Capítulo XI.

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-Por favor, ven anda. -dijo mirándome.

-Está bien. -guardé las llaves en mi bolso y fuimos a su oficina.

Cuando llegamos, entramos y Will cerró la puerta.

- Bueno, ¿Que querías? -dije seria.

- Menuda pregunta... Verte. -dijo acercándose a mí.

-¿Algo más? ¿Puedo irme ya? -dije acercándome a la puerta.

Will me cogió del brazo y tiro de mí hacia él.

-No deberías tener tanta prisa... -dijo sonriéndome.

-Me voy a ir ya. -dije muy seria.

-¿Que te pasa Marina?

Me quedé en silencio.

-Marina, contéstame, ¿Que te pasa?

-¿Quién era ella?

-¿Ella?

-La tipa esa con la que te sentaste en la cafetería.

-Marina... -dijo riéndose.

-¿Quién era? -dije seriamente.

-¿Estás celosa? -dijo emocionado.

-Te he preguntado yo primero, no me cambies el tema. -dije mirándole a los ojos.

-Es una amiga.

-Ajá, una amiga ya.

-Marina. -dijo mirándome.

-Yo a mis amigos no les doy dos besos de esa forma.

-No me puedo creer que estés celosa. -dijo sonriendome.

-No estoy celosa. -dije poniéndome roja.

-Lo estás...

-Tu siempre has sido un picaflor, ¿Me estas engañando con alguien? ¿Hay algo que quieras decirme? -dije seriamente.

-Marina no te estoy engañando, es mi amiga, compañera de negocios simplemente.

-Pues te la comías con la mirada.

-¿Que? Ves cosas donde no las hay, a la única a la que me como con la mirada es a tí... Si me cuesta disimular cuando te veo por los pasillos... -dijo acercándose a mí un poco más.

-No mientas...

-Marina solo tengo ojos para tí, ¿A caso no lo demuestro lo suficiente?

Le miré seriamente.

-Me encanta que te pongas celosa... Aunque no deberías porque tú siempre dices que no somos nada.

Me acerqué a él y le cogí del cuello de la camisa, tirando de él hacia mí y haciendo que me mirara a los ojos.

- Mira Will que te quede claro esto. No eres mi novio pero eres mío. Y yo soy tuya. Al 100%. Y lo sabes. Que no le ponga etiquetas a lo que tenemos no significa que no defienda lo mío o que no me sienta ofendida cuando veo que lo mío anda tonteando con otras.

Will me miró sonriendo.

-Tienes razón, perdóname. -dijo pasando uno de sus brazos por mi cintura y haciendo que quedáramos abrazados.

-No me gusta el juego de los celos... Porque si tú sabes jugar a eso... Yo también sé. Y créeme, puedo ser peor que tú mil veces... Y hacerte perder la cabeza... -dije acercándome a su boca.

- Shh... -dijo poniendo su dedo en mi boca.

Me quedé en silencio.

-Pero... Entonces... ¿Eres mía? -dijo susurrando en mi boca.

-Soy tuya... Sólo tuya. Y tu mío, que no se te olvidé... -dije mordiendole el labio y besándole lentamente.

Cuando acabamos de besarnos, Will me miró.

-¿Nos vemos luego?

-No, hoy no quiero verte. Hoy vas a pasar ganas de mi para que la próxima vez que se te ocurra comerte a alguien con la mirada delante de mí te lo pienses dos veces. -dije mirándole y yéndome por la puerta.

Will me miró mientras me iba.

Al día siguiente me levanté y como cada día  lo primero que hice fue hacer la cama. Después me di una ducha y elegí que me pondría. Me decanté por un pantalón blanco de campana y una camisa azul cielo. De chaqueta, una gabardina azul marino. De zapatos, unos stiletto blancos. De complementos unos aros pequeñitos plateados. Tras esto, salí de casa. Me dirigí al trabajo.

Cuando llegué, pasé por donde la secretaria. Allí le pedí lo que tenía que hacer hoy. Mientras buscaba la carpeta, Will se me acercó.

-Buenos días Marina. Te espero en la sala de reuniones en 10 minutos, quiero que estés para que tomes apuntes y así de paso te presento al señor García, ¿Vale?

Asentí.

-Vale señor Will.

-Perfecto.

La secretaria me dio mi carpeta mientras la otra le dio a Will unos papeles.

-Hasta luego. -dije yéndome hacia mi oficina mientras Will seguía ahí donde la secretaria.

Cuando llegué, abrí la puerta. Dejé mi chaqueta en la percha y volví a salir solamente con el bolso. Cerré la puerta y emprendí camino a la sala de reuniones.
Fue un fracaso. Acabé perdida. Miré el reloj, llegaba tarde. Decidí preguntarle a una chica que pasaba por el pasillo. Ella amablemente me indicó por donde debía ir. Llegué a la puerta. Nerviosa no, nerviosisima. Toqué dos veces y abrí la puerta.

-Disculpen por la tardanza, me había perdido. -dije sonriendo y entrando.

Will se levantó de su sitio y se acercó a mí.

-Pasa Marina pasa. Ella es Marina, mi chica en prácticas. Va a estar aquí para tomar nota. Mira Marina, te presento, ella es la señora Mónica Hernández, el señor Gerardo Gómez, el señor Mario Fuentes y por último, mi mano derecha, Diego García.

Empecé a saludar a todos según Will me los presentaba con un apretón de manos. Cuando escuché el nombre de Diego García, mi corazón se aceleró. Por un momento sentí miedo de mirarle y ver quién era, pero debía de ser fuerte. Levanté la mirada. Y ahí estaba. Era él. Tragué saliva y me acerqué a él. Will nos miró extrañado.

-Un placer conocerle, señor.  -dije estrechando su mano.

-El placer es mío. -dijo sin dejar de sostener mi mano.

Suspiré y me solté. Me dirigí hacia Will y tomé asiento a su lado. Diego se sentó justo enfrente. Comenzaron a hablar de sus cosas. Diego no dejaba de mirarme y yo no podía dejar de mirarlo. No entendía nada. Nada de nada. Mi cabeza no dejaba de darle vueltas a todo esto. ¿Diego García? ¿Mi jefe? ¿Estaba por encima de mi? ¿Era amigo de mi chico? Esto no podía estar pasando.

-Marina. Marina. -dijo Will tocándome el brazo.

-Eh... Si... Perdón, ¿Ocurre algo?

-¿Estás bien?

-Si perdón, me duele un poco la cabeza nada más, continúen continúen.

Decidí continuar como si nada, intentar mostrar indiferencia. Empecé a tomar nota sobre todo. La reunión se me hizo larguísima. Cuando acabamos nos despedimos de Gerardo y de Mónica. Quedamos Will, Diego y yo.

-Bueno Marina, ¿Que te ha parecido?

-Genial, me ha parecido muy interesante. -dije mirando a Will.

-¿Te sigue doliendo la cabeza?

Negué.

-Todo está bien señor, no se preocupe.

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