Capítulo 31

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Liam

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Liam

Alrededor de las dos de la mañana llegamos a Washington, durante el trayecto nadie se calló, nos emocionó tanto volver al ruedo y más con una misión tan importante pero sobretodo que salió a la perfección, hubo complicaciones pero todo lo tiene y además supimos resolverlo, el viejo se tragó el cuento de que Vannesa es la hija de Kovalev y de verdad lo agradezco porque no sé qué habría hecho si esa basura le hacía algo, ya quedó claro que no le gusta que lo engañen. Cuando la recepcionista nos entrega las llaves de nuestras habitaciones subimos al ascensor de inmediato, Richard dijo que era mejor que nos quedáramos aquí hoy porque mañana querrían un reporte de lo que hicimos y además no era buena hora para volver a la base

—¿Y se tragó el cuento de que Liam era tu guardaespaldas?— pregunta de repente Charly

—Le dijo que eran medio hermanos porque él traía una cara de culo que para que te cuento— contesta Jeff y justo como esperaba se echan a reír a carcajadas

—Es más idiota de lo que imaginaba, ¿Que de parecido les ve?

—Los dos somos guapos— contesta Vannesa solo que no se da cuenta que mientras trata de ayudarnos nos hunde más

—Ustedes bajan en este piso, ¿No?— digo fastidiado justo cuando las puertas se abren

—Manténganse alejados, recuerden que son hermanitos

—Si no te callas lo que no vas a poder alejar va a ser su puño de tu cara Jackson así que guarda silencio y vayamos a dormir— Jeff hace que ambos salgan antes y luego viene hasta mí— que después de haberse acostado diga que eres su pariente no es muy buena señal, solo digo— se va junto con los otros dos dejándonos solos en la cabina

—¿Ves lo que provocas por no apegarte al plan?— desafiante, es lo que siempre digo

—Y tú hubieras provocado que nos descubrieran si no encontraba una buena excusa así que bajale dos rayitas a tu drama

—¿Y ahora es mi culpa?— si a quien se le ocurrió la genial idea de decir que somos hermanos fue a ella

—Si supieras disimular tus emociones no te estaría reclamando nada

—¿Y qué esperabas?, Que estuviera de lo más feliz mientras ese imbécil te veía como si fueras la octava maravilla— y no digo que no lo sea pero estuve a dos de partirle la cara, parecía perro que no había comido en semanas

—Sí, ¡dijiste que debíamos actuar como lo hacíamos normalmente!

—¡¿Y quién te dice que no hacía esto siempre que el imbécil de Bennett te tocaba o cada que un hombre te veía como un pedazo de carne?!— para cuándo me doy cuenta de lo que dije ya tiene una sonrisa triunfante adornandole el rostro, genial

—¿Qué cosa dijiste?— se acerca hasta mí y pasa sus manos por mi cuello sin dejar mis ojos ni un segundo

—No es nada gracioso así que quita esa sonrisa— intento hacerme el difícil pero cuando me da un pico y luego comienza a dejar pequeños besos en mi cuello la tomó de la cintura y la aprisiono en un rincón del lugar— disfrutas volviéndome loco, ¿No es así?

Línea Cero [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora