El sol comenzó a colarse por la persiana muy temprano. Se escuchaban las hojas de los árboles ser zarandeadas por el viento. De vez en cuando, algún que otro pájaro piaba, y el latir de sus alas se hacía presente.
Shoto abrió los ojos lentamente. La cabeza le daba vueltas y no era capaz de recordar absolutamente nada de la noche anterior. Hasta que cayó en la cuenta de que un pequeño cuerpo estaba descansando entre sus brazos. El corazón le comenzó a latir tan apresuradamente que estaba seguro de que ese sonido retumbaba por toda la habitación. Izuku dormía plácidamente en su pecho.
Se la quedó observando un buen rato. Le encantaba ver su respiración lenta por el cansancio, sus pestañas cerradas, impidiéndole ver sus hermosos ojos, sus dulces y delicadas manos agarrando ya sin fuerzas su camiseta negra. Esa imagen lo dejó tan embobado que creyó que su amor por la muchacha había ascendido todavía más.
Se apoyó en la almohada con un codo, mientras con el otro brazo seguía abrazando la cintura de la joven a la vez que la mantenía en contacto con su cuerpo. Era incapaz de apartar la mirada de aquella preciosa visión. No quería despertarla, quería que el tiempo se detuviera de golpe y quedarse así horas y horas. Pasó la lengua por sus labios, tratando de recordar el sabor que dejaran los de Izuku había a penas cinco o seis horas. Aún sentía la fresa mezclada con los frutos secos, una sensación que ansiaba repetir.
Mas aquellos pensamientos lo hicieron detenerse de repente. La cordura regresó a su cuerpo, y comenzó a dar vueltas a todo lo que la noche anterior habían hecho y que no había sido ni de lejos lo correcto. Izuku era su protegida, y por la misma regla de tres, era su próxima víctima. Lo que sentía por ella debía de ser reprimido. Tenía que olvidar aquella sensación que le producía estar cerca de ella, su sonrisa y su melódica voz. Todo aquello iba de mal en peor. Se sentía un completo gilipollas.
Se permitió observarla dormir unos minutos más antes de besarle la frente y levantarse haciendo el más mínimo ruido, y ningún movimiento brusco. Sin despertarla, caminó hacia su maleta y sacó ropa interior limpia, unos vaqueros negros, una camiseta blanca y una sudadera oscura. Se fijó en la que la chica le había regalado para ir al concierto. Sintió como si una flecha acabase de traspasar su corazón de lado a lado.
Tratando de no ceder ante sus impulsos, se metió en el baño y se dio una ducha de agua fría para despejar la mente. No era justo que sintiera aquello por alguien a quien debía asesinar. Ni siquiera era justo que lo sintiera por Izuku.
¿Qué podría traerle él a ella más que problemas y sufrimiento?
¿Cómo reaccionaría ella si se enteraba de toda la droga que corría por sus venas?
¿Cuál sería su reacción al descubrir la cifra exacta o aproximada de las veces que había compartido lecho con otras mujeres?
Estaba seguro de que la espantaría, de que la pobre Midoriya no querría volver a saber nada de alguien así. Se atormentaba solo de pensarlo.
Salió del cuarto de baño poco después, y se sorprendió al verla a ella despierta, recostada en la cama, tratando de despertarse del todo. Cuando los ojos de la peliverde se cruzaron con los de su guardaespaldas, sus mejillas se tiñeron de un leve color rojo, y una pequeña sonrisa acudió inconscientemente a sus labios.
-Buenas días.-susurró, dulcemente. Esas míseras palabras fueron suficiente para acelerar el corazón del bicolor, sin contar la imagen tan hermosa que tenía en frente.
-Buenos días, Izuku.-le devolvió el saludo de la misma manera, con una pequeña sonrisa.
Shoto dejó la ropa sucia de cualquier manera sobre su maleta y se acercó hasta sentarse en el borde de la cama, de cara a ella. No sabía qué decirle. Ni siquiera quería hablarle. Pero necesitaba tocar su suave piel para que sus nervios se controlaran.
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El Brillo De Tus Ojos | ᵀᴼᴰᴼᴰᴱᴷᵁ-ᶠᴱᴹ
FanficOdiar por inercia es la manera más sencilla de desquitar la furia, Shoto lo sabe a la perfección. Sin embargo, no desaprovecha la oportunidad que le ofrecen de vengarse de quien considera el detonante de la nefasta vida que lleva, arrebatándole a lo...