12. "¿Soy un buen chico?"

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George ha sido un buen chico toda su vida. Y como buen chico, memorizó todas las lecciones primordiales:

Los chicos buenos son obedientes.

Los chicos buenos van a la iglesia.

Los chicos buenos no mienten.

Los chicos buenos no besan a otros chicos.

Con el tiempo, se dio cuenta de que siempre hay excepciones. La rebeldía no es sinónimo de maldad. El catolicismo es solo una de muchas creencias. Existen las mentiras piadosas dichas por el bien de la persona que amas.

Y hay chicos que besan a otros chicos. Y es tan natural como chicos besando chicas. O chicas besando chicas.

Pero no se supone que George era uno. No cuando su madre quería verlo ir al altar con una hermosa esposa y salir tomados del brazo, y ella quería nietos y verlo desfilar en la iglesia católica y nada de eso incluía besar a otro chico.

Definitivamente no a Alex Karev.

No puede fingir, sin embargo, que no significó nada. Una parte de él, normalmente escondida en el fondo y enterrada profundamente en una negación ruidosa, estaba deseando esto desde el momento que compartieron después de lo del ascensor.

Él estaba deseando besar a Alex.

Y se odia un poco a sí mismo por ello.

Una decepción. El pequeño Georgie. El niño más débil. Una decepción. De-cep-ción. Las palabras en su mente forman un torbellino desagradable que, para cuando al fin llega a casa, le ha provocado un horrible dolor de cabeza.

¿Por qué tenía que ser Alex?

—Idiota, idiota, idiota —murmura en voz baja, refiriéndose a sí mismo.

Porque por encima de todo, por encima de las mentiras que dijo por tanto tiempo que él mismo casi las creyó también, por encima de lo estúpido (y lo bien que se siente) que es sentirse atraído por Alex, por encima de toda su crisis, está Izzie. Su mejor amiga Izzie que le habló de sus sentimientos por Alex en un almuerzo que se siente como si hubiera sucedido hace siglos atrás.

La primera preocupación de George no es el hecho de que besó a un chico, que besó a Alex Karev, ni las muchas paredes que eso derrumbó (aunque eso es obviamente importante). No. Es que no puede hacerle eso a Izzie.

Y, al mismo tiempo, es increíblemente frustrante lo mucho que odia la idea de retroceder todos los pasos que ha avanzado con Alex. Casi tanto como el hecho de que no se arrepiente. Se siente culpable, mucho, por Izzie, pero no se arrepiente de ese beso.

¿Lo convierte eso en una persona terrible? Tal vez sí.

Una decepción.

Seguramente lo es.

Dios, le duele la cabeza.

Se sienta en la mesa con un vaso de jugo de naranja, ya que realmente no tiene hambre en éste momento. Solo quiere estar solo y atormentarse a sí mismo con sus pensamientos.

Desafortunadamente, Izzie no tarda en aparecer por la cocina e interrumpe su espiral de autocompasión.

—¡Hey George! ¡Buenos días! —Izzie lo saluda, tan alegre y cegadoramente sonriente—. ¿Tuviste una buena noche? —pregunta, sugerente.

George se atraganta con su jugo de naranja.

—Uh- ¿dormí bien? —él responde, inseguro de las implicaciones en la pregunta .

—Te lo pregunto porque, ya sabes, no volviste a casa anoche —ella señala, demasiado sonriente. Esa sonrisa no presagia nada bueno.

George abre y cierra la boca demasiadas veces. No tiene la energía para esto, no cuando su cerebro está haciendo cortocircuito por los eventos recientes.

Just (not) my type | Grey's Anatomy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora