CAPÍTULO 11

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VOLVEMOS A LA PLAYA (parte 2)

Narra ella:

No me lo podía creer, se había corrido un minuto antes de que a mí me llegara el orgasmo, justo cuando mejor me lo estaba pasando. Me había dejado follar en público en una playa con gente, con la vergüenza que me provocaba, y encima me tenía que quedar con el calentón.

Ahora me tendría que dar un chapuzón al agua para bajar la temperatura corporal. Le pedí a mi novio que me diera la parte baja del bikini, para no tener que bañarme desnuda delante de desconocidos. Pero el infeliz se había quedado dormido, como de costumbre, justo después de correrse.

Lo miré al pobre, completamente noqueado, con el sol dándole de lleno en el pecho. Y es que encima me tendría que preocupar de ponerle crema para que no se quemara. Pero pensé que ya lo haría cuando volviera de bañarme.

Vi mi bikini al otro lado de la toalla, así que me agaché inclinándome sobre él para alcanzarlas. En ese momento, estando yo como una perrita apoyada sobre mis cuatro extremidades, oí a Luis y Carlos que llegaban por detrás. Iban entretenidos hablando animadamente entre ellos y esperé que no se fijaran en que no llevaba nada debajo de mi vestido.

—Hola Cinthya. —Dijo Carlos.

—Hola chicos ¿Qué tal lo están pasando? —Respondí girando la cabeza hacia atrás, sin darme tiempo a cambiar mi postura.

—Pues muy bien, acabamos de darnos un baño. Qué guapa estás siendo la única persona vestida en una playa nudista.

Me reí discreta, y pensé que quizá de verdad no se habían fijado en que no llevaba mis bikini.

—Veníamos a pedirte un poco de crema solar, que a nosotros se nos ha acabado. Y bueno, si no te importa, te queríamos pedir que nos la dieras tú. Si a tu novio no le molesta, claro. Aunque dudo que le importe en su estado actual.

—¿Y qué pasa, que no saben hacerlo solos? —Pregunté yo.

—Es que los dos solos y desnudos nos pueden confundir con homosexuales, y no nos gustaría esa confusión.

—Lo que pasa es que son unos vagos, porque en esta playa estamos casi solos, y además no hay problema alguno en parecer homosexuales, idiotas —les dije, pero para no ser muy dura con ellos continué. —Venga, traigan las toallas y se acuestan con nosotros. Creo que podré hacer el sacrificio de echarles un poco de crema en la espalda.

Rápidamente se fueron a por sus toallas. Toda la conversación fue un poco incómoda para mí, ya que yo estaba en el suelo y ellos de pie a un metro de distancia, completamente desnudos y mostrándome sus miembros viriles, que aunque relajados, eran bastante grandes. Me imaginé ahí en el suelo sometida por dos machos, con sus cuerpos fuertes y sus miembros poderosos. Y es que me había quedado muy caliente después de que mi novio me dejara tirada a medio follar, y tener a tales tan cerca de mi cara me había puesto aún más excitada.

Pero me calmé un poco y me convencí de que no pasaba nada. Al fin y al cabo eran amigos de confianza y en eso debía quedarse. No había que darle más importancia. Además, ellos no tenían la culpa de mi estado, y esas movidas debía resolverlas yo sola.

Volvieron y colocaron sus toallas junto a la nuestra, se acostaron boca abajo uno al lado del otro. Me fui a por Luis primero, que había quedado más alejado, con Carlos en el medio entre él y mi novio, que seguía en pleno coma. Me arrodillé a su lado, pero al ver su espalda tan grande y musculosa, me dí cuenta que me llevaría mi tiempo así que directamente me senté a horcajadas sobre sus glúteos desnudos.

En ese momento me acordé de que no llevaba la parte inferior del bikini porque noté su piel directamente bajo mi vagina. Para peor, me había quedado bastante mojada gracias a la follada con mi novio. Esperé que Luis no se diera cuenta y que no le ensuciara demasiado con mis fluidos.

Tras un rato extendiéndole la crema por la espalda, subiendo y bajando y recreándome en cada bulto que formaban sus músculos, le di una palmadita y le avisé de que había terminado. Pero Luis me pidió que le untara también en las nalgas. Me bajé un poco, esta vez sentándome sobre una de sus gruesas piernas, y esparcí más crema. Vaya músculo tenía ahí también, era grande pero muy duro y fuerte. Cuando le dije que ya estaba, por supuesto que me pidió que le diera también en las piernas.

