《Capítulo 30:》"Saber amar"

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POV's Todoroki.

Me estaba sofocando entre tantas luces de colores y hombres sudorosos en busca de un encuentro sexual fortuito.

El calor era insoportable y encima no tenía intención de acostarme con ninguna mujer. Había ido a ver a Dabi, a contarle las nuevas que iba descubriendo, como los chanchullos del señor Midoriya, pero al parecer se había marchado a arreglar a saber qué asunto con un narcotraficante.

Por lo que allí estaba yo, solo, rechazando continuamente la compañía de las chicas y con ya tres cervezas y media bebidas.

-Menuda puta mierda de sábado por la noche.-me quejé.- Y el maldito Dabi no llega.

Dejé mi asiento en la barra y caminé hacia la salida para fumarme un cigarrillo. O mejor aún, un porro.

El viento frío de la noche me atizó como un látigo que me espabiló de inmediato. Busqué en los bolsillos de mi cazadora la caja de tabaco y la encontré vacía. Ni un pitillo. Ni un porro.

-Joder. Definitivamente es el peor sábado de mi vida.

Arrugué la cajetilla con furia y la lancé lejos, enfadado con mi suerte, con mi mundo y conmigo. Me revolví el pelo con frustración. ¿Qué hacía ahora? ¿Entraba a acabar aquella cerveza y a tomar otras cuantas o me piraba a casa a intentar conciliar un sueño que sabía que no podría tener?

Un hombre salió entonces borracho como una cuba del prostíbulo y me planteé pedirle un cigarrillo, pero tal y como iba, preferí no molestarlo. Bastante suerte tendría ese señor si encontraba la cartera para pagar un taxi.

Alcé la vista al cielo, observando lo pronto que había anochecido. Fijé mis ojos en la blanca luna que era tapada de vez en cuando por pequeñas nubes oscurecidas. Parecía el comienzo de un cuento de terror. Me reí ante mi pensamiento.

¿Comienzo de un cuento de terror? Toda mi vida lo era.

Las luces de un coche alumbraron levemente el edificio, y éste se detuvo a unos cincuenta metros de distancia. Lo observé con curiosidad, me hacía gracia que no se atreviera a acercarse al prostíbulo. Escuché a alguien salir de automóvil y cerrar con fuerza la puerta.

Hubiera dado de todo con tal de que esa persona fuese Dabi, para así acabar con la inspección de hoy y así retirarme de ese mugriento lugar.

Tomé una bocanada de aire, molesto por seguir sin un pitillo que llevarme a los labios, y me dispuse a regresar a dentro para acabar la cuarta cerveza y luego irme a casa.

Sin embargo, esa noche había otros planes preparados para mí.

La persona que se había bajado del coche corría en dirección a donde yo me encontraba. Observé la oscura figura hacerse más nítida por cada paso que daba, y casi muero al reconocerla.

Permanecí inmóvil sin saber cómo reaccionar.

¿Qué cojones hacía allí Izuku? ¿Cómo sabía llegar?

Se detuvo a dos metros de distancia, al parecer ella también me había reconocido a mí. Estaba llorando, cataratas descendían de sus ojos y se me comprimió el corazón: si se encontraba allí, seguro que yo era la razón.

Nos quedamos mirándonos a los ojos unos segundos que se hicieron eternos. No sabía cómo reaccionar ante aquella aparición, y ella no sabía por dónde comenzar a hablar, lo veía perfectamente en sus orbes. Entonces, decidí hablar yo primero.

-Izuku, ¿qué haces tú aquí?-pregunté, casi enfadado de que descubriera este lugar.

-Creo que es un poco obvio, ¿no?-respondió, abrazándose con fuerza por el frío. Aunque llevaba un abrigo, estaba temblando como una hoja.

El Brillo De Tus Ojos | ᵀᴼᴰᴼᴰᴱᴷᵁ-ᶠᴱᴹDonde viven las historias. Descúbrelo ahora