Capítulo XXIX.

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Dos días más tarde, como cada mañana, me desperté pronto. Hoy decidí que iría en falda así que me arreglé y me fui directamente a la oficina.

Cuando llegué, me puse a trabajar toda la mañana hasta la hora del descanso. 

Cuando llegó la hora de este último, decidí irme a la cafetería. Caminé por los pasillos hasta llegar y, cuando por fin llegue y entré, estaban Diego y Will sentados en una mesa junto a otro hombre más, que no sabía quién era. Decidí pasar del tema y acercarme a pedir algo. Pedí un café como siempre ya que eso era lo que más me gustaba tomar. Cuando iba a elegir una mesa para sentarme, vi a José entrar así que decidí esperarle de pie hasta que cogiera su café. Cuando lo cogió, nos saludamos y nos sentamos en la mesa de al lado en la que estaban Will y Diego.

-Estoy super cansado. -dijo Jose.

-¿Y eso?

-La monotonía me aburre.

-Ya somos dos. Nos pasamos el día de la oficina a casa. Hasta un anciano tiene más intensidad en su vida que nosotros. -dije dándole un trago al café.

Jose se rió y le dió un trago a su café.

- Oye, ¿Tu tienes pareja Marina?

Negué.

-¿Y tú?

-Yo tampoco.

-Asi estamos de amargados. -dije riéndome.

Jose se rió.

-Yo llevo sin sexo... Meses... -dije bebiendo otro trago del café.

-Eso será porque tú quieres, estoy seguro de que tenías unos cuantos detrás en Bélgica. -dijo mirándome.

Reí y me encogí de brazos.

- Escucha, ¿Por qué no salimos hoy de fiesta?

Reí.

-Estaría bien sino fuera porque hoy es miércoles Jose, te recuerdo que mañana madrugamos.

-Solo serán unas copas. Anda, lo pasaremos bien. -dijo sonriéndome.

-Bueno vale. Pero me vienes a buscar y me traes, que a mí me gusta beber. -dije riendome.

-Venga vale. Paso por ti a las once de la noche.

Asentí.

-Perfecto. -dije acabandome el café.

Tras esto nos levantamos y nos despedimos. Miré a Diego y le sonreí. Este me devolvió la sonrisa.

Me fui a mí oficina y comencé a trabajar de nuevo. Al rato, Will me llamó al teléfono fijo de mi despacho para que fuera así que decidí ir.

Toqué y entré. Tras esto, cerré la puerta.

-¿Que necesita señor?

-Necesito que me ayudes a revisar estos papeles, están mal pero no encuentro el fallo. Estoy demasiado saturado. -dijo pasando su mano por el pelo.

Me acerqué a la mesa, hacia donde el estaba sentado y me coloqué de pie justo a su lado. Comenzamos a revisar los informes. Apoyé mi brazo sobre la mesa. De un momento a otro noté como Will pasaba su mano por detrás de mis piernas hasta llegar a mis caderas. De un movimiento, hizo que me sentara encima de él, quedando sentada encima de una de sus piernas.

-Que... Hace...

Comencé a ponerme nerviosa. Uno de sus brazos envolvía mi cintura y con el otro, comenzó a acariciar mi muslo.

-Will...

-¿Así que hoy vas a salir con el? -dijo susurrando mientras seguía acariciándome.

-Asi es... ¿Hay algún problema? -dije susurrándole.

-Claro que lo hay... -dijo levantando un poco mi falda.

-¿Tu puedes liarte con otras y yo no puedo ir a ligarme a otro? -dije cogiéndole la corbata

- Tu no me dejas de otra... De alguna manera tendré que olvidarte... -dijo apretándome el muslo.

Suspiré levemente. El se acercó a mí oreja y me susurró.

-Te seré sincero... Me encantaría follarte aquí mismo, en esta maldita mesa, hacerte temblar hasta que no puedas más... Pero hay algo que me lo impide...

Cerré los ojos y me mordí el labio levemente, dejándome llevar.

-¿El qué? -dije susurrando.

-Mi cordura. Mi orgullo. -dijo mordiéndome la oreja.

-¿Tu orgullo? -dije susurrando.

-Me rompiste el corazón cuando te fuiste... No puedo perdonar que tomaras esa decisión después de todo.

-No fue fácil para mí... Ni lo sigue siendo..

-Te fuiste porque sentías dudas... Porque seguro que había otro... Pero yo era el hombre perfecto para una mujer como tú... Y ahora te toca pagar por eso... Un precio muy caro. -dijo susurrándome.

-¿Que precio...?

-Las ganas con las que te vas a quedar... El verme con otras. Ver lo que te has perdido. -dijo mirándome a los ojos.

Le cogí de la barbilla e hice que me mirara.

-Sabes que tú también vas a perder con esto... Puedo ver la intensidad con la que me miras, esas ganas locas que escondes no sirven de nada... Si yo me lío con otro no podrías soportarlo... Estás loco por mi y no importa que intentes olvidarme, no podrás hacerlo. No hay otra mujer como yo para ti. Nadie podrá conseguir eso en ti.

Will sonrió.

-¿Por qué estás tan segura de que nadie puede reemplazarte? No eres el centro del mundo.

-Porque nunca vas a enamorarte de nadie como lo estás de mi. Nunca vas a regalar más rosas blancas. Nunca volverás a ser romántico de la misma forma que lo eras conmigo. Yo siempre dejó huella. -dije susurrando.

Will apretó sus labios y me miró.

-No te lo tengas tan creído... Hay mujeres muy bellas dispuestas a conocer a hombres como yo. Mujeres que si valorarían los pequeños detalles que ofrezco.

Pasé mis manos por el cuello de su camisa, colocándoselo.

-Asi es... Pero hay otra como yo. -dije susurrándole.

Will agarró mis muñecas cuando estaba colocándole la camisa haciendo que me quedara quieta.

-Tampoco hay otro como yo. Te darás cuenta con el tiempo de lo que has perdido. -dijo acercandose a mi boca.

Reí levemente.

-Yo no he perdido nada porque sigues siendo mío. Te mueres por mi. -dije susurrando y mirando sus labios.

Will sonrió y me miró directamente a los ojos sin decir nada.

Nos miramos durante varios segundos. Se me hacía muy difícil aguantarle la mirada y acabé apartándola.

-¿Estás seguro que soy yo el que me muero por ti? Ni siquiera puedes aguantarme la mirada. Te pone nerviosa simplemente que te mire. Te pone nerviosa que me acerque a ti.

Volví a mirarle a los ojos y sonreí levemente.

-Tu mirada me intimida pero eso no significa que me muera por ti.

-Claro... Por eso no te has levantado, ni siquiera te has intentado ir desde que te he sentado encima de mi... Porque no sientes nada...

Me quedé en silencio durante varios segundos. Tras esto, Will pasó sus manos por mi cintura y nos levantó de la silla. Quedamos de pie, el pegado a mi espalda y sus manos alrededor de mi cintura. Se acercó a mí oreja.

-Ahora si vamos a jugar... Los dos... Tu jugaste conmigo y ahora yo también quiero divertirme. -dijo susurrando en mi oído.

Cerré los ojos y respiré profundamente.

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