Capítulo XXXIII

10 1 2
                                    

Al día siguiente, en la oficina, no podía con la vida. Estaba trabajando y decidí ir a la cafetería a por un café. Caminé por los pasillos hasta llegar a esta y allí cogí uno. Después, volví sobre mis pasos para ir de nuevo a mí oficina.
Por el camino me encontré a Will el cual me saludó.

-Buenos días.

-Buenos días. -dije mirándole.

-Tienes mala cara, ¿Pasó algo?

-No he dormido.

-Ah claro, mucha fiesta ayer.

-No, yo diría muchos problemas.

Will me miró y suspiró. Pasó su mano por su pelo, peinándoselo. Miré su mano. Ya no llevaba la pulsera que yo tiempo atrás le había regalado.
Will se percató de que lo había visto pero no dijo nada.

-Bueno si me disculpas tengo que irme. Tengo mucho trabajo atrasado. -dije mientras los ojos comenzaban a cargarse de lágrimas.

Will me miró directamente a los ojos.

-¿Está todo bien?

Tragué saliva. Tenía un nudo en la garganta.

-Todo bien, adiós. -dije caminando hacia mi despacho mientras varias lágrimas cayeron de mis ojos.

Me las sequé rápidamente y entré en el despacho. Ahí cerré la puerta y comencé a llorar en silencio.

El nunca se había quitado esa pulsera. Ni siquiera cuando me fui. No pude contenerme. Eso era muy mala señal. Sentí como alguien abría la puerta y rápidamente me sequé las lágrimas. La persona que entró, cerró la puerta y se acercó a mí por detrás, quedando a escasos centímetros de que nuestros cuerpos se rozaran.

-¿Por qué lloras? -dijo Will susurrándome.

Me quedé varios segundos en silencio.

-No estoy llorando. -dije mirando hacia arriba para evitar que más lágrimas cayeran.

Will pasó su mano por mi espalda.

-No puedes engañarme... Tu voz se escucha como cuando lo haces... Tu postura corporal es la misma que cuando lloras... Estás mirando para arriba para dejar de llorar como siempre haces. Te conozco como la palma de mi mano. -dijo susurrando y acercándose un poco más, haciendo que ya nuestros cuerpos se rozaran.

Cerré los ojos y respiré suavemente.
Noté como Will respiraba también suavemente sobre mí.

-Intuyo que te ha sentado mal que me quitara la pulsera pero creo que ya es hora de cerrar nuestro capítulo. -dijo susurrando.

Abrí los ojos y un par de lágrimas cayeron de mis ojos.

-¿Eso es lo que quieres? -dije susurrando.

-Eso es lo que tú quisiste Marina.

-Yo no te considero un simple capítulo.  -dije susurrando.

-Podíamos haber escrito el libro entero... Pero tú no quisiste. Por tanto, si somos un capítulo. -dijo Will susurrando. Se le notaba afectado cuando pronunciaba dichas palabras.

Apreté los labios mientras más lágrimas caían de mis ojos. Noté como su brazo pasaba por mi lado. Llevaba una rosa blanca en su mano, la cual sostuvo delante de mí mientras susurraba.

-Esta es la última rosa blanca de mi jardín. Ya no hay más. Es lo único que quedaba de lo nuestro. Espero que seas muy feliz. -dijo mientras la colocaba en mis manos.

Miré la rosa mientras una de mis lágrimas caía en ella.

Will se mantuvo en silencio pero por su respiración supe que estaba llorando. Noté como se separaba un poco de mí y rápidamente me giré, con la rosa en mi mano.

-Will yo...

Will posó su dedo sobre mi labio.

-Shh... No digas nada...

Me quedé en silencio mientras nos mirábamos a los ojos, ambos con lágrimas que brotaban sin parar.
Me acerqué a él y le abracé. El me abrazó también.
Pasó su mano por mi mejilla, limpiando mis lágrimas.

-Que seas muy feliz con tu nuevo amor... Que te dé todo lo que te mereces. -dijo susurrándome.

Me separé un poco de él y le miré a los ojos.

-¿De que estás hablando?

-Sé que él es el amor de tu vida... Lo sé todo Marina... Pero lejos de enfadarme me alegro por ti, te mereces ser feliz... Intenté hacerlo lo mejor posible pero sé que nunca me mirarás como lo miras a él, ni siquiera podrás quererme ni la cuarta parte... Por eso no vas a tener más problema conmigo...  -dijo separándose un poco.

Me quedé en shock.

-Pero... Pero...

-Os vi cuando os besabais en mi fiesta... Lo sé todo... Y lo entiendo... Sabía que esto pasaría. Por eso te dejo ir, te dejo ser feliz al lado del amor de tu vida...

Le cogí del brazo.

-No quiero que me dejes ir. Yo... Yo... Estoy confundida... Muy confundida.

-Lo siento, creo que me merezco un amor igual de bueno que el que yo te daba, no considero que me merezca las migajas... Solamente añadiré una cosa más Marina... Ojalá el esté a tu altura y no tengas que sufrir más... Ojalá esta decisión sea la correcta para ti. -dijo susurrándome y yéndose.

Me senté en la silla y comencé de nuevo a llorar. Apoyé mi cabeza sobre el escritorio. Eso es lo último que recuerdo.

Abrí los ojos en los brazos de Diego. Alrededor, habían dos médicos y, por supuesto, Will.

-Marina... Marina... -dijo Diego.

Le miré.

-¿Que pasa? -dije susurrando.

-Estabas inconsciente... Estaba tan preocupado... -dijo acariciando mi frente.

Miré a Will, el cual estaba agachado enfrente de mi con los ojos rojos de llorar. Intenté acercar mi mano hasta la suya y cuando la cogí, no la solté.
Estuve varios segundos así. Diego vió esto y suspiró por lo que Will soltó mi mano.

-Vamos a intentar levantarte. -dijo Diego ayudándome a ponerme sentada ya que estaba en el suelo.

Miré a Will y entre Diego y un médico me ayudaron a levantarme. Me apoye sobre la mesa del escritorio. Estaba aturdida totalmente.

-Marina...

-Marina.

Sólo oía pero no escuchaba. El mareo se me fue pasando así que los médicos salieron de mi oficina, dejándome a solas con Diego y con Will.

-¿Estás bien? -dijo Diego preocupado.

Asentí.

-¿De verdad? -dijo Will mirándome a los ojos.

Asentí.

-Está todo correcto señor, todo correcto. Quiero estar sola, por favor. -dije mirandoles a ambos.

-Vale... Pero si te sientes mal, avisa. -dijo Diego preocupado.

Asentí. Diego salió de la oficina.
Will me miró sin decir nada.

-¿De verdad estás bien?

-Si.

Will se acercó un poco más a mí. Ambos nos mantuvimos en silencio mientras nos mirábamos.

-Si no necesitas nada... Me voy. -dijo Will susurrándome.

Le miré a los ojos sin decir nada. Will se dió la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta. Me quedé quieta, observándole irse lentamente.

INMARCESIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora