Si Peter no me hubiera levantado del suelo y sostuvido en el aire con sus fuertes y hermosos brazos, me habría lanzado a ese horrible hombre a hacerle cosas horribles, cosas horribles como él lo es; claro que Peter me hizo un favor al detenerme, ya que me salvo de arruinar mis muy cuidadas uñas y mi ropa hermosa (mis uñas estaban mordidas hasta la cutícula y traía un pijama), de aquella repugnante persona, definitivamente no valía la pena gastarme...
Peter me metió de alguna manera en la habitación y sostuvo la perilla de la puerta desde fuera para que no pudiera abrir. Podía casi escuchar la sonrisa arrogante de Enrique, y yo sólo quería quitársela de un buen golpe, como él me quitó a mi bella Danna. Hacía un tiempo que no sabía nada de él pero en todo ese tiempo mi odio por él sólo aumento y se concentró en la parte más obscura de mi corazón.
Desde donde estaba, sentada en el suelo con una mejilla recargada en la puerta, podía escuchar a Peter conversar "tranquilamente" con Enrique: mientras Peter estaba por explotar, Quique mantenía su tono de cinísmo. Estaba tan enojada que las lágrimas se me habían saltado y tenía los nudillos rojos de tanto apretar los puños. No puedo explicar con palabras lo mucho que odio a ese hombre. Ah! Si puedo ¡Lo odio!
Hubiera deseado que alguna enfermera viniera a ver a Daniel pero no, hoy casualmente nadie vino. Ya había intentado abrir la puerta varias veces pero Peter no había disminuido la fuerza de su agarre. Cuando me rendí me decidí por escuchar la conversación a través de la puerta y lo que escuché me hizo odiarlo más.
-... No tienes vergüenza, Enrique, ¿como te atreves a venir después de lo que hiciste?
-La muerte de mi Danna no fue mi culpa... Es decir ¿Quién hace enfadar a un borracho?
-Eres un...
-¡Hey! Esa boca, Peter, yo sólo quiero preguntarle algo a Adelyn y me dijeron que estaba aquí, pero si no vas a dejarme entrar o a ella salir, sólo dile que le mando saludos, y felicidades por su relación, cuidala, es algo temperamental cuando pierde a una hija.
Oh no... No iba a soportar eso, no me iba a quedar ahí sentada mientras él decía cosas como esas en mi cara. Sentí como mi sangre hervía y se concentraba en mi brazo, por lo que golpee la perilla y la manija bajó a la fuerza para dejar que la puerta se abriera. Cuando salí al pasillo, Peter se agarraba la mano discretamente con una cara de dolor y Enrique tenía una sonrisa arrogante, justo como lo predije, y no me quitaba la vista de orgullo de encima. Iba a matarlo. Me lancé sobre él y caímos al suelo, y no tengo idea de dónde saque tanta fuerza pero mi mano abierta iba de arriba a abajo sobre sus mejillas, hasta que fui cerrando los puños sin darme cuenta, dejando largos y profundos rasguños en toda su cara y cuando menos acordé ya estaba golpeándolo con los puños cerrados sin parar, golpe tras golpe. No me di cuenta de que Peter estuviera tratando de detenerme hasta que pudo levantarme en el aire y me inmovilizó con un abrazo, o algo así... Enrique yacía semi inconsciente en el suelo, con la nariz probablemente rota y sangre cayendo desde su coronilla hasta su barbilla.
-Casi lo matas Ade ¿¡Que te pasa!? Él no...
-¿Qué quería?- digo interrumpiendolo y evadiendo su pregunta por completo.
-No... No importa, Ade, yo no...
-Dímelo Peter...
-Quería invitarte a su boda con su prometida... Lenna.
-Ah.
Comencé a caminar hacia donde mis pies me llevaran y podía escuchar como Peter gritaba mi nombre, pero yo seguía caminando, ignorando sus llamados. Cuando llegue al elevador pude ver a Peter acercarse a mi con grandes zancadas hacia éste pero justo cuando estaba por llegar, que empezó a acelerar sus pasos, las puertas se cerraron frente a él. En éste momento no tenía ganas de hablar con nadie... Ni siquiera con el hombre que hoy descubrí que amaba. Que ahora que lo pienso me siento culpable por haberlo ignorado luego de que el me defendiera y me protegiera de Enrique. Pero no podía regresar, en este momento lo único que quiero es... No sé que quiero pero lo que sea lo haré a solas. Al bajar a la planta baja diviso el jardín del lugar y camino hacia allí como la mujer dramática y novelera que soy. Al abrir la puerta de inmediato los olores de todas las flores y el del césped se mezclan entre sí y me entregan un hermoso aroma, de esos que te hacen cerrar los ojos e respirar profundo, y eso fue lo que yo hice. Cuando abro los ojos una lágrima se me ha escapado y está abriéndose paso a través de mi mejilla, pero yo la limpio antes de que caiga al suelo. Corro por el hermoso lugar, entre paredes de flores y hojas verdes intentando no llorar, pero me derrumbo de rodillas en el césped y me echo a llorar con una mano cubriendo mi cara y la otra apoyándose en el suelo. Enserio no puedo expresar lo que me hace sentir Enrique, es tan cínico y sarcástico que logra sacarme de mis casillas. Aún recuerdo cuando estábamos casados, él cada semana me regalaba algo, todos los viernes había algo nuevo: flores, chocolates, cartas, libros, peluches... Era lindo, pero hubo un punto en el que supongo que se aburrió y dejó de darme cosas, que a mi no me molestaba, lo que si me molestaba era que siempre estaba enojado. Más tarde lo despidieron de su trabajo y se volvió muy... Insensible, sé que nada tiene que ver, y ni yo lo entiendo, pero así paso. Consiguió trabajo en un supermercado empacando en las cajas, y me dijo que era temporal, pero fue el "temporal" más largo de mi vida. Es decir, hasta la fecha sigue trabajando ahí... No sé que le vio esa tal Lenna.
Una mano en mi hombro me saca de mis pensamientos y agradezco que sea Peter quien se sienta a mi lado y me toma entre sus brazos. Yo recargo la cabeza en su pecho y escucho el palpitar acelerado de su corazón, seguro vino hasta aquí corriendo. A pesar de que yo esperaba que dijera algo, el sólo guarda silencio mientras me acaricia el pelo. Es lindo que haga eso.
-Perdón, Peter... Y gracias por defenderme.
-Es mi trabajo ¿no?
-¡No!- le digo riendo.- tu trabajo es besarme y ya, pero hace ya varias horas que no lo...
El toma mi barbilla y gira mi cabeza para tener acceso a mis labios. El beso es dulce, aunque cabe declarar que todos los besos de Peter son así, y no he necesitado más de cuatro besos para darme cuenta. Cuando Peter se aleja de mi, me quedo mirando sus hermosos ojos y luego sus labios que se han embarrado de mi lápiz labial. Me río un poco de su imagen y el me da un golpe amistoso en el hombro.
-Eres genial, eres... Mi Peter Pan.
-¿Soy TU Peter Pan?- dice remarcando la palabra "tu".
-Si, sólo mío.- contesto con una sonrisa.- te diría que me beses de nuevo pero tengo que volver a la habitación con Daniel.
-Te acompaño. Quizá podamos besarnos en el elevador.
-Pareces un adolescente, Pan, vamos.
Tal y como él me lo advirtió, me robo un beso en cuanto se cerraron las puertas del elevador, pero fue uno pequeño, un simple toque. No importa, a mi me gustó. Al llegar a la habitación de Daniel, el esta usando su móvil y Peter y yo nos sentamos en aquel incómodo sillón. Él pasa una mano por sobre mis hombros y yo recargo la cabeza en el suyo. Daniel nos mira de reojo pero no dice nada, y cuando estoy a punto de decirle que deje de vernos, alguien toca la puerta.
-¡Pasa Lalo!- grita Daniel desde la camilla.
Cuando me doy cuenta de lo que ha dicho intento separame de Peter pero creo que el no entiende lo que está pasando y no me suelta, pero ya es demasiado tarde, Lalo y mi hija entran a la habitación y me observan con los ojos como platos. Pasan su mirada de Peter a mi, y vuelta a empezar.
-¡No! Yo no... No... El... No... Esque él... Aja... Y yo...
Todos en la habitación se echan a reír y yo no puedo borrar mi cara de confusión.
-Ade, eres mi hermana mayor, ni aún que fuéramos niños podría hacer algo al respecto con tus relaciónes extrañas, es como aquel muchacho... ¿Jaden? Tu novio de la secundaria... Que me regalaba dulces para ganarse mi confianza... De todos modos te estaré vigilando...
No puedo evitar sonrojarme y cuando me giro a ver a mi pequeño Pan, él mira a mi hermano con ambas cejas levantadas y una sonrisa burlona, quizá tratando de ocultar el terror que le causó la amenaza de Lalo.
-Jaden ¿Eh?- dice Peter notoriamente sorprendido.
-Bienvenido a la familia Peter, cuida a mi hermanita.
-Yo no soy tu hermanita, tu eres mi hermanito.
Lalo me fulmina con la mirada y yo me hago pequeña en mi asiento, entendiendo que mi comentario estaba fuera de lugar y no tenía utilidad que lo dijera. Peter me aprieta más contra él y me sonríe desde arriba, haciendo un baile extraño con las cejas. Luego de unas horas de conversar terminamos sentados de una manera extraña: Lalo en el piso recargado a la pared de junto al sillón viendo el televisor, Daniel dormido, Peter y yo sentados en el sillón a una distancia considerablemente decente y Daniela acostada sobre nosotros dos con la cabeza en el regazo de Peter y las piernas sobre el mío. Hacía un rato que mi hija se había dormido, porque claro, quien no se dormiría mientras Peter te acaricia el pelo. Es raro pero envidio a mi propia hija. Lalo pone una película y Peter se duerme a la mitad de ésta con la cabeza hacia atrás, pero yo se la acomodo en mi hombro.
-Ya van dos veces que se duerme sobre mi.
-¡¿Qué?!- dice Lalo alarmado gritando/ susurrando.
-¡Si! Malpensado, se queda dormido en mi hombro.
-Ah, más te vale... Marlenne me dijo que ha estado haciendo horas extras para cubrir tu trabajo éstos últimos días
-Oh... El lunes volveré al trabajo, pero aún faltan dos meses para que Daniela salga de la escuela, así que supongo que seguirás yendo a la casa a comer todas las tardes ¿no?
-No, bueno, es que por ser el prefecto conseguí que Daniela hiciera uso del transporte del colegio, porque creo que Polette se quedará a vivir conmigo, ya consiguió trabajo y todo eso.
Ya no le contesto nada y sigo viendo la película del televisor hasta que me quedo profundamente dormida.
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En mi Burbuja de Soledad
ChickLitPensé que nunca me iba a enamorar después de él, o mas bien no quería, ya que hay una persona que me mantiene de pie y feliz... lo mejor que puedo hacer a cambio es evitar que sufra y hacer su vida feliz, ella es mi hija... Daniela.