SHOTO
Asomaban por la ventana los primeros rayos de sol cuando desperté, tres horas después de haberme quedado dormido. Al principio, no estaba seguro de en dónde me encontraba, y muchísimo menos con quién. Sentía un leve peso en el pecho y la caricia de otro cuerpo junto al mío. El corazón me empezó a latir con ansiedad, hasta que giré la cabeza y la vi a ella.
Izuku dormía plácidamente entre mis brazos, apoyada justo encima del corazón, el cual se empezó a relajar cuando supe con quién estaba acostado.
Entonces, recordé todo. Recordé la noche anterior, las caricias, los besos, las promesas de amor, los te quiero, las confesiones, los susurros enternecedores. Sentí que respiraba mejor que nunca y a la vez con una dificultad abismal.
Sabía que aquello me traería consecuencias. Que sería el final de mi relación con Dabi, y hasta lo agradecí. Que cambiaría mi vida, y sentí esperanza. Que quizá aquello fuera el comienzo de una felicidad nunca vivida, y me estremecí de placer.
Desde hacía muchos años, llevaba a cabo actos por los cuales nadie me iba a felicitar. O por lo menos, nadie que tuviera dos dedos de frente.
Sin embargo, ahora que Izuku entrara a mi vida como un torbellino, cambiaría absolutamente todo lo que no me hacía bien. Por mí. Por ella. Por nosotros.
Le besé la frente con fuerza, y aún así, no se despertó. Sonreí, borracho de felicidad, y la abracé más cerca. La observé dormir durante un buen rato. Ya que yo no podía, quería verla a ella, con las facciones tan relajadas, las mejillas todavía sonrosadas y con una expresión de calma placerienta.
La quise tanto en ese instante que nada me importó ya. Ni mis problemas, ni mis traumas, ni tener que desobedecer al hombre que más me podía arruinar. Absolutamente nada. Solo ella, su sonrisa, su calma, su sueño, lo que fuera que estuviera relacionado con Izuku Midoriya.
Cuando el sol brillaba de manera que podía verla mejor y más cerca que nunca, con todo el cuidado del mundo, me separé de ella, tratando de dejarla dormida unas horas más. Poco después, al fin me di separado. Me puse en pie, me vestí y salí del cuarto haciendo el menor ruido posible. En la cocina, miré el reloj, y vi que eran las diez de la mañana. Supuse que Izuku no tardaría mucho en despertarse, y como no tenía nada en la nevera que cocinarle como desayuno, decidí bajar al supermercado a comprarle algo de comer.
Cogí una chaqueta, las llaves y la cartera antes de salir por la puerta. Nunca me había sentido de aquella manera, tan libre y relajado. Eses eran sentimientos que no me estaban permitidos.
Hasta entonces.
Todavía notaba el cuerpo caliente por el contacto y los labios ligeramente hinchados. Solo pensar que al volver la tendría todavía dormida en mi cama me llenaba el corazón de dicha.
Caminé por la calle con una sonrisa en los labios, deseoso de volver.
Di vueltas por el supermercado en busca de algo apetitoso para desayunar. Decidí coger zumo de naranja natural, café y unas galletas integrales, que era lo que habitualmente ella desayunaba. Pasé por la zona de las magdalenas para llevar algunas también y, mientras las alcanzaba en el estante más alto, escuché su temblorosa voz.
-¿Shoto?
Me giré sobresaltado, dejando caer varias bolsas. Me apresuré a recogerlas, y dos pares más de manos me ayudaron. Cuando nos levantamos y nuestros ojos se cruzaron, sentí una enorme cuchillada en el pecho.
Colocamos las bolsas y nos volvimos a mirar en un silencio incómodo. Hacía tanto que no los veía que ya creía imposible volvérmelos a cruzar.
-Fuyumi... Natsuo...-fue lo único que fui capaz de decir.
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El Brillo De Tus Ojos | ᵀᴼᴰᴼᴰᴱᴷᵁ-ᶠᴱᴹ
FanfictionOdiar por inercia es la manera más sencilla de desquitar la furia, Shoto lo sabe a la perfección. Sin embargo, no desaprovecha la oportunidad que le ofrecen de vengarse de quien considera el detonante de la nefasta vida que lleva, arrebatándole a lo...