Capítulo XLV

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Cuando entré en mi oficina, cerré la puerta y me acerqué al perchero. Ahí colgué mi abrigo y mi bolso. Posteriormente, me acerqué al escritorio. Allí posé la carpeta. Me acerqué a mi silla y ahí me senté. Decidí comenzar a revisar los papeles. Al abrir la carpeta, pude notar que Will se había confundido. Esa carpeta no tenía los documentos de mi cliente. Guardé los papeles en la carpeta y después, me levanté de la silla con ella. Salí de mi oficina y comencé a caminar por el pasillo. En el cruce de los dos pasillos me encontré a Diego. Este continuó caminando, sin saludarme y sin casi mirarme. Antes de que lograra avanzar demasiado, tomé su antebrazo.

-¿No vas a decirme nada?

Diego me miró simplemente y me cogió de la mano, haciendo que nos metiéramos en el pasillo de los baños.

-No tenemos nada de que hablar Marina.

-Si Diego, tenemos muchas cosas de las que hablar.

-Mira Marina. Lo nuestro se ha terminado. Ásumelo ya.

-¿Como quieres que lo asuma Diego? Ni siquiera me has dejado hablar, no me has dejado explicarte...

-Marina. No quiero que me expliques nada. Lo nuestro ha terminado. Luego voy a pasar a recoger las cosas que me faltan. Ya no quiero volver a verte. -dijo mirándome a los ojos.

Al escuchar esto último, mis ojos comenzaron a cargarse. Un nudo se formó en mi garganta.

-Pero...

-Pero nada.

Diego comenzó a caminar, dejándome atrás.

-Diego yo tengo que...

Diego se giró y me miró.

-No quiero escucharte Marina. -dijo girándose y volviendo a caminar.

Tragué saliva y simplemente miré como se iba. Comencé a caminar de nuevo hacia la oficina de Will, sin saber que este estaba en el baño y había escuchado todo.

Cuando llegué, toqué a su puerta pero efectivamente no había nadie. Decidí que volvería a ir en otro momento así que comencé a caminar. Inmediatamente, mientras lo hacía, me encontré a Will.

-Hola. Te estaba buscando.

-Hola. ¿Ocurre algo? Tienes mala cara.

Negué con la cabeza.

-Te has confundido de carpeta.

Will me miró extrañado.

-Que raro... Bueno, ven, vamos a mí oficina.

Caminé junto a Will y entramos en su oficina. Will pasó delante y se acercó a su escritorio. Ahí tenía un montón de carpetas. Mientras el rebuscaba, yo me acerqué lentamente al escritorio.

-Aquí está. Debí confundirla porque es igual. -dijo cogiendo una y acercándose a mí.

Posé la carpeta encima de la mesa y Will me dió la que si era mía.

-No te preocupes. Muchas gracias.

-No hay de que. -dijo sonriendo levemente.

-Bueno... Si me disculpas... Debo irme ya. -dije mirándole.

-Claro... Pero antes de que te vayas... Dime, ¿Que te pasa? Tienes muy mala cara.

De un momento a otro, un pequeño mareo hizo que me tambaleara, apoyándome así contra el escritorio.

-Marina. Marina. ¿Estás bien? -dijo Will acercándose.

Cerré los ojos y respiré lentamente. A los pocos instantes, le miré.

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