Capítulo XII.

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-Bueno Marina, pues nada. Te dejo con el señor García, yo tengo que irme a preparar unos informes.

-No si yo también me voy, tengo trabajo.

-Bueno hasta luego. -dijo Will yéndose.

-Hasta luego. - dije mientras salía detrás de él y me dirigía hacia mi oficina.

Diego venía detrás de mi, siguiéndome. Llegué a mi oficina y el entró detrás de mi.

-Tenemos que hablar. -dijo cerrando la puerta con pestillo.

-Tu y yo no tenemos nada de que hablar Diego García. -dije posando mi bolso encima de la mesa.

-¿Que estás haciendo aquí Marina?

-No, eso me pregunto yo, ¿Que haces aquí tu?

-Soy abogado.

Reí.

-No puede ser.

-Si Marina si.

-¿Desde cuándo?

-Cuando rompimos decidí centrarme en la vida, tener un mejor futuro... Fue difícil pero lo logré.

Suspiré.

-¿Y como llegaste a parar a este bufete?

-Conocí a Will por casualidad, en una reunión de inversionistas y a partir de eso nos hicimos amigos.

Le miré sin decir nada.

-¿Tu qué haces aquí? Pensé que tú sueño era ser médico.

-Pensabas mal. No he vuelto a pisar un hospital desde aquel día. -dije apoyándome sobre la mesa.

Diego me miró y suspiró.

-Marina yo... Yo creo que necesitamos hablar.

-Mira Diego, tú y yo no tenemos nada de que hablar. Por desgracia hemos coincidido aquí, tu eres mi jefe porque estás por encima y ya. La única relación o conversación que vamos a tener va a ser por el tema laboral, nada más.

Diego se acercó a mí y tomó mis manos.

-Perdóname, necesito tu perdón para vivir, es lo único que necesito escuchar.

Le miré sin decir nada y solté mis manos de las suyas. Me giré dándole la espalda.

-Yo sé que estás dolida por mi culpa, necesitamos cerrar esta herida ya Marina. Por los dos.

Una lágrima cayó de uno de mis ojos. Rápidamente me la sequé y me giré.

-Diego, no me importas. Ya no me dueles. Si el otro día reaccioné así fue porque era un mal día para vernos. No me lo esperaba y yo estaba sensible.

-Marina no niegues lo innegable.

-Diego, no te quiero ni te odio, me causas indiferencia. Lo único que nos unía se murió, entre tú y yo no hay más lazos. Olvídame, pasa página de una vez.

Diego se acercó y me cogió de la mano.

-¿Como puedes decirme eso sí yo sé que aún me quieres? Tu maldita mirada te delata Marina al igual que me delata a mí la mía. Yo no te olvido, tu eres la mujer de mi vida, de mi maldita vida joder, yo aún te quiero...

-Pero yo a ti no García, yo no te quiero. Lo nuestro terminó, no me molestes más. -dije acercándome a la puerta que conectaba nuestras oficinas y abriéndola.

Diego me miró.

-Vete Diego. Vete ya.

Diego suspiró y salió por la puerta.
La cerré de un portazo y varias lágrimas cayeron rápidamente de mis ojos. ¿Que iba a hacer? ¿Debería comentarle esto a Will?

Intenté calmarme así que sequé mis lágrimas. Me retoqué el maquillaje delante del espejo que tenía en la oficina y salí de ella. Ya era la hora del descanso. Me acerqué hacia la cafetería y pedí un café solo. Al rato vino Jose el cual se sentó a mi lado como siempre y comenzamos a charlar. Al momento aparecieron Diego y Will juntos. Iban hablando de sus cosas. Ambos me miraron. Yo les saludé con la mano y, enseguida, seguí hablando con Jose.

Al momento, después de coger un café, Diego y Will se sentaron en la mesa de al lado.

-Marina.

-Dime Jose. -dije sonriendole.

-¿Haces algo esta noche?

Will, quién estaba escuchando la conversación porque estaba en la mesa de al lado, empezó a toser ya que se le atragantó el café al escuchar eso.

Le miré de reojo y aproveché para mirar a Diego, el cual miraba la situación expectante.

-No, en principio no, ¿Por qué? -dije sonriendole y dándole un trago al café.

-Verás, igual te parezco antiguo o algo así pero tengo dos entradas para ir al teatro y pensaba que igual te apetecía venir conmigo. -dijo sonriendome.

Will soltó un suspiro y cerró los ojos apretándolos, sabía que me encantaba el teatro y no iba a poder decir que no a eso.

-¿Antiguo? ¿Bromeas? Me encanta el teatro, me fascina. Iré encantada contigo. ¿Donde nos vemos? -dije sonriendo.

-¿De verdad? Pues paso por ti si quieres a tu casa. -dijo sonriéndome.

-Perfecto, ¿A qué hora?

-A las 7.

-Genial. -dije sonriéndole.

Terminamos nuestro café.

-Te acompaño a tu oficina. -dije sonriendole.

El me sonrió.

-Vale, genial.

Nos levantamos de la mesa. Miré a Will y a Diego. Ambos me miraban si sacarme el ojo de encima, se les notaban los celos en los ojos.

-Con permiso, señor García, señor Park. -dije sonriéndoles y yéndome con Jose.

Ellos dos se quedaron hablando mientras nos íbamos.

Las horas pasaron. Ya casi era hora de irme a casa cuando de repente, alguien llamó a la puerta

-Pase.

Will entró y cerró la puerta. Se sentó en la silla de enfrente de mi.

-¿Necesitas algo?

-¿De verdad vas a ir con él al teatro o solamente lo has dicho para ponerme celoso?

Reí.

-Claro que voy a ir con él al teatro, tú sabes que me encanta. Él es solo un amigo.

-Un amigo que quiere algo más contigo Marina.

Me levanté de la silla y me acerqué a él. Me senté encima de sus piernas y le miré.

-No sabía yo que tú eras tan desconfiado... Sabes de sobra que no va a pasar nada, yo no quiero nada con el.... Créeme. -dije cogiendo su mejilla y acariciándola.

Will me sonrió.

-Es que... Me fastidia que vayas con el... Yo te puedo llevar también...

-Tu ahora eres mi jefe y no podemos levantar sospechas... Ah, deberías de trabajar más tus expresiones faciales, casi te da un ataque de celos en la cafetería. -dije mirándole a los ojos.

-Dijiste que no querías jugar al juego de los celos y eres la primera que lo hace. -dijo mirándome a los ojos el también.

INMARCESIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora