CAPÍTULO 15

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BACHES EN EL CAMINO

Narra ella:

Cuando llegamos al auto dejaron que mi novio se pusiera delante, porque al ir todo quemado el pobre tendría más sitio e iría más cómodo. Luis y Carlos dijeron que hacía mucho calor para vestirse y tal cual desnudos se metieron en el auto. Luis había amontonado todas nuestras cosas, bolsas y toallas mojadas en un lado del asiento de atrás, y luego se sentó en el poco espacio que había quedado libre.

Cuando me dispuse a entrar en el auto le dije:

—¿Y yo dónde me pongo?

—Uy pues… o te pones encima de mí o encima de las toallas, pero te vas a mojar entera, como tú veas. —Dijo con una sonrisita.

No tuve más remedio que ponerme encima suyo porque no quería llegar al camping con el vestido mojado. Al subirme sobre sus piernas, Luis me levantó el vestido para que no quedara atrapado entre nosotros.

El pobre no se había enterado de nada, y no se daba cuenta que al no llevar yo ropa interior volveríamos a estar como antes, en la misma situación que cuando le puse la crema.

Apoyándome en la puerta del auto y en el asiento de delante donde estaba mi novio, me sujeté un poco para no aplastarlo demasiado. Lo que no me dí cuenta es que al estar un poco levantada, su pene quedaba directamente apuntando a mi entrepierna.

Pero pensé que no pasaría nada si me mantenía quieta, al menos era yo la que controlaba lo que pasaba en esa posición y no iba a permitir que ocurriera otro accidente. Íbamos charlando y riendo porque Luis era un chico muy gracioso y había buena química entre nosotros.

Lo que no anticipé fue que el camino de tierra por el que íbamos no era muy bueno. El primer bache que golpeamos hizo que saliera disparada y luego bajar de repente por el impacto. Eso me hizo sentir cómo la punta del pene de Luis me golpeaba en la vagina bastante fuerte.

No me lo podía creer, me estaba volviendo a ocurrir. Menos mal que al menos mi novio no podía ver lo que pasaba desde su sitio, ya que Luis y yo estábamos directamente detrás suyo. Además el vestido nos cubría por completo.

Pero estaba claro que Luis no tenía ninguna mala intención, puesto que seguía hablándome y bromeando conmigo, cosa que yo estaba agradecida y seguía con mis risas aunque un poco nerviosa.

El camino fue empeorando, y poco a poco los baches se volvieron constantes, haciéndome balancear de arriba abajo sin poder sujetarme bien a nada. El pene de Luis estaba completamente vertical, y con cada sacudida su glande abría los labios de mi mojada vagina, golpeando cada vez su glande en mi entrada.

En uno de los baches más duros, con el salto me golpeé la cabeza contra el techo bastante fuerte. Al caer de rebote sobre el regazo de Luis, mi vagina, que ya estaba lo bastante abierta y mojada por lo que había pasado con Carlos, recibió un trozo de su pene.

—No te vayas a hacer daño. —Dijo Nacho, más preocupado por el golpe que me acababa de dar que por lo otro. —Déjame que te sujete bien. —volvió a decir.

Entonces, me abrazó posando una mano en mi vientre y la otra justo encima, rozando la parte baja de mis pechos. Al siguiente bache me sujetó más fuerte atrayéndome hacia él, y consiguió que su pene se clavara más en mí.

—Ay Cinthya, ten más cuidado, no quiero que te des más golpes en la cabeza, porque te vamos a tener que llevar al hospital. —Dijo Luis con una voz bastante quebrada.

Realmente se preocupaba por mí, lo cual me conmovió. Le daba más importancia a que yo terminara con una conmoción cerebral que a la vergüenza que debía estar pasando por tener esa erección tan desafortunada.

—Bueno, pues agárrame fuerte, por favor, que hay muchos baches. —Contesté para tranquilizarlo.

El camino continuaba siendo muy accidentado, y ahora mi amigo me sujetaba por las caderas presionando hacia abajo cada vez que un impacto me disparaba hacia arriba. Lo único es que, al ser los baches tan seguidos, provocaba que su pene entrara y saliera de mi vagina como si estuviéramos teniendo sexo, aunque en realidad no era eso para nada, simplemente estaba evitando que me golpeara mi cabeza.

Para reducir la tensión, Luis comenzó a hacerme cosquillas con una mano mientras que con la otra me sujetaba. Agradecí que intentara actuar con tal normalidad, porque imaginaba que estaba tan avergonzado como yo por esa situación tan absurda.

Yo me iba riendo porque de verdad me estaba haciendo cosquillas. Lo que pasa es que con el movimiento del auto no atinaba siempre en buen sitio y a veces su mano me tocaba en sitios donde no tenía cosquillas. Pero yo para que no se sintiera mal me reía igual, aunque fueran mis pechos los que acariciara sin querer.

Fueron unos largos minutos y no había manera de que saliéramos ya de ese camino. Aunque intentamos hacer como que no pasaba nada la verdad es que el pene de Luis me estaba taladrando continuamente.

Perdí la cuenta de con cuántos baches habíamos topado ya, era uno detrás del otro sin parar, a veces más suaves y a veces más fuertes haciendo que ese miembro duro y grueso saliera casi por completo de mi apretado agujero para volver a entrar violentamente después.

Carlos comentó que ya casi llegábamos a la carretera nacional. Dí gracias porque esos baches me estaban volviendo loca, y aún más por el esfuerzo añadido de tener que aparentar que no pasaba nada. Con uno de los últimos baches que fue de los más fuertes, Luis me agarró bien firme. Lo noté que se quedó muy quieto esforzándose para que yo no me golpeara.

Lo bueno es que ya justo después llegamos al asfalto y no tuvo que sujetarme más. Me quedé sentada sobre él, y aunque su pene se había quedado aún muy al fondo de mi vagina, al menos ya no nos movíamos tanto, lo que ayudó a recuperar la normalidad.

Creo que Luis también lo agradeció porque poco a poco noté como su pene iba perdiendo la erección. Sin los dichosos baches le fue más fácil tranquilizarse y que las aguas volvieran a su cauce.

Como ya no tenía el pene tan duro y la carretera era bien lisa (creo que la acaban de asfaltar hace poco porque se veía muy negra), ya no me importó que lo dejara ahí dentro, ya me lo sacaría de ahí cuando llegáramos. Total, después de lo que acababa de pasar, eso no era nada, y al no estar él excitado no creo que lo viera como algo sexual ni nada.
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Demasiado Inocente (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora