar aquí en el cámping.

—Oye Cinthya, ¿por qué no le enseñas cómo lo tienes depilado? Así se quedará menos triste por no haber venido. —Dijo Carlos entonces.

—¡Uy, qué dices! Me va a ver medio camping. 

—Bueno, pues ponte aquí dentro de la tienda y ya está.

Me lo pensé un poco porque no entendía muy bien como eso haría que se sintiera menos triste si al final no podría venir a la playa igualmente. Pero como ellos tenían tanta confianza como mis hermanos y ya nos habíamos visto desnudos, tampoco pensé que tuviera mucha importancia.

—Bueno, vale, si eso te hace sentir mejor. 

Entré en su tienda, que olía un poco mal a sudor, y me puse de rodillas justo a la entrada pero con la cremallera abierta para que me vieran. Me tapaba lo justo que si alguien pasaba por el camino no me verían. Luego, apretando bien mis piernas, levanté el vestido hasta mi cintura.

—¡Vaya! ¡Si no llevas ropa interior! —Exclamó Luis.

—Es que el bikini estaba sucio. 

Pero les daba igual, estaban todos como bobos mirándome ahí abajo. Qué tontos pueden llegar a ser a veces los chicos. Me incliné para mirarme a mí misma, y pude apreciar lo bien que se veía mi monte de venus todo depilado y brillante como el de una niña, y a pesar de cerrar bien las piernas se veía parte de mis abultados labios vaginales.

Le pregunté al socorrista si ya le valía con eso, porque me estaba cansando de estar de rodillas y me empezaba a doler un poco porque el suelo estaba duro y con algunas piedrecitas. Me dijo que sí pero que no era justo porque los otros me habían visto también por detrás. Yo me dije que era una tontería porque todo el mundo tiene nalgas y qué más le tiene que dar verme a mí. 

Pero para terminar ya con eso me giré de espaldas a ellos y me eché para adelante. Me quedé un rato así y me hizo gracia que no dijeran nada y se quedaron en silencio todo ese rato. Cuando ya me cansé me levanté y les dije que ya era suficiente y que si tanta pena le hacía que se las arreglara para venir con nosotros a la playa al otro día. Pero él insistió en que no podía tomar ningún día de fiesta porque era temporada alta.

Como ya al poco rato se iba a despertar mi novio, les dije que mejor me iba a cenar con él esa noche porque creo que estaba un poco enfadado conmigo por no estar demasiado con él. Los chicos insistieron en que me quedara con ellos de todas formas. Yo me negué, pero se quedaron más tranquilos cuando les dije que les iría a dar las buenas noches antes de irme a dormir.

Con mi novio cenamos en el bar del camping. Y menos mal, porque después de la siesta se había tranquilizado un poco y estaba menos enfadado. Al volver a nuestra tienda me dijo que si quería hacer el amor. Yo la verdad dudé porque les había prometido a los chicos que pasaría a verlos antes de ir a dormir, pero no me podía negar después de todo lo que habíamos discutido ese día.

Lo que pasa es que no aguantó casi nada, me monté encima suyo y en cinco minutos ya se había corrido dentro de mí. Además, como de costumbre, se quedó dormido como un tronco justo después. Me puse entonces un calzoncito blanco de algodón que tenía para dormir y una camiseta apretada pero como elástica que era bastante cómoda y me gustaba usar de pijama.

Vestida así, me fui a la tienda de al lado, donde se escuchaban las risas de mis tres buenos amigos. Se pusieron muy contentos cuando me vieron, y me ofrecieron un cigarrillo y una botella de vino que estaban compartiendo mientras jugaban a cartas. Lo único es que estaban desnudos. Me dijeron que normalmente dormían así, y que como era tarde ya no esperaban que yo viniera y se habían puesto cómodos. Pero les dije que no pasaba nada, que había confianza y que total ya les había visto en la playa.
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Demasiado Inocente (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora