14. Te odio, te deseo.

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Capítulo 14.

Josh Campbell

La odio.

Odio a Hera.

Pero, también la deseo.

¿Contradictorio, no?

Lo he hecho desde ese beso en el pasillo. Me encantaría acariciarla, hacerla gemir mi nombre, sentirla.

Sabía que Diux andaba detrás de ella, por eso la elegí como mi chica, solo para irritarlo más que de costumbre y también por venganza. Y bueno, aprovechando la ocasión... Quitarme esa duda de mi cabeza.

¿A qué sabes, Hera?

Yo nunca la hubiera buscado para aquello, solía dejar que las chicas me buscaran a mí y no al revés. Que me pidan que las folle.

Al parecer no pudo contenerse más y me buscó.

Así que ahí estaba, parada frente a mí con ese lindo vestido que me dejaba ver esas piernas tan provocativas...

Enfocado, Josh. No dejes que te manipule.

Le hice señas con mi mano para que se acercara a mí—. Ven.

Se sentó a mi lado y volteó su cara para verme.

Quiero gritarle en la cara cuánto la odio, cuánto daño me ha hecho. Decirle el motivo de porqué quiero destruirla. Tan inocente, ella no sabe nada.

Te voy a acabar, dulce Hera.

—¿Y tu compañero de habitación? —me preguntó.

—Ah, Polo. Fue al cine con una chica. Llegará más tarde. Así que tú y yo tenemos mucho tiempo. ¿Acaso tienes alguna idea de todas las cosas que quiero hacerte?

La ví tragar grueso.

Eso, ya la puse nerviosa.

—No, muéstrame. —murmura.

—Te dolerá cuando camines —sonreí.

Antes de que pudiera responder hice un movimiento rápido, me levanté del mueble y la tomé por la cintura para levantarla y besarla.

Ella me respondió con desesperación poniendo sus manos en mi pecho, mordí sus labios lentamente y luego pasé mi lengua por la comisura de sus labios. Sentí que se estremeció un poco. Ella sabía delicioso.

Con una mano le bajé el cierre de la parte de atrás del vestido, sin separarme de su boca. Éste cayó al suelo, luego alzó un poco sus pies para salir de él y también dejando sus zapatillas.

Ya casi desnuda la alcé y ella entrelazó sus piernas a mi tronco.

Antes de llevarla a la cama pensaba follarla en una mesa. Así podría darle con todo.

La senté bruscamente en la mesa y me aparté un poco para quitarme la camiseta. Luego bajé mis pantalones seguidos de mis bóxers.

La miré un momento. Hera ya tenía la respiración agitada, sus labios estaban hinchados y se veía tan jodidamente sexy.

—Abre las piernas, mi diosa.

Me sonríe y abre su boca para decir—: Creo que se te olvida algo —bajó su mirada a su ropa interior.

Le devolví la sonrisa—. Cierto, que idiota.

—Si...

Con ambas manos le quité las bragas y sin pensarlo dos veces la agarré de la cintura y la pegué a mí, sus piernas alrededor de mis caderas. La penetré de una sola estocada, un grito ahogado salió de sus hermosos labios, estaba tan caliente y mojada que la sensación me dejó inmóvil por un instante.

EL JUEGO #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora