XII. Prohibido Prejuicios

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Dicen que cuando no haces nada el tiempo pasa más lento... Bueno, si es cierto. Estuve toda la cena con ese mensaje dándome vueltas en la mente, sin poner atención a la conversación que tenían en la mesa. A cada rato Daniel y mi hija se levantaban de la mesa para que Peter y yo no s quedáramos solos, y al regresar, yo los miraba de la peor manera posible. A eso de las diez de la noche, Peter se tuvo que ir y nos quedamos Daniel, Daniela y yo. Mi hija me imploró que fueramos a casa de Lalo, ya hacía unos tres o cuatro días que no veía a Polette y era descortés que la hermana de su novio no sea lo suficientemente educada para tan solo saludarla.
Fuimos a dejar a Daniel a su departamento y nos pusimos en marcha a la casa de mi querido hermano. Al tocar el timbre, quien abre la puerta es Abigail, el ama de llaves de Lalo y nos saluda muy amablemente. Supongo que después de más de catorce años de conocerla le es más fácil tener la confianza de saludarme con una sonrisa. Polette y Lalo están en la sala viendo una película en Francés.
-¡Hola Polette! Dejame adivinar, tu elegiste esa película ¿no?- dije y Lalo me miró mal.- ¿Que? Lo dije en buena onda hermano.
-¿Vienes a la cocina Adelyn? Ayudame con algo.
Camino detrás de él hacia la puerta corrediza color blanco y justo cuando cierro la puerta mi hermano explota y deja salir todas las palabras que se estaba guardando desde hace ya un tiempo... Quizá desde que llegó Polette.
-¡¿Acaso no eres madura?! ¡¿No tienes conciencia?! Nuestros padres no te enseñaron a respetar a las personas ¿Verdad?
-Primero, no sé de que hablas, y segundo, no metas a mamá y papá.
-Polette, hablo de Polette, te la pasas humillándola como si vivieras de ello.
-¿Sabes que? Mejor nos vamos, y disculpame con ella... No fue mi intención.
Caminé hacia la sala de nuevo, tome mi bolso y la mano de Daniela, que platicaba muy alegremente con Polette, y seguí mi camino a la puerta, olvidando mis modales y saliendo de la casa sin saludar. Cuando me subo al carro y me dejo caer en el asiento, una lágrima cae por mi mejilla, demasiado rápido para ser vista, pero se trae consigo un poco del maquillaje que traía en los ojos y deja un rastro de pintura negra. Apoyo la cabeza en mis manos, que se encuentran en el volante del auto, y me pongo a llorar, restándole importancia a la presencia de Dani. Noto su mano en mi espalda, formando círculos tranquilizantes.
-¿Que pasa mamá? ¿Que te dijo mi tío Lalo?
-Na... Nada, está todo bien.
-Mamá, podre tener 14 años pero te aseguro que puedes contarme tus problemas y yo haré lo posible por ayudarte.
Me dejo llevar y me lanzo a sus brazos como una niña pequeña en brazos de su madre, lo cual me parece irónico ya que ella es mi hija. Mis pensamientos me hacen soltar una risita que se camufla con mis sollozos.
-Siento que lastimo a todos los que están a mi alrededor y me frustra... Me frustra porque no lo hago a propósito... Peter, Eduardo, Polette, ¡hasta Daniel!... Y por supuesto tu...- y eso ultimo es apenas audible porque mis palabras se ahogan en un sollozo, y Dani para de acariciarme la espalda.
-Pero a mi no... Oh! Cierto...- dice avergonzada.- pero no importa, mamá, yo te amo y estoy consciente de que estas mal por nuestra situación... Incluso más que yo, y te juro que nunca voy a perdonar a papá por lo que hizo porque te cambio... Y ya no eres la misma por su culpa.
Vaya. Nunca había hablado de esto con Dani, y me aterra que piense así de su papá. Es decir, no espero que lo ame después de todo lo que nos hizo pasar, pero siento que ese odio que le tiene a Quique es por lo mal que me ha visto hablar de él y eso también está mal, porque yo, su propia madre, he sembrado ese odio en ella y así vivirá toda su vida, hablando mal de él a sus hijos y amigos, y algún día tendrá que enfrentarlo, y no será bonito con ese odio presente. Pero lo más importante del discurso que me ha dado mi hija es que me doy cuenta de que he estado tan ocupada cuidándola del mundo que supuestamente le haría daño, que no he notado lo mucho que ha madurado, lo fuerte que la ha puesto toda ésta situación, y lo que más me duele admitir, que ésa fuerza que tiene ahora significa que ya puede cuidarse sola, que ya es grande y que ya no me necesita tanto como antes. Y no, yo quiero que me necesite, que vaya por las noches a mi habitación a preguntarme si puede dormir ahí porque tiene miedo, que me pida que juguemos juntas y que ésta vez yo no le conteste que estoy ocupada.
-Daniela, no quiero que pienses así.- digo separándome de ella y secandome la cara con el dorso de mi mano.- ya se que te es difícil quererlo después de todo lo que ha pasado, pero si no lo personas vas a vivir con ese odio toda tu vida y... Agh, esto es ridículo, mejor vamos a casa.
Vamos todo el camino discutiendo sobre el mismo tema, y yo solo hago el intento de cambiar el tema a cada rato, pero ella se empeña en hablar de eso, y por desgracia nota que quiero cambiar de tema y eso despierta más su curiosidad sobre el tema de su padre.
Al llegar me paralizo por completo al verlo sentado al pie de la entrada de mi casa con una caja de regalo.
Christopher.
Es un misterio su presencia y el hecho de que traiga un regalo que obviamente era para mi, o para Dani, y creo que la opción mas certera era la primera. Bajamos del auto y Dani no se percata de la presencia de Christopher ya que tiene la vista fija en su iPhone, pero cuando levanta la cabeza se queda tanto o más helada que yo y guarda el teléfono en la bolsa de atrás de su pantalón.
-Mamá... ¿El es...?
-Si.- digo interrumpiendola por miedo a lo que diga de él.
Camino lentamente a la puerta de mi casa y meto la llave por el orificio de la puerta, sin quitarle la vista de encima a Christopher. Al abrir la puerta empujo a Dani por la espalda para que entre y me sorprendo al ver miedo en sus ojos. Cuando ella entra yo me hago a un lado para invitarlo a pasar y el no lo duda ni un segundo. Me siento en el sillón de la sala sabiendo que él hará lo mismo, pero se pone a inspeccionar toda la casa, toqueteando todo lo que esté a su alcance. Lanza, sin un rastro de gusto, la caja de regalo que trae hacia el sillón donde estoy sentada, probablemente esperando a que lo tome. Le doy vueltas con las manos y al final me decido por abrirlo, rasgando la envoltura y abriendo la pequeña caja blanca, que es un poco más grande que mi mano. Dentro hay una flor sintética color violeta sin el tallo de plástico, y junto a ella un brazalete con el elástico desgastado. Lo miro extrañada y el me sonríe falsamente levantando las cejas, como si estuviera emocionado por mi reacción ante el "impresionante" regalo. Yo levanto una ceja para que al fin diga algo, y eso es lo que hace.
-¿Qué? ¡No sabía que comprarte! Y ten por seguro que no me detendría a pensarlo mucho... ¿Recibiste mi mensaje?
-¿Como conseguiste mi número de celular?
-Entonces si lo recibiste.- lo miro mal y el levanta ambas manos excusándose.- Bien, bien, cuando estabas inconsciente me metí a tu habitación y anoté tu número en mi teléfono.
-¿Acaso no conoces la privacidad?
-¡Ya no entré a la habitación de tu moribunda madre!
-Yo tampoco... La diferencia entre tu y yo es que yo la desperté del coma con tan solo tocar su mano y tu intentaste matarme...
-Si, bueno, lo siento por eso, y por lo de la demanda...
-Y por golpear a Peter...
-Y por golpear a ¿Peter?- dice repitiendo lo que dije.- él me golpeo a mi... En fin mi madre me obligo a venir y, pues, heme aquí.
-Si claro...
-Eres de esas personas que son fáciles de descifrar ¿no es cierto?
-¿Disculpa?
-Si, te divorciaste porque tu esposo no supo darte todo lo que querías y para castigarlo le hablas mal de él a tu hija, desparramas el dinero que te da para quebrarlo, vives tu vida quejandote de todo, te gusta la vida fácil... Dime si me equivoco ¿si?
-Pues lamento decirte que tus poderes psíquicos fallaron esta vez: las razones de mi divorcio no te interesan y te aseguro que ni se acercan a lo que dijiste, de niña fui pobre y mi exesposo trabaja de cajero en el súper desde antes de que nos casáramos. Yo trabajo de gerente en economía en una empresa de literatura, así que gano mas de lo que necesito. Mi hija odia a mi exesposo porque sabe de lo que es capaz y no por lo que yo le diga, que en realidad no le hablo mal de él y no, no desparramo el dinero porque lo valoro y si tengo todo lo que tengo es porque quiero que mi hija no viva lo que yo viví, que tenga la mejor casa, el mejor celular, la mejor escuela, y además le enseño a valorar las cosas que...
-Okay, okay, ya entendí, perdón que hice mal en hacer prejuicios... Pero entonces eres de las que le cuentan su vida a cualquiera para que su ego no salga herido.
-¡No te voy a permitir que vengas a ofenderme en mi propia casa! ¡Vete!
Lo jalo del brazo y al llegar a la puerta lo saco de un jalón para luego cerrarle la puerta en la cara. Me deslizo por la puerta hasta quedar sentada en el suelo como lo hice en la puerta de la habitación de la señora Jones.
¿Porque las tragedias no podían dejarme en paz? El día que Christopher desaparezca de mi vida, ésta va a tener paz de nuevo y podré ser feliz de nuevo. Éste hombre es de lo peor y lo único que ha hecho hasta ahora es destruir cada rastro de felicidad en mi vida, y no iba a permitirlo... Me cueste lo que me cueste.
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Aló!
Ya al fin día de capitulo nuevo, sinceramente hasta ahora éste es mi favorito... No , me gusto escribirlo porque estamos conociendo más a Chris, y les prometo que ya va a aparecer más para que terminen de odiarlo. Bueno, hoy no hay mucho que decir, así que me despido mandándoles besos con sabor a... ¿Tacos?... ¡Desde Mexico adorable! Agh mi inspiración con la comida anda por los suelos por ésta horrible gripa. En fin adiosito y nos leemos el próximo viernes!
-A

En mi Burbuja de SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora