CAPÍTULO 25

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CONSULTA MÉDICA

Después de reencontrarme con Cinthya, volvimos a nuestra tienda de campaña para empezar a recoger. Teníamos un par de horas antes de tener que tomar el autobús. Nuestros vecinos no estaban. Mi novia me dijo que se habían ido a la playa, pero que no pasaba nada porque ya se había despedido de ellos.

Yo, la verdad, me desilusioné un poco porque me hubiera gustado recriminarles el haberle metido miedo a mi novia con una culebra y que luego dejaran que la picara, aunque no fuera venenosa. Pero casi mejor así, porque no me hubiera gustado montar una escena delante de Cinthya, sobre todo después de cómo nos habíamos reconciliado esa mañana.

Le pregunté a Cinthya si todavía le dolía la picadura de serpiente. Ella evasiva me decía que no, que no me preocupara. Pero eso solo conseguía que me preocupara más. Cuando terminamos de empacar, le pedí por favor que antes de irnos fuéramos a ver al socorrista para que se asegurara de que no corría ningún riesgo.

-¿Pero qué tendrá que ver él con eso, si no es médico? -me decía, intentando escabullirse.

-Mírame, ¿no ves? -repliqué casi ofendido. -Si me ha podido curar la quemadura tan rápido, algo debe de saber, ¿no?

-Ya, pero... puedo ir a ver al médico mañana ya en la ciudad.

-Cinthya, estas cosas pueden llegar a ser muy serias, y no puedes esperar tanto tiempo. Si tienes algo de veneno tienes que ir a curarte enseguida, ¡cada hora cuenta!

Al final no tuvo más remedio que hacerme caso. Cargados con nuestras mochilas nos dirigimos a la piscina donde sabíamos que estaría el socorrista. Le conté todo y le pedí que por favor si podía revisar a Cinthya antes de irnos para estar seguros de que no corría peligro.

Me molestó un poco que al principio él se pusiera a reír, como si hubiera contado algún chiste. Pero luego se puso ya más serio cuando vió que hablaba en serio.

Cinthya y él intercambiaron unas sonrisas cómplices cuando me preguntó si quería en serio que revisara la picadura de culebra de mi novia. Pero seguí sin entender por qué le costaba tanto comprenderme.

Nos llevó a la misma enfermería donde me había hecho pasar la noche. Entramos todos y puso el seguro a la puerta al cerrar, supongo que para evitar alguna visita inoportuna mientras se ocupaba de revisar a mi novia. Una vez dentro pidió a Cinthya que se sentara en la camilla, y él fue a lavarse las manos de una manera muy profesional. La verdad que solo le faltaba la bata para parecer un doctor de verdad, lo que me daba bastante confianza, aunque en realidad iba solamente vestido con su bañador rojo de uniforme y unas chanclas.

-Así que te picó una culebra, ¿eh...? -prosiguió dirigiéndose a ella.

-Sí... -dijo Cinthya, a quien casi se le escapa una carcajada, creo que como riendo por los nervios.

Pobrecita, a veces le pasa eso cuando se pone muy nerviosa y le entra una risa tonta.

-No te preocupes, que el socorrista sabrá que hacer, mi amor. -Le dije para darle confianza.

-Veamos, ¿dónde te picó la culebra...? -preguntó él.

-Aquí abajo... -Dijo mi novia señalando vagamente la falda de su vestido blanco de verano.

-¿Dónde?

-Aquí... en el medio... -Y Cinthya apuntó de nuevo a través del vestido.

-A ver Cinthya, muéstrale que así no llegamos a ninguna parte -Dije yo impaciente.

Cinthya poco a poco fue levantándose el vestido hasta dejarlo arrugado a la altura de su vientre.

-¿Dónde te picó la culebra, corazón? -preguntó el socorrista.

Me molestaba que siguiera dirigiéndose a ella de una manera tan familiar, pero no era lo más importante en ese momento, así que no dije nada. Cinthya no dijo nada, simplemente llevó un dedo justo al centro de su ropa interior blanca, separando al mismo tiempo las piernas para que pudiera verlo mejor.

-¿Aquí...? -dijo él, acercando a su vez un dedo para palpar la zona afectada directamente.

-Ah... -Dijo suavemente mi novia, y luego soltó una especie de gemido.

-¡Ahí debe ser! Parece que aún le duele... ¿no es así mi amor? -Me animé a decir.

-Sí... -Contestó ella casi sin voz, muy tensa reprimiendo el "dolor" mientras el socorrista seguía palpando en el centro de su entrepierna.

-Pues habrá que inspeccionar la zona, señorita -Dijo el socorrista de una manera muy profesional.

Cinthya levantó su cuerpo para permitir al socorrista sacarle la pequeña prenda blanca que impedía consultar la picadura en cuestión. Ya sin la ropa interior, el doctor improvisado le pidió que se pusiera bien al borde de la camilla, con las piernas muy abiertas apoyándose con las rodillas flexionadas. Pude ver como la vagina de Cinthya estaba muy hinchada y de un color rojizo.

-¡Mira! ¡Ahí le debió picar la culebra, porque nunca se la había visto así! -dije yo preocupado.

El socorrista simplemente procedió a seguir palpando la zona afectada con una mano, mientras mi pobre novia se mordía un labio intentando no gritar, probablemente por el dolor.

-¿Y ahora que hay que hacer? -pregunté.

-Pues mira, en casos como estos, lo primero de todo es chupar el veneno para que la infección no se extienda más -dijo el socorrista muy serio.

El chico fue a buscar un taburete que había junto a un pequeño escritorio y se colocó sentado directamente frente a mi novia, entre sus piernas abiertas. Mi novia me miraba con una cara muy tensa, realmente parecía que le dolía, y yo le sonreí de vuelta para tranquilizarla.

En ese momento me alegré de haberla obligado a hacérselo mirar, porque si hubiéramos esperado al día siguiente seguro se le habría extendido la hinchazón aún más.

El socorrista hundió su cara entre las piernas de Cinthya, y como se suele hacer con las picaduras de serpiente, empezó a succionar para extraer cualquier resto de veneno que hubiera podido quedar dentro. La pobre empezó a gritar, realmente le debía doler, así que para solidarizarme con ella me acerqué a su lado y le ofrecí mi brazo para que se apoyara en mí mientras el socorrista la curaba.

Cinthya me miró y ví que una lagrimita le saltaba casi de uno de sus ojos, y con una mirada llena de amor se me agarró muy fuerte mientras soportaba las chupadas del socorrista directamente ahí donde la culebra le había picado.

Al cabo de unos minutos el chico paró, y pude ver como sus mejillas estaban muy húmedas de haberle estado sacando el veneno. Entonces dijo:

-La infección se extiende también hacia dentro... he podido notarlo con mi lengua... -hizo una pausa para enjuagarse la boca. -Me temo que habrá que hacer una inspección más profunda, a ver hasta dónde llega...

-Lo que haga falta, pero ayúdala, igual que me has ayudado a mí con mi quemadura -le pedí.
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Demasiado Inocente (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora