Nadie sería capaz de describir de forma exacta todo aquello que atormentó a Izuku durante las horas que la noche duró. Nadie podría decir las suficientes palabras de consuelo para amortiguar el dolor de su corazón. Ningún tipo de afecto podría amainar esas lágrimas que fueron derramadas horas y horas sin una mano amiga que le dijese que iba a estar bien.
Porque nadie podría garantizarle que fuera cierto. Ni siquiera ella misma podría hacerlo. La expresión de Todoroki mostraba unos muros que ella creía haber derribado y ahora se alzaban de nuevo sobre sus cabezas. El sufrimiento la acompañó en la soledad de la oscuridad, no se atrevió siquiera a llamar a Uraraka o a Kacchan. Se sentía estúpida, utilizada y débil. Nunca antes lo había experimentado todo junto.
Por eso, cuando amaneció un jueves soleado, Izuku se decidió por faltar aquel día a clase. El sueño podía con ella y la tristeza la mataba por dentro. No quería salir y encontrarse cara a cara con el hombre que le dio alas para luego cortárselas, que la humilló de forma tan rastrera que le rompió el corazón, y que la utilizó simplemente por diversión.
Así lo veía ella. Oscuro como la noche, y realmente lo creía así. Le dolía el corazón solo de pensarlo, y las lágrimas caían solas por sus sonrosadas mejillas.
¿Qué había hecho ella para merecer aquello?
¿En qué momento creyó buena idea dejar de reprimir lo que sentía por su guardaespaldas?
Se levantó únicamente para ponerle el pestillo a la puerta, para así evitar que entrase cualquier persona y la viera en ese estado. Tuvo la suerte de que Katsuki no iría tampoco a clases ese día, de que su padre trabajaría desde que los primeros rayos de luz iluminaran la ciudad, y que su madre no la visitaría a menos que su enfado se hubiera desvanecido.
En ese momento, la joven Midoriya se sentía más sola que nunca, abandonada y con unas tremendas ganas de morirse. No tenía ganas de nada, ni de leer ni de escuchar música ni de estar despierta. No quería soportar la dura carga del rechazo y la humillación.
Se pasó prácticamente toda la mañana en cama, bajo las mantas y con las persianas bajadas; y ni una vez alguien fue a molestarla. Y eso también tenía su por qué.
Todoroki llevaba en la casa desde las siete de la mañana, y era consciente de que su protegida no estaba en condiciones de ir al instituto, por lo que se quedaría en su cuarto. Decidió mentir a sus padres y a quien ka crió, Mitsuki, diciéndoles que ella misma había pedido avisar a sus progenitores de su falta al colegio ese día. Como era de esperarse, nadie dijo nada, pues la vuelta de unas vacaciones es horripilantemente agotadora.
Si cualquiera de ellos supiera la verdad, que la pobre muchacha se encontraba destrozada, llorando en sus aposentos, hubieran tirado la puerta abajo para consolarla. Porque, al fin y al cabo, por encima de todo, era su hija. Mas nadie supo nunca aquello.
Izuku estaba rota en mil pedazos que ella misma debía recoger y juntar para volver a montar. Su corazón era un puzle de mil piezas destruido. Su orgullo había sido herido, y ya no hablemos de su moral o sus ánimos. La felicidad se había desvanecido del rostro de la chica. Realmente amaba a aquel hombre de ojos y pelo bicolores que tantas sensaciones le había provocado. Y claro que él la amaba a ella, al brillo de sus ojos y su preciosa sonrisa. Pero a uno lo poseyó la cordura y a otro la fantasía. O quizás a uno el miedo y a otro la realidad. Asociadles los adjetivos como gustéis, porque todos sabemos a quién encaja mejor cada uno.
Por eso, cuando Izuku llevaba en su cuarto más de doce horas lamentándose, decidió ponerse en pie y afrontar lo que tarde o temprano le saltaría a la cara. Eran las cinco de la tarde, la hora perfecta para salir y liberarse un poco en alguna librería cercana. Se dejaría caer en una biblioteca y cogería cualquier libro con tal de despejar un poco la mente. O quizás pasaría por el parque. Incluso, ¿quién le privaba de llevarse con ella a Negan, quien había escuchado sus llantos toda la noche sin quejarse ni una vez?
ESTÁS LEYENDO
El Brillo De Tus Ojos | ᵀᴼᴰᴼᴰᴱᴷᵁ-ᶠᴱᴹ
FanficOdiar por inercia es la manera más sencilla de desquitar la furia, Shoto lo sabe a la perfección. Sin embargo, no desaprovecha la oportunidad que le ofrecen de vengarse de quien considera el detonante de la nefasta vida que lleva, arrebatándole a lo...