Episodio 3

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Mi teléfono estuvo vibrando toda esa tarde. Shoto y Denki intentaban animarme tras el incidente de los pantalones, pero los ignoré. Mi último mensaje de texto había sido: "Haced como si estuviera muerto. Adiós."

Cuando mi madre regresó del trabajo, me encontró en modo autocompasión total: llevaba el pijama, estaba viendo un reality de comidas, mientras me daba un atracón de mi snack favorito: Pockys de menta y fresa, edición limitada de All Might. Mi madre se detuvo en la entrada.

-¿Todos esos dulces? ¿Ahora? Mamá no te preparará la cena -refunfuñó hasta llegar a la cocina, donde descargó la compra.

Esa solía ser mi tarea, pero esa tarde me permití regocijarme en mi estado de ánimo. Dado mi amplio historial de flirchazos, debéis pensar que este fue uno más. En anteriores ocasiones, al cabo de unas horas me habría distraído con alguna de mis actividades urgentes pero esa tarde no podía quitármelo quitármelo de la cabeza.

Abrí otra caja de pockys.

-Vamos a ver ¿Qué está pasando? -dijo mi madre mientras entraba en el salón.

-Nada.

-Esos son los pockys especiales que compramos en la convención. Dámelos.

-¡No! -exclamé mientras me abrazaba a las cajas dándole la espalda a mi madre.

-Izu, ya basta. Esto no es divertido. Mamá quiere ver su dramas y tú estás siendo muy caprichoso.

-Y tú muy mandona.

Se dejó caer en el sillón a mi lado. Luego forcejeamos por los pockys.

-Nada de cena para ninguno de los dos, entonces -dio mordisquitos a un pocky antes de hacerse con el mando de la tele.

-Dramas no...

Nunca había sido capaz de sentarme a ver un capítulo entero y ese día me apetecía algo más siniestro.

Mi madre me ignoró mientras navegaba con destreza entre las opciones del televisor y accedía a la página de sus doramas. Apenas sabía enviar un mail, pero podía abrir esa web hasta con los ojos cerrados. Intenté quitarle el mando, pero me dio con él en la cabeza.

-¿Qué te pasa? Trabajo todo el día ¿Qué haces tú? No, vas a ver lo que mamá ve.

-No quiero.

-Deja de quejarte. Además, vamos a verlo porque es el último episodio y mamá está muy entusiasmada con verlo.

A medida que los créditos pasaban acompañados del tema que llevaba toda la semana oyendo como música de fondo, sentí que algo se rompía.

-¿Cómo puede esto emocionarte? Todos terminan igual. Estas personas -apunté a la pantalla, a los protagonistas- de ninguna manera podrían estar juntos. Pero, oye, se obra el milagro y terminan felices para siempre. Es todo mentira.

-¿No sabías que, si se trata de amor verdadero, incluso los malos comienzos terminan en un final feliz?

Amor verdadero. Quería reírme de aquello, pero la sacudida que había sentido en el pecho al ver el dibujo de Katsuki fue algo que no había experimentado antes. Era algo nuevo. Me había colgado de otros chicos en el pasado, pero tenía el inquietante presentimiento de que esa vez se trataba de algo diferente.

Me recosté por mera pereza y miré el comienzo del episodio. La escena comenzó en una intersección concurrida de una ciudad, los dos personajes estaban en lados opuestos de la calle, mirándose fijamente bajo la lluvia. La música subía de volumen mientras los coches pasaban cerca de ellos.

A Dorama for IzukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora