IV. Explicaciones a medias

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Christopher Jones era el nombre de aquel que deseaba que yo muriera, y en parte yo también lo deseaba. Se lo habían llevado a otro lugar al inyectarle algunos sedantes. Me dijo el guardia de seguridad que no volvería a molestarme, pero aquella era mi menor preocupación en ese preciso momento. Ahora me temía mas que nada enfrentarme a mi hija, quien, al haber escuchado aquello tenia una expresión vacía en el rostro, pero pensante. Me había preguntado donde habían ido Lalo y su novia como para haber dejado sola a Daniela en la cafetería del hospital. Había un plato deshechable en el suelo y un bulto de comida toda esparcida, produciendo un olor a atún y vegetales. Daniela estaba sentada en el sillón con la mirada en el suelo y las cabeza apoyada en sus manos, suspirando a cada rato. Se escuchó la canción de Happy de Pharrel Williams procedente del bolsillo de mi hija, la cual de inmediato lo saco y se levanto. Me miro como pidiéndome permiso para contestar, a lo que yo asentí y acto seguido salio de la habitación dejandome sola con mis pensamientos.

Miré a la mesita que se encontraba a mi izquierda y encontré allí mi celular con la pantalla estrellada por una esquina. Seguro que ya ni siquiera funciona. Lo tome, tocando con los dedos cada pequeña grieta. Lo encendí para descubrir que funcionaba a la perfección. Puse el 7-6-5-4 para desbloquearlo y marqué al número de mi hermano, quien contestó al tercer tono.

-Ade!! ¿Está todo bien?

-No lo sé!.- dije enojada.- dejaste a Daniela sola y vio algo que no debía ver.

-Perdón hermana, pero tuve un problema aquí en la escuela, un muchacho robó el examen de francés y estamos viendo cual será el castigo.- se escucho una voz de lejos y el asintió.- tengo que irme luego te cuento más, cuidate hermana y cuida a mi sobrina.

Él tenía ya casi 10 años trabajando como prefecto de la escuela privada, en la que Dani estudia, y los estudiantes de verdad lo despreciaban. Los maestros siempre me platican lo amargado y sin-piedad que es y me da risa que si supieran como es con su familia de payaso y mujeriego de verdad que ya no lo tomarían encerio. Aunque si yo estuviera en el lugar de algún estudiante de allí me daría mucha curiosidad saber como es el prefecto fuera de la escuela.

Dani entró a la habitación aferrada a su teléfono y con una sonrisa de emoción en el rostro. Puse mi celular en mi regazo para indicarle que tenia toda mi atencion para que me contara con confianza la razón de tanta alegría repentina.

-¿Porqué tan feliz?

-No lo...

-No me vayas a decir que no lo entendería.- dije adivinando lo que iba a contestar.- Anda! Cuenta cuenta!! ¿Se trata de un chico?

-Bueno... Algo así... Es nuevo en el instituto y viene de Italia de intercambio... En realidad nació aquí pero se fue a Europa por cuestiones de trabajo. Fui la primera en hablarle ya que se sentó junto a mi. Es bastante apuesto y me dio su numero en el descanso y acaba de llamarme para que fuéramos a conocer la ciudad. Obvio le dije que no podía y que tu estabas aquí.

-¿¡¿Como se llama?!?.- dije pretendiendo sonar emocionada cuando por dentro deseaba que ese chico fuera un buen chico.- ¿Cuando lo conoceré?

-... Daniel!!! Es como mi alma gemela mamá!! Él es EL chico, yo lo sé.- dijo sonrojada.

-Solo cuidate eh hija, no confíes aún del todo en él.

-Lo sé, lo sé...- dijo con fastidio.- mañana te darán de alta por la mañana y yo faltaré a clases para ayudarte a caminar con las muletas así que podemos invitar al tío Lalo a comer a la casa y cuando vayamos por él te presento a Daniel.

-Me parece una gran idea pequeña, así podré reírme mas por el acento francés de Polette.

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En mi Burbuja de SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora