Día 19| Ronroneo Omega

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Día 19 "Ronroneo Omega"

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Día 19 "Ronroneo Omega"

Draco nunca había sido una persona muy cariñosa. Con nadie, ni siquiera con sus padres, y no es que ellos no fueran cariñosos con él, no, de hecho, eran bastante afectivos, a su manera.

Narcissa siempre le abrazaba, y besaba aún cuando el le decía que ya era muy grande para eso.

Lucius nunca se mostraba frío y distante cuando estaban en casa o en privado, incluso llegaba a ser bastante consentidor. Y que jugara quidditch con el siempre que quisiera debía contar.

No eran gestos tan amorosos a vista de ojo externo, pero, viniendo de alguien a quien nunca le mostraron amor en su vida, lo hacian bastante bien.

Pero, adecir verdad, a él nunca le había gustado el contacto físico, es más, le incomodaba.

Si soportaba los abrazos de Pansy y Blaise era porque los conocía desde niños, se acostumbró con los años.

Pero con Harry fue completamente diferente, con él no había tenido que acostumbrarse a nada, simplemente le salia ser cariñoso. Le gustaba incluso.

Y siempre quería más.

Más de esa sensación cálida y agradable cuando Harry tomaba su mano entre las pequeñas que él tenía, más de la felicidad que le causaba cuando se lanzaba sobre él, casi tirándole, para abrazarle. Mas de la comodidad cuando llegaba y se sentaba sobre el para marcar territorio, como decía Astoria.

Nunca podía tener suficiente de Harry.

Le encantaba estar con el chico.

Estaba perdido en su mente, recordando lo bonito que era su Omega, y pudo haber seguido así toda la noche, de no ser porque tocaron a la puerta.

Se acercó a ella y la abrió.

—¿Que necesitas a esta hora?

—Te buscan— y sin decir más, Theo se fué. Dejando descubierto al chiquillo que tapaba con su cuerpo.

Un azabache, que en esa posición encorvada, se veía muchísimo más pequeño de lo que era, venía vestido con pijama de estrellas, o eso parecían, pues solo un pedazo de tela estaba a la vista debido a la bata que traía encima, y con una almohada en manos.

—¿Harry? ¿Qué-

—Quiero dormir contigo— y se pasó a la habitación sin esperar invitación, abrazando a su almohada.

—Estás en tu casa— se encogió de hombros y cerró la puerta.

Cuando volteó, se encontró a su novio acostado, boca abajo, en forma de estrella. Le pareció divertido que por ser tan chiquito, no llegara a los bordes de la cama.

—¿Sabes que no era necesario traer tu almohada, verdad?

Harry gruñó cuando trató de quitársela.

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