Me senté de nuevo a horcajadas sobre sus glúteos pero hacia el otro lado, de manera que quedaba mirando a sus pies. Carlos, acostado desde la toalla de al lado, me miraba tras sus gafas de sol. Comencé a esparcir crema por las piernas de Luis. El problema era que notaba en mi entrepierna toda la crema que acababa de ponerle en el culo y empezaba a resbalarme un poco sobre él.

Me puso muy nerviosa, porque entre la calentura que me había dejado mi novio y el roce en mis intimidades, me empezaba a ser difícil no gemir de placer. Pero no quería que Luis lo notara y pensara en cualquier cosa de mí. Éramos amigos y no quería que se enfadara conmigo. Lo mejor era intentar parecer natural y hacerle el favor que me había pedido como amiga que era, y sin pensar cosas raras.

Me volví a girar, sentándome sobre él pero ahora mirando otra vez hacia su espalda. Cuando ya acabé le dije a Carlos:

—Carlitos, ¿quieres que también te ponga crema a ti?

—Por supuesto, pero… —dirigiéndose a Luis—, dile que te ponga un poco en el pecho, que también se te va a quemar.

—¿No te importa, Cinthya?

Me alcé para que se diera la vuelta y yo pudiera echarle la crema por delante. Mi idea era sentarme a su lado, sobre la toalla. Pero Luis me sujetó al girar de manera que me tuve que mantener a horcajadas sobre él. Intenté moverme pero él se apoyaba con sus manos sobre mis muslos mientras se giraba y no pude hacer nada. El pobre no se había dado cuenta de que yo estaba desnuda debajo de mi vestido, y de que ahora su pene quedaría justo en contacto con mi vagina. Quizá que él no lo notaría, porque no parecía estar nervioso ni nada.

La mala suerte quiso que al sentarme sobre él, su pene quedara exactamente bajo mi vagina. Tan nerviosa me puse que Luis lo notó, ya que se me escapó un suspiro. Además perdí un poco el equilibrio y acabé apoyándome sobre su pecho.

Intenté pasar página y solo pensar en ponerle la crema, pero era peor aún. Al ir pasando mis manos por su musculatura me movía ligeramente sobre su pene, el cual resbalaba con facilidad por lo pringados que estábamos de crema solar. Desplazó una mano sobre mi cadera, mientras que con la otra se apoyó sobre mi hombro muy cerca de mi cuello, haciendo que mi cara se acercara a la suya. Mis labios vaginales se separaron un poco de manera que su pene surcaba entre ellos. Se me escapó un gemido justo en frente de su cara.

—¿Estás bien, Cinthya? —me preguntó mirándome profundamente a los ojos.

Empezó a mover la mano que tenía sobre mi cadera para tranquilizarme. La mano que posaba en mi cuello me acarició la cara, dejando su dedo gordo sobre mis labios. Me gustaba demasiado la situación, pero me daba mucha vergüenza que él se enterara y pensara que me estaba aprovechando de él.

—Sí, estoy bien.

Su mano moviéndose sobre mi cadera hacía que me resbalara sobre él, y provocó que mi vagina volviera a recorrer ese miembro lentamente. Ya no sé si era la crema o mis flujos lo que mantenían todo tan mojado ahí abajo, pero lo cierto es que aquello fluía con mucha facilidad.

Las palabras “infidelidad”, “aprovechada” y “novio” se cruzaban por mi mente. Volví a recuperar fuerzas, me deshice de la mano que me agarraba del cuello y me reincorporé, alejándome de la cara de Luis. Él llevó sus dos brazos a mis caderas y me aplastaba contra él, mientras que yo me apoyaba en su pecho y hacía fuerza en la dirección contraria. Luis se reía diciendo:

—Pues no estás tan bien, parece que no tienes fuerzas de nada.

Con tanto movimiento lineal sobre él, y las consecuencias del mismo en mi entrepierna, me estaba volviendo loca de placer. Tenía que pararlo como fuera o me iba a acabar corriendo sobre mi amigo. Y eso no lo podía consentir.

Carlos, que estaba tumbado junto a nosotros dijo:

—Vaya, si ya has terminado de encremar a Luis, creo que es mi turno.

No, dile a Luis que te la ponga él, que estoy muy cansada —Dije para evitar otro numerito como ese.
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Demasiado Inocente (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora