Capítulo 25

4.1K 227 141
                                    

Vannesa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Vannesa

Bendito lunes por la mañana

En este trabajo todos los días pasan iguales, la misma rutina desde el amanecer hasta el ocaso, pero sin importar si estás en una maldita cueva atrapado en medio de murciélagos o te diviertes en un viaje todo pagado por Las Vegas, el lunes siempre será eso, lunes

Procuro cambiar la cara en tanto bajo del taxi pagándole al conductor que en lugar de ayudarme con los ánimos, me provocó más pereza y no lo culpo, drogado está el que en un inicio de semana anda por la vida con una sonrisa de oreja a oreja y ganas de existir

–Buen día– saludo al soldado que resguarda la entrada, con el entusiasmo por haber llegado por los suelos

Ayer fue el día libre del mes, siempre es un fin entero pero el viernes justo cuando íbamos para afuera salió una redada de imprevisto y tuvimos que asistir; la cosa se alargó y terminamos por salir de aquí hace apenas veintitrés horas. El Teniente nos dijo que nos las repondría pero al parecer hubo cambio de planes pues ahora debería estar en el maldito quinto sueño sobre la maravillosa cama del hotel en donde me hospedé, y en lugar de eso una llamada de Hashley me obliga a estar aquí ahora, siendo que este momento debería ser hasta mañana por eso del mediodía

La vida me odia

–Buen día– contesta de igual manera y le dejo uno de mis chocolates amargos antes de adentrarme en las instalaciones

El lugar luce desierto y casi quiero presentar mi renuncia ahora mismo para volver a dormir

–Hola...

–Edificio dos, aula cinco– habla alejándose con las carpetas después

–Buen día para ti también, Evans– hasta el sarcasmo me sale de la mierda hoy

Arrastro los pies por los lugares que atravieso y llego a media decisión tomada con respecto al suicidio, al lugar donde muy amablemente me indicó la soldado. Entro y me obligo a cambiar la expresión cuando veo al Comandante recargado en una de las mesas, en ropa deportiva y con el móvil en la mano

Paseo la vista por todo el salón que antes estaba lleno de objetos de utilería y ahora luce prácticamente vacío, y vuelvo a él cuando me percato de que definitivamente está solo

Levanta la vista y bloquea el aparato dejándolo sobre el mueble antes de incorporarse del todo

–Ya era hora

–¿Y el resto?

–En su día de descanso– suelta y mi cara cambia al instante

–¿Y yo no hago parte del grupo?– reclamo haciendo que levante una ceja ante el tono–. Lo siento, pero esto no es justo

–¿Necesitabas más tiempo para dormir?

–De hecho sí, aunque te burles– contesto y él sonríe–. ¿Esto es por la conferencia del otro día no?, sigues castigándome por ahuyentarte el ganado– hablo mientras me acerco hasta donde se encuentra

Línea Cero [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora