5. Las "no" reglas.

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Capítulo 5.

Hera

No puedo.

Calma, Hera.

Necesito salir de aquí.

Josh me está observando como un león mira a su presa y no han pasado ni 20 minutos de detención. No puedo aguantar dos horas en este lugar si él me sigue observando de esa manera.

—¿Hera?

—Dime, Diux —contesté algo distraída.

—Deja de mirarlo fijamente. Disimula al menos.

—¡Yo no lo estoy mirando! —me quejé por lo bajo. No quería despertar ahora a los dos chicos de atrás y al profesor. Sí. El profesor se quedó dormido también.

Vaya ejemplo, profe.

—No, no lo estás mirando, solo... Tus ojos están encima de él.

—¡Cállate! —le ordené.

Y me obedeció.

Volví a mirar a Josh. Ya no me estaba mirando sino que ahora estaba sacando algunos libros de su mochila.

¿Iba a hacer tarea, en detención?

No es mala idea.

Fijé mi vista al pizarrón, estaba muriéndome del aburrimiento. Así que saqué varios plumones y hojas de mi mochila y empecé a dibujar cualquier cosa.

—¿Qué haces, princesa? —me preguntó Diux ojeando lo que hacía en las hojas.

—Dibujar, dah —respondí con obviedad.

—Eso ya lo sé, me refiero a qué dibujas, estúpida.

Estaba empezando a gustarme la forma en la que me trataba, era demasiado sensible y rústico a la vez.

—Mira —alcé una de las hojas y se la mostré—. Es un árbol.

Tenía una pequeña obsesión con dibujar árboles. Y me encantaba.

—Bonito —en sus labios se extendió una sonrisa—. ¿Me das una hoja?

Le pasé dos hojas y varios plumones. Solía dibujar porque me gustaba y además me ayudaba a relajarme.

—Yo también quiero dibujar, Hera —esa voz me causó pequeños escalofríos por todo mi pequeño cuerpo—. ¿Me das una hoja a mí también?

Quería decirle que no, que se fuera al carajo. Olviden lo de relajarme.

Pero es que también me sentía incómoda si le decía que no. Mi lado grosero ya había salido con él hoy por la mañana. De alguna forma me sentí mal por haberlo pateado, eso de seguro le había dolido.

—Si, claro —no me volteé para mirarlo. Pero aún así pude sentir que sonreía con arrogancia. Lo que hizo a continuación me dejó pasmada en mi asiento. Josh se levantó y tomó sus cosas y una silla, y la colocó enfrente de mí para sentarse.

¡¡Estaba sentado enfrente de mí!!

Y yo no podía respirar. Tragué saliva. Mil cosas estaban pasando por mi cabeza, pero no le permití verme incómoda o nerviosa. Le ofrecí la hoja y un plumón y él las aceptó.

Pude sentir la mirada de desaprobación de Diux enseguida pero no le dije nada. Todo estaba en absoluto silencio hasta que Josh con su maravillosa voz habló:

—Hera, quería hablar contigo -—le eché una mirada rápida y pude notar que miraba con diversión al chico que estaba a mi lado dibujando.

¡¿Qué?!

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