Los incontables esfuerzos de Manuel Barboza por encontrar la información que lo llevaría al paradero de su esposa, no estaban rindiendo frutos en absoluto. La desaparición de Elena de la ciudad de Yucatán, fue un suceso que no dejó pistas para ningún hombre, policía o pirata que quisiera encontrarla. Entre más tiempo transcurría, mayores eran los rumores falsos que corrían por las calles, lo que complicaba la difícil tarea de detectar pistas certeras. Sin embargo, Barboza no se rendiría tan fácilmente, estaba decidido a hostigar, asesinar o entrometerse en cada casa de la localidad que adoptó a Elena por varios años.
La inquieta tripulación de Barboza, aguardaba en la taberna donde solían resguardarse tras haber terminado los negocios y recibir su paga; se encontraban disfrutando de los días de libertad otorgados, al menos hasta que su capitán diera nuevas órdenes de abordaje.
Un hombre calvo y de larga barba, llegó esa noche a la taberna, solicitando comida y bebida. Los hombres que trabajaban para el temible capitán, no perdieron la oportunidad de presentarse ante él, puesto que claramente se trataba de un pirata, uno que no reconocían y que no trabajaba para la misma hermandad. Después de varios minutos de acoso, el hombre terminó por confesar la razón de su presencia en aquella taberna. Buscaba a Manuel Barboza para hacerle llegar un importante mensaje. La información fue llevada al contramaestre y este acudió a donde su amigo de manera inmediata, cualquier pista podría llevarlos a Elena.
—Manuel, los muchachos agarraron a un hombre que quiere hablar contigo —comunicó Gonzalo después de haber golpeado la puerta de la habitación donde este se encontraba.
Manuel ancló la mirada en su contramaestre tras haber recibido las primeras noticias que prometían información valiosa para dar con el paradero de su amada.
—¡Tráiganlo! —demandó.
Minutos después, el hombre recién llegado había sido sometido por medio de golpes y dirigido a la habitación donde le esperaban con impaciencia. El pirata fue empujado apenas atravesó la puerta y terminó cayendo a los pies de Barboza.
—¿Quién te envío? —preguntó con el sombrío semblante.
El pirata levantó la mirada e intentó responder de inmediato aun cuando las palabras que le aparecían en la cabeza no lograban conectar con la boca. El pánico se apoderó de su cuerpo después de ver al enorme hombre que tenía de frente, había escuchado de la bestia que asechaba los mares, pero jamás imaginó que la descripción fuera tan cierta como lo que estaba viendo con sus propios ojos. Bajó de poco a poco la vista, logró decir primero, vocales mal sonadas y luego la respuesta que Barboza reclamaba.
—El capitán... John White —declaró el mensajero en una lucha por no sonar como un cobarde.
Barboza levantó el rostro y sintió deseos de arrancar la cabeza de aquel hombre con sus propias manos, apretó tan fuerte los nudillos que se tornaron blancos por la falta de sangre. Luego, serenó su impaciencia y relajó los músculos del cuello, estaba decidido a obtener respuestas.
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LEGENDARIO
Historische fictieLa vida de Manuel Barboza fue complicada desde su nacimiento: rechazado por su padre, abandonado por su madre, educado por un hombre que no tenía un lazo de sangre con él. Deseoso de mostrarle al mundo sus habilidades, enfrenta los problemas de su...