Capítulo XVII.

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-Has estado muy seca hoy conmigo, ¿Pasa algo? -dijo Diego.

-No, serán cosas tuyas. Estoy normal.

-Si ya... Bueno, iremos donde Will ya, ¿No? -dijo mirándome.

Asentí. Cogí mi bolso y le miré.

-Oye.

-Dime.

-Sé que estabas detrás de la puerta antes Marina.

Suspiré.

-¿Pero que dices? ¿Que puerta?

-La del despacho de Will.

-Menudas tonterías dices, claro que no estaba ahí. Como si no tuviera cosas mejores que hacer.

Diego posó su mano sobre mi brazo y me miró directamente a los ojos.

-¿Sabes que es mentira que yo pienso que eres una niñata con aires de superioridad, no?

-No sé de qué me hablas. -dije empezando a ponerme nerviosa.

-Ay Marina, Marina... Sigues sin saber mentir después de tantos años. -dijo acercándose un poco más a mí.

Eché los ojos en blanco.

-No estoy mintiendo... Y es que no todo el mundo tenemos ese don de la mentira que tú tienes.

Diego se rió y subió su mano acariciándome el brazo hasta llegar a mi mejilla.

-¿Por qué te pones nerviosa?

-No estoy nerviosa... -dije mirando su mano.

Diego siguió acariciándomela.

-Todavía te pone nerviosa que te toque... Como aquel día en tu casa que... -con su otra mano, se acercó a mí pierna y la acarició.

Cerre los ojos al recordar aquella noche, en la cena de navidad, cuando acarició mi pierna y le tiré la bebida por encima. Inevitablemente, no pude evitar que se me cayera el bolso de la mano.

Abrí los ojos, bastante sorprendida por lo que había pasado, y me encontré a Diego más cerca de mí de lo que ya estaba anteriormente.

-Tu reacción veo que es la misma...

Decidí no hacerle caso y agacharme a recogerlo. Según me levantaba del suelo, tras cogerlo, no pude evitar mirar su cuerpo bien definido, tapado por aquel traje gris que llevaba. Tragué saliva y, cuando por fin ya estaba levantada, Diego me quitó el bolso y lo dejó encima de una estantería que había justo detrás de mí.

-Marina... -dijo susurrándome y acorralandome contra esa misma estantería.

Miré a Diego sin decir nada. El se pegó totalmente a mí.

-No sabes las ganas que tengo de robarte un maldito beso ... -dijo mirándome los labios.

Miré yo también sus labios, sin saber que hacer.

-El beso de la mañana me supo a poco... -dijo susurrando y pasando uno de sus dedos por mi boca.

Miré a Diego.

-Pues deberías conformarte porque no pienso darte ninguno más. -dije siguiéndole el rollo mientras pasaba mis manos por su cuello.

-¿Ah si? ¿Estás segura de que no vas a darme otro beso? Yo pienso que si... Es más pienso que me lo vas a dar ahora mismo... -dijo bajando una de sus manos hacia mi cadera y tirando de ella para que quedaramos totalmente pegados.

-Es que yo nunca te doy besos. -dije acercándome a su boca y susurrando a centímetros de ella.

-¿No? -dijo Diego mordiéndose el labio.

-Tu me los robas. ¿A caso nunca te han dicho que robar está muy mal? Eres abogado, deberías saberlo. -dije susurrando a la misma distancia.

-Es que todavía sigue viviendo en mi una parte del delincuente que tú conociste... Y aunque intento mantener los modales... A veces se me sale esa vena... -dijo haciendo el movimiento para besarme.

Se lo impedí moviendo la cara hacia el otro lado, haciendo que sus labios rozaran mi mejilla.

-Diego García... A Partir de ahora tendrás que ser más fino para empezar a tratarme... Por que sino no vas a lograr nada... -dije susurrando y separándome de él mientras le sonreía.

Diego me miró y sonrió.

-Vaya...

Reí y le miré mientras cogía el bolso y me dirigía hacia la puerta.

-Hasta ahora señor García. -dije saliendo y empezando a caminar por el pasillo.

Diego salió detrás de mí y me cogió del brazo parándome.

-Marina.

-Dime.

-¿A que juego estás jugando?

Me quedé en silencio.

-Me vas a volver loco... Tan pronto nos besamos, como dices que no quieres nada conmigo, como dices que debo de ser más fino...

Le interrumpí.

-Quizás sea eso lo que quiero, que pierdas la cabeza como yo un día la perdí contigo. -dije cogiéndole la corbata y colocándosela.

Diego me miró.

-Yo fui el lujo que no volverás a tener en tu vida Diego García... Pero si puedo hacer que pierdas la cabeza por mi lo voy a hacer. No te voy a negar que me encantaría que lo hicieras. Que me suplicaras. -dije tirando un poco de la corbata de manera que el quedó más cerca de mi.

Diego sonrió y aprovecho la cercanía entre los dos para acercarse a mí oido y susurrarme:

- Yo solamente añadiré que si yo pierdo la cabeza, tu lo harás detrás de mí y si yo ardo en el infierno, tu arderás conmigo. Porque cariño ,por mucho que lo niegues, tú y yo somos el uno para el otro. La cosa entre nosotros solo puede acabar o bien o mal...

Dicho esto se apartó y siguió caminando. Sonreí y ,simplemente, le seguí sin decir nada.

Cuando llegamos a la oficina, Diego entró delante. Cerré la puerta nada más entrar y miré a Will.

-Hola señor.

Diego se sentó sin decir nada. Will lo miró.

-Hola Marina, ¿Pasa algo Diego?

Diego negó y cogió aire.

-Enseñame que tenemos que hacer.

Will le dio unos papeles a Diego y yo, mientras tanto, me senté a su lado.

-Toma Marina, échale un ojo a esto anda. -dijo Will dándome otra carpeta.

Asentí y la cogí. Estuvimos trabajando hasta que acabamos.

-Bueno pues ya está, muchas gracias a los dos por ayudarme. -dijo Will levantándose.

-No me las de, yo encantada. -dije levantándome.

Diego se levantó tambien y simplemente le sonrió sin decir nada.

Me puse la chaqueta mientras ellos se ponían la suya y miré hacia la ventana. Ya era de noche.

-Si que se ha hecho tarde si. -dije abrochándome la chaqueta.

-Ya ves. -dijo Diego mirándome de reojo.

-¿Vas sola a casa Marina? ¿Quieres que te lleve? -dijo Will cogiendo las llaves.

-No gracias señor, tengo coche, no es necesario. -dije abriendo la puerta para salir.

-Bueno vale, entonces nos vemos mañana.

Diego se mantuvo en silencio.

-Eh si, bueno, me voy adelantando si no les importa. Hasta mañana.

-Hasta mañana Marina.

-Hasta mañana.

Dicho esto, salí de la oficina y me dirigí hacia el aparcamiento. Ellos se quedaron hablando en la oficina.
Llegué al coche y me subí. Posé el bolso encima del asiento del copiloto y saqué el teléfono. Decidí escribirle a Will.

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