8. La cita doble.

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Capítulo 8.

Hera

Estoy cansada de este día.

Al salir de mi última clase por el día de hoy decido ir a buscar a Diux.

El problema es que... No sé muy bien dónde buscarlo.

Ya son las 5 de la tarde. Por lo tanto debe estar en la piscina de la universidad o en el campus, creo.

Caminando por la acera, saco mi teléfono de mi mochila y le envío un texto.

Yo: ¿Dónde estás?

Su respuesta fue inmediata.

El guapo y sexy de Diux: En la piscina.

Yo: No te muevas, estoy ahí en 5.

El guapo y sexy de Diux: Vale, princesa.

Camino lo más rápido que puedo guardando mi celular.

***

Unos 10 minutos después...

(Me caí mientras venía de camino a este lugar, por eso 5 minutos de demora. Típico de mi parte).

Me dolía un poco la rodilla. Nada grave. Cuando me caí agradecí al cielo que por la acera no había casi nadie. Solo 3 personas caminando. Una de ellas lo notó. Notó que me di la caída de mi vida. Por lo menos fue amable y me ayudó a levantarme. Pero claro, la chica se aguantaba algunas risitas.

Algo peculiar su vestimenta ya que lo recuerdo, usaba la capucha de su suéter. Y una peluca.

Rara.

Sacudí mi cabeza para alejar ese recuerdo de hace 5 minutos. Estaba sentada enfrente de la piscina sobándome el pequeño golpe que me hice al caer. Solo fue un pequeño moretón. Pero dolía como el carajo.

Único día que decido usar shorts de jeans y me pasa esto. Un muy mal día.

Diux aún no me veía. Estaba muy concentrado mientras practicaba.

Algunas chicas lo alentaban.

Ahora que lo pienso... Es la primera vez que lo veo con tan poca ropa y bien mojadito. Y sí que se nota que práctica el fútbol y la natación.

Está bueno.

Claro que lo está, hay que admitirlo.

El sonido de mi teléfono con una nueva notificación me llama la atención.

Lo tomo y lo desbloqueo.

Un mensaje.

De: Número desconocido.

Quiero verte hoy a las 10 en la biblioteca. No faltes.

Josh.

De las notas de papel ahora pasa a los mensajes de texto, un gran progreso (si ya me conocen, saben que es sarcasmo, eh) ¿Cómo consiguió mi número?

—Princesa —escucho a Diux llamarme, alzo mi vista y mierda. No sé en que momento salió de la piscina. Inmediatamente siento mis mejillas calentarse. Está muy cerca de mí ahí paradito y mojado.

Y... Bueno, no me culpen. Ya me imaginé muchas cosas sexuales. Soy una adolescente, lógica señores.

—Eh... Échate un poquito para allá, Diux —le hice señas con mis manos para que se alejara.

Con semejante hombre enfrente de mí no podía pensar bien.

—¿Qué pasa? —cuestionó.

—Bueno... Espacio personal. Estás muy cerca —me excusé.

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