Capítulo 37

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-Está bien así, no la calientes más.

El pequeño ojiverde estaba bastante impaciente, tenía hambre y quería comer, no entendía por que Joel seguía demorándose con la dichosa sopa si él ya le había dicho que estaba bien. Los últimos dos meses no estaban siendo agradables, los dolores en los pies eran cada vez peores y nada que decir de la espalda, a veces creía que se partiría al medio, que su liviano cuerpo cedería al peso del embarazo y que terminaría por romperse en pedazos. Es por eso que justo ahora estaba molesto, molesto y hambriento porque su querido novio no se apuraba con el almuerzo y él quería comer.

-Solo un poco, aún le falta y la idea es que te la comas caliente para que te caiga mejor.

-Pero te dije que ya, apágala ya. -Chilló como un niño pequeño y no perdió de vista la reacción del rizado que sonrió ante su comportamiento.

-Eres muy malcriado y grosero cuando tienes hambre. -Dijo su novio ampliando la sonrisa, Erick murió de amor porque realmente estaba enamorado y de repente todo su enojo se pasó.

-Es que tengo mucha hambre, ya van a ser las doce y no he comido. 

-Mi amor, desayunaste dos huevos revueltos con jamón y cebolla, una jarra de leche con chocolate y tres galletas con mantequilla, no me digas que no has comido nada.

-Pero...

-Se que tienes que alimentarte y que el embarazo te da más hambre de la normal pero tampoco es bueno que comas en exceso, te puede hacer daño.

-Ya se pero es que no me lleno. -Joel no pudo resistirse a la carita de niño mimado de su novio y es por eso que apagó finalmente la estufa donde se calentaba la sopa y caminó lleno de amor hacia donde estaba sentado el ojiverde.

-Eres muy glotón pero adoro ver esos pucheros que haces cuando quieres montar un berrinche. -Apretó delicadamente sus cachetes inflados y suspiró cuando el chico emitió un sonido tierno similar a un ronroneo, Erick era definitivamente un gatito mimado, muy mimado y muchísimo más adorable de lo que nadie jamás podría imaginar.

-No es berriche, es hambre, hambre por culpa tuya, Joey.

-¿Mía? -Cuestionó riendo el rizado, sabía la respuesta que le daría pero de igual forma quería escucharlo, no podía mentir, amaba el hecho de que esa panza en crecimiento fuera el fruto del amor que sentía por su novio.

-Si... tú lo pusiste ahí, es tu semillita, así que tienes que soportar todos mis berinches. -Otro puchero se asomó en sus bonitos labios y esta vez Joel no perdió tiempo, aprovechó el momento para besarlo de forma apasionada pero totalmente dulce, eso era Erick, el ser más dulce que había conocido y por el cual sería capaz de caminar al infierno.

-Mi amor...ya se que te mueres por mis besos pero yo en serio...quiero comer. -El ojiverde estaba rojo como un tomate, durante los seis meses del embarazo, había experimentado una creciente necesidad de tener sexo, una especie de reacción química intensa que se generaba con algo tan simple como ver a Joel sin camisa y aunque no tuviera miedo ni vergüenza, a veces le daba un poco porque sabía que sus hormonas eran muy exigentes.

-Tú te mueres por mis besos, no mientas pequeño malcriado. -Sonrió el mayor y luego dejó un beso sobre su naricita, Joel amaba ese pedacito gracioso que adornaba su perfecto rostro

-No soy malcriado, solo tengo hambre.

-Está bien, no eres malcriado. -Afirmó Joel sabiendo que era una batalla perdida. -Ahora acomódate que voy a servirte la sopa.

Erick hizo caso a lo que su novio le pidió y esperó pacientemente que la mesa estuviera servida, le gustaba mucho que Joel lo atendiera, lo hacía sentir querido, valorado, cuando su hermoso rizado le brindaba tiempo y procuraba que no le faltara nada, él simplemente se sentía en las nubes. El chico había tenido una adolescencia bastante compleja, el amor y las atenciones no fueron precisamente parte de su día a día en sus años de juventud, sus padres no eran los mejores y tampoco intentaron serlo, solo después de la fama y el dinero mostraron cierta inclinación a estar "dispuestos" a permanecer cerca sin embargo todo se derrumbó cuando Erick decidió salir del clóset, golpes e insultos fueron lo único que recibió, daño profundo a su corazón tierno, un daño que hasta el día de hoy, persiste porque no hace muchos meses, descubrió que las personas que le dieron la vida pero le quitaron la alegría, habían estado confabulados con un idiota que solo lo utilizó.

A pesar de que intentaba fuertemente no pensar en ello, la herida seguía fresca, sabía que existía la maldad en el mundo, sabía que las personas eran capaces de lastimar si eso les brindaba un beneficio, él claramente sabía que el ser humano era corrompible, egoista y que en muchas ocasiones la avaricia era el peor enemigo de un alma pura pero jamás pudo imaginar que su propia familia, su propia sangre, regresara a su vida con la sola intención de sacar provecho mientras lo destruía. El ojiverde no podría olvidar jamás aquella noche, aquella maldita noche en que estuvo a punto de perderlo todo, aquella noche en que Zabdiel preparó un acto despreciable y carente de humanidad, no, Erick jamás olvidaría lo que sintió delante de aquella cantidad de personas cuando estuvieron a punto de condenarlo a un compromiso que destruiría su corazón porque habría significado encadenarse a una persona para que la sociedad comprara su historia como un producto "de calidad" cuando la realidad era totalmente opuesta.

Suspiró mientras tomaba la última cucharada de la rica sopa y observó en silencio la espalda de su novio, Joel hacía algo en la estufa y no tenía ni idea del trabajo de observación que el pequeño hacía en su nombre. Erick lo amaba, lo amaba tanto que le dolía, le dolía en los huesos, en el alma, le dolía tan solo imaginar que en algún futuro, no estuviera a su lado. ¿Qué sería de él sin el hombre que lo rescató del infierno? ¿Qué sería de él sin esos ojos marrones que cada mañana brillaban al verlo despertar? ¿Qué sería de él sin sus manos sobre su pancita cada noche mientras tarareaba canciones de cuna al fruto de su amor? Erick no podía siquiera imaginar los miles de pedazos en los que se rompería si Joel lo dejaba, no podía, no quería.

-Prométeme que nunca vas a dejarme. -Susurró al aire y sin intención de que realmente lo escuchara, más que un ruego real, era una necesidad de vocalizar su temor más grande pero para su buena o mala suerte, el hombre que ahora le devolvía la mirada con ojos preocupados, si lo escuchó. Lo vió caminar hacia él a paso lento, el pulso errático y descontrolado de su corazón podía sentirse tal vez desde una cuidad cercana y aunque sabía que todo estaba bien, que estaban solo ellos dos en esa cocina, se sintió tan nervioso como si fuera la primera vez que enfrentaba a Joel.

-No se que está pasando por tu cabecita ahora mismo para que digas algo así pero si te tranquiliza, voy a responderte. -Sonrió tiernamente y acarició su mejilla, Erick pudo derretirse ahí mismo y ya no pudo evitar las lágrimas traicioneras que escaparon de sus ojos sin embargo esperó, esperó lo que su novio tenía que decir. -Nunca en mi vida había amado a nadie, no del modo romántico o de pareja y pensé que jamás lo haría pero estoy contigo aquí, esperando un bebé del que aún no sabemos el sexo, haciéndote de comer y cuidando tu sueño. No quiero estar en otro lado ni tampoco con otra persona porque contigo tengo y siento todo lo que necesito para ser feliz. Estoy enamorado de tí como no tienes idea, si la tuvieras, no pedirías lo que acabas de decir pero quiero que me escuches. Te amo, mi amor, te amo como se puede amar al aire que necesitamos para respirar, te amo porque día a día me enseñas una parte nueva de tí, cada sonrisa es un mundo nuevo, cada mirada es un segundo más de vida, cada beso es un ancla, Erick, tú eres mi ancla, lo que me hace seguir firme y quedarme sobre los simientos de lo que siento por tí. Quizás piensas que me necesitas y puede que sea así pero puedes estar seguro de que yo te necesito más, yo necesito tu presencia en mi vida porque eres lo que le da sentido a mis días y soy yo quien no puede imaginar un escenario en el que no estés a mi lado. No tengas dudas, pequeño, mi corazón está condenado a amarte para siempre, así que seré yo quien te pida...prómeteme que nunca vas a dejarme.

prómeteme que nunca vas a dejarme

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Behind your eyes ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora