Joel¿Cuánto podía soportar un cuerpo humano sin respirar?
Joel no tenía respuesta para esa pregunta pero estaba seguro de que cinco días, eran un record definitivo. Cinco jodidos días en los que su apartamento fue lo único que vió, lo único que tuvo. Cinco días en los que el recuerdo de la última vez que vió esos ojos verdes, lo atormentaba sin piedad. Cinco malditos días en los que se debatió internamente entre buscar al culpable de su mal estado o quedarse en casa hasta que se diera el aviso de la renovación de sus tareas laborales porque eso era lo correcto. ¿Cierto? Él debía solamente esperar a que todo siguiera su curso natural, que el tiempo pasara y comenzaran a grabar la vida de ese chico, a fin de cuentas, para eso le pagaban.
Claro... eso se suponía que fuera lo correcto, lo normal, lo pactado en un contrato pero Joel sabía que aquí no había absolutamente nada normal, nada en estado natural, él sabía que algo se había roto, algo que marcaba un antes y un después en la historia que ni siquiera sabía que estaba escribiéndose entre él mismo y aquel ojiverde que permanecía ausente, completamente ausente de su vida y eso, por decirlo de alguna manera, lo ponía de un humor terrible.
Joel se bebió su tercer shot de tequila, no era fanático del alcohol, mucho menos de pasarse de copas, siempre que bebía lo hacía de forma responsable pero ahora y a pesar de que tres tragos no eran una exageración, podía sentir el típico mareo que se apoderaba de su cuerpo. Se había duchado un rato antes, creyó que salir a caminar sería buena idea, necesitaba tomar aire fresco porque las paredes de su apartamento lo hacían sentirse asfixiado, así que se había vestido y perfumado para la noche sin embargo todo quedó en el olvido cuando sin quererlo...el recuerdo de las palabras de Erick lo golpeó con fuerza en la cara.
Y ahí estaba él, bebiendo en nombre del sentimiento desconocido pero ya familiar que crecía en su pecho, en nombre de las largas noches de pensamientos irregulares y tormentosos que se apoderaban de su mente perturbada, saturada de preguntas sin respuestas que viajaban libres por los conductos abarrotados de su exausto cerebro. Ahí estaba él, mirando como un verdedero psicópata las fotos que tenía en su teléfono, fotos que no pertenecían a sí mismo o a su familia, ni siquiera a la preciosa vista desde su balcón, no...nada que ver, las fotos que ahora miraba perdidamente eran de ese pequeño ser que lo había desterrado de su hogar.
No pensó cuando agarró su cartera y llaves, no pensó cuando escuchó el sonido de la puerta al cerrarse tras de sí, no... él definitivamente no pensó cuando subió al primer taxi que encontró y le dió la dirección al chofer. El camino fue tedioso, lo sintió tan largo, tan pesado, casi como si el taxista fuera en cámara lenta, como si le estuviera dando tiempo de arrepentirse de la estupidez que estaba cometiendo pero Joel no necesitaba tiempo, no necesitaba arrepentirse, no necesitaba pensar, él solo respondía por inercia a las peticiones escandalosas pero mudas que su propio instinto le pedía, él necesitaba a Erick.
Una eternidad y media después, el taxi se detuvo, pagó el viaje sin siquiera meditar que estaba a punto de lanzarse de cabeza al abismo, sin importarle siquiera la posibilidad de que Erick le gritara, él simplemente subió al asecensor sin importarle nada, nada en absoluto, solo estaba ahí porque quería verlo, nada más, simplemente miraría sus ojos y después de asegurarse de guardar esa imagen en su memoria, se marcharía, así tal vez podría dormir esta noche y por primera vez desde que lo conoce... tranquilo.
Y todo marchaba bien, todo iba normal si es que algo en su interior podia serlo pero aparentemente las cosas estaban tranquilas. Así atravezó las puertas del ascensor, así caminó los pasos que lo llevaron al apartamento del menor, así suspiró profundo y masajeó sus sienes mientras tocaba el timbre. Esperó, unos pocos segundos bastaron para que pequeños pasitos se escucharan en su dirección y ahí fue donde Joel supo que estaba jodido, lo comprobó a la fuerza cuando la puerta se abrió y esas esmeraldas llorosas chocaron contra sus ojos.-¿Qué... qué hac...
Erick no pudo terminar de hablar...no podría ni aunque lo hubiese intentado porque en menos tiempo de lo que toma un segundo, los labios de Joel apagaron su voz y con ello, la poca cordura que le quedaba. Un pequeño intento por parte del ojiverde para tratar de apartarse, fue el único contratiempo y a la vez fue todo lo que necesitó el rizado para tomarlo con firmeza de la cintura y empotrar su menudo cuerpo contra la puerta cerrada. Después de eso, sería una vil mentira decir que cualquiera de los dos puso una pausa porque la realidad les vino de golpe ambos, juntos, simultáneamente cuando Erick enredó sus piernas en las caderas de Joel y este caminó sin separarse de sus labios en dirección a un solo lugar.
La cortina que daba al ventanal de cristal estaba abierta cuando entró al cuarto, de fondo, las luces de colores de la ciudad, el ruido, las risas, la lluvia, todo a la vista pero fuera del alcance, todo como complemento y testigo involuntario de lo que ambos estaban haciendo sin embargo eran solo ellos dos. La cama recibió el menudo cuerpo de Erick y un gemido pequeño escurrió de sus labios cuando el mayor se acomodó sobre él, ni siquiera cuando el ojiverde miró a su rostro, detuvo los besos, no pudo, no podría, no cuando sabía a consciencia que la persona que lo besaba como si no hubiese mañana, era la misma de la que estaba enamorado.
Dolió... dolió un infierno permitirle bajar los besos a su cuello, dolió cuando la lengua húmeda acarició su piel con delicadeza, dolió escucharlo gruñir mientras deslizaba una mano suavemente por su torso, dolió cuando Joel lo miró, lo miró de verdad, como si realmente lo viera, como si viera a través del verde brillante de sus luceros húmedos, dolió porque notó ahí lo mismo que veía él al observarse en el espejo, dolió porque supo que enamorarse no era cosa de uno, eran dos en esa habitación, eran dos personas que estaban sintiendo el mismo amor, la misma pena, el mismo miedo.
Dolió porque Joel sonrió, sonrió como si Erick fuera lo más precioso que hubiese visto en la vida, como si estar encima de él mientras lo desnudaba, no fuera un producto del deseo ciego y prohibido, dolió porque sabía que justo ahora, ahí, en ese preciso segundo, no eran más que dos idiotas aprendiendo a lidiar con el sentimiento imposible de amar a quien creían odiar.
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Behind your eyes ll Joerick
FanfictionErick es un reconocido modelo de alta costura, acostumbrado a las pasarelas y las cámaras, es lo que se puede decir...un engreido de primera categoría pero vamos...es Erick Brian Colón, obviamente tiene de donde creerse. Joel es un periodista gradua...