Desde la llegada del corsario inglés, las actividades en la isla del coco fueron normalizándose conforme el avance de los días. Los avistamientos de las naves de vela negra, se presentaban diariamente, lo que le decía a Julia que la reunión anual estaba por iniciar. Pronto, la isla del coco estaría llena de piratas que aprovechaban su llegada a tierra firme para embriagarse, apostar y visitar el burdel de la gitana. Todo parecía normal, según Julia, la mujer que se encargaba de coordinar todo tipo de actividades que tenían que ver con la compra y venta de mercancías y del abastecimiento de las naves piratas.
«La mejor época del año para hacer negocios» aseguraba ella cada vez que se acercaba la reunión anual.
Sin embargo, ese año era diferente no sólo para Julia, sino para todos los capitanes que se presentaron al importante evento. La presencia del inglés, comenzaba a causar intrigas y especulaciones en quienes deseaban conocer las razones de la visita del capitán White: el hombre rubio que se paseaba por la isla como ave en el cielo.
—No puedo dejar de observarlo —le expresó Julia a Alejandro, mientras miraba a White salir de su cabaña.
—¡Sólo deja de hacerlo! —intervino Alejandro en un tono de reprimenda—. De cualquier manera, lo tenemos vigilado.
—Sí, lo sé y estoy segura de que él también lo hace con nosotros, pero no puedo dejar de sentir escalofríos cada que lo veo venir —expuso sin retirar los ojos del camino que daba a la playa.
—¡Julia, actúa normal! —El rubio se relajó en la silla que estaba en portico de Julia—. Nos pones nerviosos a todos con tus especulaciones, ¿por qué no haces lo que te dijo la gitana?
—¿Qué cosa? ¿La cena en su honor?
—Sí, la cena sería una manera de hacerle sentir bienvenido y que no nos intimida su presencia en la isla.
—Es obvio que no es bienvenido y me inquieta demasiado pensar que ese hombre mató a su familia —replicó la mujer volviendo su atención hacia Alejandro, una vez que perdió de vista al inglés —. ¿Qué cosa hará con nosotros? ¿Comernos?
—A todos nos inquieta, Julia. Además, los ingleses no son caníbales, en cambio, la tribu que tienes del otro lado de la isla, sí lo es —explicó Alejandro colocándo ambos pies sobre un taburete de cuero y madera.
—Sí, pero ellos son amigos, no me comerían o al menos eso creo —soltó reclinada sobre la cerca de su pórtico, luego levantó la mirada y se recordó a sí misma uno de sus pendientes—. Hablando de amigos, ¿has visto a Elena? —preguntó arqueando una ceja.
Alejandro dejó de afilar su espada para dirigir sus ojos en dirección a Julia.
—Danielle también está preocupada, dice que hace más de dos días no la ve, incluso la buscó en su cabaña, pero el mismo Barboza le dijo que dormía.
Aquello no nada más fue preocupante para ambos, sino también sospechoso en cuanto los voluntariosos actos que Barboza había estado comentiendo en la isla. Más de uno lo notó y preferían evitar contacto con el pirata, al menos así se saltarían las peleas.
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LEGENDARIO
Historical FictionLa vida de Manuel Barboza fue complicada desde su nacimiento: rechazado por su padre, abandonado por su madre, educado por un hombre que no tenía un lazo de sangre con él. Deseoso de mostrarle al mundo sus habilidades, enfrenta los problemas de su...