CAPÍTULO 24

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AL DESPERTAR

Horas más tarde me despertó Cinthya acariciándome. Estaba recién duchada, y olía genial al perfume del gel de baño. Estaba muy seria, incluso una lagrimita parecía aferrarse a sus ojos, sin llegar a caer.

La observé pensativo, saber qué decir o qué hacer, no me esperaba en absoluto esa situación, y mucho menos recién levantado.

-Siento mucho lo de anoche, amor... -Dijo sin lograr mirarme a los ojos. -No sé qué me pasó... Sé que no es excusa, pero estaba algo bebida, aunque no quiero justificarme con ello, pero lo estaba. En el momento disfruté mucho, lo reconozco, pero no quería hacerte daño. Si quieres, te puedo jurar que nunca más volveré a estar con Carlos, o con Pedro. Y también he de decirte, que pienses lo que pienses, contigo disfruto muchísimo más, amor, porque a ti te amo de verdad.

Yo no entendía nada del discursito. Me quedé pensativo un rato mirándola. Ella seguía mirando hacia abajo. La veía preciosa.

-¿Con Carlos? ¿Qué pasó con Carlos? ¿O con Pedro?

-Amor... ya sabes... no me hagas decirlo en voz alta. Me da mucha vergüenza.

-Sí, y sé lo que pasó, no soy tonto -dije firmemente. -Cuando el socorrista me encerró aquí, al principio pensé que lo que quería era librarse de mí para ir todos de fiesta. Pero... ¡mira!

Mi novia seguía con la mirada baja...

-¡Mira, Cinthya, mira! -repetí.

-¿Qué quieres que mire? -dijo ella levantando ligeramente la vista.

-¡Pues ya no estoy quemado! -dije casi saltando de alegría. -Gracias al socorrista estoy curado. Le debo una disculpa, la verdad. Lo que no he entendido es qué problema hay con Carlos o con Pedro...

-Por favor amor, no me hagas pasar por esto, me da mucha vergüenza, ya escuchaste qué pasó por el teléfono. Si tú quieres, te prometo no volver a verlos nunca.

-Aaah, ok... ahora entiendo... -dije. -Fueron ellos los que te metieron miedo con la culebra, ¿no?

Mi novia se quedó callada unos instantes. Frunció el ceño pensativa. Poco a poco levantó su mirada, hasta encontrarse con la mía. Su gesto mostró alivio al ver que yo no estaba enfadado, y me regaló una sonrisa.

Intentó decir algo, pero calló. Parecía dudar. Al final se atrevió a decir algo:

-Sí, amor... me estuvieron metiendo "miedo" con la culebra.

-¿Y te picó?

-¿Cómo?

-¿Te picó la culebra?

-Ehm... sí, un poco.

-Pues son unos imbéciles... porque esas cosas no se hacen. Te podrían haber hecho mucho daño. -dije algo alterado.

-Bueno... no pasa nada, era solo un juego...

-Pero si te picó, eso es serio, ¿no?

-Ya, pero no me hizo daño, cariño, no te preocupes.

-Mejor que el socorrista le eche un vistazo antes de irnos, no quiero que tomes riesgos mi amor.

-Entonces, ¿no te enfadas conmigo? -dijo dibujando una sonrisa.

-No. ¿Por qué me iba a enfadar? Me molesta un poco que tus amigos sean tan imbéciles, pero bueno, tampoco me voy a enfadar.

-¿De verdad no te enfadas? -insistió como incrédula.

-Que no, pesada...

-Y... ¿no te molestaría si volviera a estar con ellos...?

-¿Volver a "estar" con ellos...? -pregunté haciendo hincapié en la expresión.

-Sí, bueno, me refiero a quedar, y sabes... en general... No sólo con Carlos o Pedro. Bueno, con Luis también, pero no sólo con él, sino con todos... juntos... ya sabes...

Parecía nerviosa, me hacía gracia verla, siempre se vuelve muy coqueta cuando se pone así.

-Claro, tonta... ya sabes que confío en ti.

Se abalanzó sobre mí para abrazarme y darme besos en la cara.

-Oh amor, eres un cielo...
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Demasiado Inocente (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora