Capítulo V.

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-Parece que me está dando un deja vu aquí sentado a tu lado.

Era Marcos. Nada más escucharle intenté levantarme para irme pero él me paró.

-No te vayas.

-¿Que quieres?

- Sólo quiero saber cómo estás.

- Estoy bien.

-Me alegra saberlo. -dijo mirándome.

Suspiré.

-¿No estás viviendo aquí verdad?

Negué.

-Estoy de visita por navidad. Hace muchos años que me fui de aquí.

Marcos me miró en silencio.

- Bueno, ¿Querías algo más o puedo irme ya? -dije mirándole.

-Verás... Yo... Quería... Quería  disculparme por todo lo malo que te he hecho... Por todo lo que ha pasado.

-No tienes por qué, ya todo da igual. Ha pasado mucho tiempo de eso. No hay rencores hacia ti por mi parte. Puedes estar tranquilo.

Marcos me miró.

-Sentía necesario el hacerlo. Creo que siempre quedó pendiente entre nosotros una conversación...

Me mantuve en silencio. Marcos me miró.

-Sobre Diego... Verás...

En cuanto escuché su nombre, lo interrumpí.

-No quiero que me hables de él. De hecho, creo que nuestra conversación en sí ya se ha acabado.

Justo el teléfono recibió una . Era Will. Se la cogí. A Marcos le dio tiempo a ver su cara.

-Hola Will.

-Hola cielo, ¿Como estás?

Me levanté del suelo.

-Deseando volver. Creo que ha sido mala idea el venirme aquí ¿Y tu?

-¿Hace falta que conteste? Te echo de menos. Mucho de verdad. -dijo mirándome.

Sonreí.

-Escucha, voy a irme ya a casa y te llamo, tengo que colgar ahora.

-Vale, un beso.

-Otro para ti.

-Hasta luego cielo.

-Hasta luego.

Colgué la videollamada y miré a Marcos que aún estaba en el suelo.
Este se levantó.

-Marina... Deberías escucharme, el no te engañó, venía muy borracho aquel día.

-Mira...

-De verdad, hazme caso, no tengo porque engañarte en esto. -dijo interrumpiéndome.

-Mira Marcos lo único que se es que por su culpa mi hijo está muerto y que por su maldita culpa no soy capaz de entablar una relación de amor con nadie. Porque si, habrás escuchado a ese chico hablarme con dulzura pero ¿A caso yo puedo tratarle igual? ¿A caso puedo decirle, si, vamos, estemos juntos formalmente? No, no puedo. Estoy amargada por todo lo que él me hizo y nunca, nunca, podré perdonarle que nuestro hijo se muriera, que acabará con mis sentimientos volviéndome está mujer fría y apagada. Y no voy a permitir que ni tú ni nadie venga a decirme nada más sobre él, el es pasado para mí, no me importa, me es indiferente. Sinceramente para mí él es como si estuviera muerto. No me interesa, ni quiero nada.

-Marina... tu sigues siendo la misma... Estoy seguro que en el fondo sigue ahí la Marina de siempre. Tienes que escucharme...

-No, la Marina que tú conocías se murió hace mucho tiempo. Y no me busques porque me encuentras. -dije yéndome de ahí y entrando dentro.

Decidí volverme a casa. Ver a Marcos me había arruinado la fiesta.

Cuando llegué a casa, estuve hablando con Will un buen rato y después me acosté a dormir.

Pasaron los días y era ya fin de año, día 31. Lo celebramos bastante a lo grande a pesar de que por mi cabeza pasaba que el día 1 de enero era el peor día del año para mí.

Esa misma mañana, la del 1 de enero, salí de casa temprano. Quería distraerme, despejarme. Caminé por las calles mientras los recuerdos, inevitablemente afloraban en mi mente.

De repente, me choqué con alguien, alguien que iba igual de distraído que yo. Levanté la vista. Era él. Diego. Me quedé paralizada por unos segundos y después empecé a andar como si nada. El cogió mi muñeca haciendo que parase de andar.

-Marina.

Algo dentro de mi comenzó a temblar. No estaba preparada para enfrentarlo. No estaba preparada para que me tocara ni tampoco lo estaba para afrontar esa situación. No sabía cómo enfrentarme a él.
Le miré sin decir nada.

-Los años no pasan para ti. -dijo mirándome de la misma forma que lo hacía cuando me decía te amo. Estaba más mayor, con barba. Se le veía centrado en la vida. Arreglado formalmente. Algo no encajaba en esto.

Su mirada me trastocó durante varios segundos hasta que volví a la realidad.

-No puedo decir lo mismo. Te conservas fatal. -dije soltándome

-¿Podemos hablar?

-No, no podemos. ¿Por qué no haces como si estuviera muerta y te olvidas de mí existencia?

-Marina... Hay tantas cosas de las que te quiero hablar, tantas explicaciones que quiero darte que..

Le interrumpí.

-Al contrario, no quiero ningún tipo de explicación ni tener ningún tipo de trato contigo. La gente como tú me da asco. -dije girandome y yéndome andando.

-Estas comentiendo un grave error...

-El error lo cometiste tu hoy hace 7 años. -dije gritándole y parándome en seco.

Diego se quedó en silencio.

-¿A caso no te acuerdas de que hoy hace 7 años que por tu culpa se murió mi bebé? ¿A caso se puede ser tan cínico para saludarme como si nada hubiera pasado? ¿Tu te crees que hay cabida para el perdón en mi maldito corazón? ¿Ese que tú destrozaste jugando conmigo? Olvídame, olvídate de mí. -dije gritándole.

-Marina por favor déjame explicarte...

-¡No quiero escucharte más! ¡Déjame en paz! -dije yéndome.

Eché a andar y llegué a casa. Intenté disimular lo máximo posible el disgusto que me había causado verle. Decidí irme ya. No esperaría hasta el día 7 para irme. Comuniqué mi decisión a mi familia, mintiéndoles sobre el motivo por el que me iba y prometiéndoles volver algunos fines de semana. Dicho esto, hice mi maleta y me fui. Llamé por teléfono a Will para decirle que nos veríamos hoy si el quería. Necesitaba contarle las cosas y desahogarme. Él era mi mayor apoyo.

Cuando llegué a mi casa y entré, Will estaba dentro esperándome. Dejé la maleta en la entrada y cerré la puerta. Fui corriendo hacia sus brazos y le abracé. Empecé a llorar.

-Ey pequeña, ¿Que pasa? ¿Que ha pasado? No llores por favor. -dijo tristemente abrazándome.

Le conté todo. Que lo había visto, que habíamos discutido. El sabía toda mi historia. Me consoló y estuvo conmigo todo el día.

INMARCESIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora