La molestia que sentía Alejandro no podía ser ocultada bajo ninguna idea. Caminó con dicho semblante hasta su cabaña donde ya lo esperaban tanto Danielle como Colette para iniciar la cena. En su llegada, se quitó una especie de chaleco que llevaba puesto y desabotonó las mangas de la camisa a fin de subirlas hasta los codos.
La pequeña Colette corrió entusiasmada a recibir a su padre, al tiempo que ofrecía su ayuda para retirarle las botas; sin embargo, el hombre no accedió a deshacerse de ellas, en vez de ello, caminó a la mesita de licores que Danielle tenía frente a su elegante comedor, con la necesidad de hacerse de un vaso de Whisky. Uno muy fuerte y fino que él mismo había traído de uno de sus viajes por Europa.
—Espero no estés pensando en beber, en lugar de comer algo —señaló Danielle apareciendo con una charola con pescados cocinados por ella misma.
El pirata dirigió el rostro en su dirección e ignoró todo regaño hecho por su esposa.
—No tengo hambre —respondió vertiendo un poco más de su bebida en el vaso que recién había vaciado de un trago.
—Creo que pasas demasiado tiempo con Julia —declaró la rubia luego de verlo beber como lo estaba haciendo.
—Es la reunión y la dichosa batalla —resolvió un tanto molesto, enseguida cerró ambos ojos y respiró hondo. Volvió al vaso de Whisky, bebiendo de nuevo—. Me tiene estresado.
Por su parte, Danielle manifestó asombro, conocía a su esposo y las batallas no eran algo que le preocupara.
—¿Por qué? Has tenido muchas batallas, ¿por qué esta es diferente?
—Hay mucho en riesgo y todos dependemos de las decisiones de Barboza. No es más que un burdo pirata engreído que supone saberlo todo —declaró este para evidenciar su rabia contra el mismo hombre.
Con la mano todavía sobre la botella, agachó la mirada, ignorando todo semblante que Danielle había hecho.
—Y yo que creía que en realidad te preocupaba la batalla —respondió la mujer, mientras colocaba algo de comida en el plato de Colette.
Las palabras fueron tomadas de mala gana para quien no estaba de buen humor.
—¡De verdad me preocupa la batalla, Danielle! ¡No especules! —vociferó en un grito.
—¡No es especulación, Alejandro! —replicó la esposa con las manos sobre la cintura—. Tú y Barboza han pasado demasiado tiempo peleando uno contra el otro, incluso podrían estar de acuerdo en algo, pero si se dan cuenta de ello, de inmediato cambiarían de opinión, únicamente para seguir peleando.
—Claro que no. Eso suena infantil —soltó el pirata negando con la cabeza.
—Muy bien. Entonces, dime, ¿qué es lo que Barboza está haciendo mal?
Alejandro sabía que Danielle no pararía de hacer preguntas, así que prefirió responderle. De igual manera se enteraría tarde o temprano.
—Él quiere que la batalla sea aquí.
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LEGENDARIO
Ficción históricaLa vida de Manuel Barboza fue complicada desde su nacimiento: rechazado por su padre, abandonado por su madre, educado por un hombre que no tenía un lazo de sangre con él. Deseoso de mostrarle al mundo sus habilidades, enfrenta los problemas de su...