Capítulo 23

377 44 16
                                    


Erick

Joel no parecía ser capaz de procesar que Erick llegó de la nada a hablarle pero...¡Vamos! Si no lo hacía así, bien podría desmayarse en el acto, no era fácil para el ojiverde comportarse cuando lo tenía cerca, no era fácil aparentar que le era indifirente su presencia cuando lo único que quería era que lo abrazara y no lo dejara escapar. Por eso actúa siempre a la defensiva, porque prefería mil veces que lo viera con odio antes de que fuera lástima lo que le cause. Lo miró un par de segundos mientras notaba como tragaba saliva sin percatarse de lo ridículo que se vía ahí parado, con toda esa estatura y porte, estático en medio del salón, el menor suspiró porque notó como varias personas los observaban, no quería eso, no quería ser un blanco de halagos vacíos, no hoy.

-Quiero irme ya, estoy cansado. ¿Me puedes llevar o debo irme solo? -Su tono de voz no se escuchó ni la mitad de firme que quería, en su lugar lo único que salió de su boca fue un susurro lastimero pero de cierta forma hizo que Joel lo mirara. Intentó muy en serio no suspirar ante eso, el brillo de esos ojos marrones lo aturdía haciendo que sus neuronas perdieran sus capacidades.

-¿Quieres que te lleve? -En un momento cualquiera le habría respondido algo sarcástico, obviamente quería que lo llevara, la pregunta era estúpida por sí misma sin embargo no pudo hacerlo, no cuando había algo parecido a la esperanza filtrándose en su susurro. Erick suspiró, pasó una de sus manitos por su nuca en un gesto nervioso que Joel pudo ver y entonces habló.

-Yo...no quiero estar más acá, hay mucha gente y bueno...siento como que quieren hablarme y no...no estoy con ánimos. ¿Podemos irnos ya?

Y Joel quiso pegarse con un sartén en la cabeza. ¿Cómo había sido capaz de lastimar a una persona tan bonita y tierna? ¿Cómo pudo ser tan estúpido de hacer llorar a la cosita suave y adorable que era Erick? El rizado tenía su pase asegurado al infierno por ser el causante de las lágrimas de semejante ángel, él realmente sabía que no tenía perdón, ni siquiera se perdonaba a sí mismo, menos lo haría Dios, Dios seguro que ahora lo estaba mirando, si, lo estaba mirando para decidir cuan doloroso sería su castigo. Joel era un completo frasco de porquería, lo sabía y sus pensamientos lo estaban matando, esos jodidos ojos verdes que lo miraban como un cachorro abandonado, serían su perdición, aunque a decir verdad...ya estaba perdido, perdido y completamente enamorado de ese pequeño ser que justo ahora alzaba una ceja ante la evidente falta de sonido proveniente de sus labios. El mayor cerró la boca, cabe destacar que no se había percatado de que la tenía abierta como pez y bueno... decidió que debía responder antes de que el niño armara un berrinche.

-Emmm...si, claro, va...vamos. Yo...yo voy a lle...llevarte. -¿Tartamudear? Ja, eso era para novatos, Joel prácticamente había llorado sus palabras, quiso pegarse de nuevo con un sartén pero algo hizo que cambiara de opinión, algo que tal vez había imaginado pero que estaba casi seguro de que era real, una sonrisa, diminuta y rápida pero...Erick había sonreido.

-Está bien, vamos, me están matando los pies. -Si no fuera porque el niño salió caminando y no le quedó más remedio que alcanzarlo, Joel se habría quedado como un idiota parado en medio del salón, así que sintiendo como temblaba por completo, se unió al menor.

-¿Pedimos un taxi? -Cuestionó nervioso, Erick lo ponía terriblemente nervioso.

-Ya lo he pedido.

-¿Eh? -Joel estaba confundido, muy confundido y el menor decidió explicarse, al parecer la cara del rizado era una muestra de lo que sentía en el interior porque una vez más...el ojiverde sonrió.

-Pedí el taxi antes de ir a donde estabas, tenía esperanza de que vinieras conmigo.

-¿Qué?

-¿Qué?

Y el silencio se apoderó del momento y ambos podrían jurar que los corazones estaban librando sus propias batallas para no caer, tontos, par de tontos ingenuos que no tenían idea del daño que se estaban haciendo entre sí. Joel quería tomarlo en brazos y llevárselo lejos, tan lejos que nadie nunca sospechara de quien era Erick, donde ninguna persona conociera su historia y mucho menos aquellas cosas que eran secretas ante el mundo, como por ejemplo esa manía de morderse las uñas cuando estaba nervioso o el gesto gracioso de su naricita cuando reía de verdad, él amaba ver al niño reir y ahora de pie frente a él, con todo el peso de su corazón roto sobre sus hombros, el rizado comprendió que podía contar con los dedos de una mano las veces que lo encontró riendo. ¡Joder! Erick a penas reía y eso tenía que cambiarlo, ese rostro perfecto merecía brillar de felicidad, de alegría, merecía que jamás se apagara su brillo, ese brillo que lo tenía encandilado aún cuando no se le permitía mirarlo de frente.

-Yo...mmm...

-¿Erick Colón? -La voz de una persona extraña rompió el momento y Joel no supo si debía agradecer o asesinar al dueño de la misma.

-Si... ya...vamos. -El ojiverde lucía nervioso, muy nervioso mientras encaminó sus pasos a donde se encontraba el taxi esperando por ellos. No se detuvo a esperar por el mayor, no podía, no cuando su cuerpo entero le pedía a gritos estar en sus brazos.

-Buenas noches, jóvenes. -Era un señor mayor quien conducía, un viejito pequeño y con escaso cabello pero con un tono dulce de voz, Erick sintió ternura y al mismo tiempo tristeza, él se preguntaba como sería su vida si sus padres o abuelos...no...no quería pensar en eso, no hoy. Sacudió su cabeza y pintó una sonrisa en sus labios, Joel no dijo nada sin embargo lo notó.

-Buenas noches, gracias por venir tan rápido. -Habló el menor con tono dulce, no era fingido, algo más que el rizado pudo captar.

-Claro que si. Hace mucho frío afuera, así que no se preocupen, jovencitos, pronto estarán en su hotel.

-Muchas gracias, realmente está helado afuera. -Joel sintió que debía hablar también, después del pequeño momento en que Erick dijo aquello, no pudo procesar nada más. ¿Cómo podría? El chico había dicho que tenía esperanza de que fuera con él. ¿Qué diablos significaba eso?

-Lo está, lo está pero ya vamos en camino, según la aplicación, el hotel está solo a quince minutos. -Sonrió el señor mientras giraba a la derecha en una esquina.

-Gracias.

Ambos chicos respondieron al unísono, ambos se miraron a los ojos y otra vez el silencio se apoderó del momento. El camino no fue incómodo, solo se escuchaba el sonido del auto y el ruido de la ciudad que nunca duerme pero los dos jóvenes que iban en los asientos traseros, tenían demasiado en lo que pensar. El ojiverde necesitaba llegar pronto al hotel, realmente estaba añorando encerrarse en su habitación porque no sabía cuanto tiempo más podría soportar estando tan cerca de Joel. Había sido muy idiota, había admitido que quería irse con él. ¿Cómo pudo dejar que escapara ese pensamiento? ¿Qué habrá creido Joel? Erick estaba a punto de un colapso nervioso, desde que se abrió con Chris y le contó la verdad, él simplemente no podía controlarse igual, no podía solo ignorar el hecho de que estaba jodidamente enamorado del hombre que iba sentado a solo centímetros de su cuerpo.

-Acá es, muchachos. -No se dieron cuenta del momento en que el auto se detuvo, estaban demasiado perdidos en sí mismos como para notarlo. Ambos levantaron la cabeza solo para encontrarse con un sonriente viejecito que los observaba entretenido, Erick murió de ternura, Joel... Joel casi se infarta cuando volvió a hablar. -Disculpen si los incomodo pero a mi edad uno pierde un poco la vergüenza, deben saber que hacen una pareja muy bonita.

 -Disculpen si los incomodo pero a mi edad uno pierde un poco la vergüenza, deben saber que hacen una pareja muy bonita

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Behind your eyes ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora