Esa noche, Izuku y Shoto durmieron algo más cerca el uno del otro, espalda con espalda, pero ya no cada uno en una esquina. Los nervios recorrían el organismo de ambos, y al más mínimo roce, una descarga eléctrica surcaba todo su cuerpo.
Por esos pequeños detalles, dormir les fue complicado, mas descansaron de forma placentera. A la mañana siguiente, no hizo falta poner ningún despertador, ya que la emoción de la peli verde fue la encargada de despertarla a las ocho y media de la mañana.
Shoto llevaba cerca de una hora observándola dormir sentado en un pequeño sillón que se encontraba en una esquina del cuarto. El tiempo se le pasó volando, viendo su torso ascender y descender cuando respiraba, sus pequeños movimientos que parecía que la despertarían, el cambio de posición de sus manos cada dos por tres. Todo en ella lo hechizaba de una forma que jamás estaría dispuesto a admitir. ¿Qué tenía Izuku que no tuvieran los cientos de chicas con las que se había acostado? No era capaz de decir a ciencia cierta una respuesta correcta, pero algo que tenía muy claro, era que su determinación y pureza no pasaban desapercibidos. Ella destacaba allá a dónde fuese, aunque fuera sin querer.
Ni siquiera cuando ésta se revolvió en la cama, dando a entender que se había despertado, él dejó de mirarla. Era incapaz. La escuchó soltar una pequeña risa de emoción antes de recostarse en la cama con una sonrisa preciosa en la cara que solo aumentó cuando vio a Shoto sentado, esperándola. Aquello solo provocó que su corazón latiese más rápido.
-¡Buenos días, Sho!-dijo, emocionada.
Aquel apodo provocó en Shoto un efecto mucho mayor de que ninguno hubiese imaginado. Hacía tanto que no se lo llama que su sorpresa fue notoria.
-Buenos días, Izuku.-la saludó también, con una sonrisa y un tono de voz muy dulces.
¿Qué era aquello que sentía al verla sonreír? ¿Qué era aquello que lo revolvía por dentro cuando lo llamaba por su nombre de pila? ¿Cómo se llamaba ese sentimiento que lo acosaba día y noche?
Izuku tardó menos de lo que hubiera pensado en prepararse. De lo emocionada que estaba, iba de un lado para otro en busca de cosas que quizás ya tenía en la mano. Quedaban más de doce horas para el concierto, mas ella las veía como minutos. Pena que no pasasen así de rápido. Todoroki la observó en silencio todo el tiempo, ya que él ya estaba vestido con unos vaqueros rotos (como todos los pantalones que había metido en la maleta) y una sudadera de los Rolling Stones. Por su parte, Midoriya se decidió por unos vaqueros pitido junto con su sudadera negra de Mägo de Oz. No era capaz de esperar a la noche para ponérsela.
-¡Shoto!-lo llamó en cuanto hubo terminado de prepararse. Él la miró, embobado.-Te he traído a ti también una sudadera como esta. Por la noche, antes de ir al concierto, ¡te la daré!
-Idiota, ¿te has gastado dinero en mí?-preguntó, sorprendido.
-¿Algún problema con eso?
La sonrisa que le dedicó y la felicidad de que ella le regalase algo fue mucho más grande que el orgullo que le decía que no la aceptara.
-Eres de lo que no hay.-le dijo, en tono cariñoso y revolviéndole el cabello, con una sonrisa.
Salieron del cuarto poco después, Izuku dando saltitos, y bajaron al comedor para encontrarse con sus amigos. Mina, Tsuyu y Uraraka estaban igual de ilusionadas que su amiga, y ambas también llevaban ya puesta la misma sudadera.
Shoto se acercó a Kirishima, con quien había hecho buenas migas, y se saludaron chocando los puños. Como aún quedaba una hora para que le sirvieran el desayuno, decidieron ir yendo hacia la ciudad y ese día picar algo por allí. Daba igual si gastaban algo de dinero de más, en ese momento podían permitírselo, y necesitaban matar el tiempo con algo, ya que los nervios crecían por momentos.
ESTÁS LEYENDO
El Brillo De Tus Ojos | ᵀᴼᴰᴼᴰᴱᴷᵁ-ᶠᴱᴹ
FanfictionOdiar por inercia es la manera más sencilla de desquitar la furia, Shoto lo sabe a la perfección. Sin embargo, no desaprovecha la oportunidad que le ofrecen de vengarse de quien considera el detonante de la nefasta vida que lleva, arrebatándole a lo...